Un día en Colonia

A sólo 50 km y una hora y media en barco de Buenos Aires, la ciudad oriental se convirtió en una excursión más para turistas extranjeros y argentinos que visitan la Capital Federal. Estuvimos allí.

Uruguay

Atrás queda la extensa ciudad de Buenos Aires, su ritmo desenfrenado, sus edificios altos, sus casi tres millones de habitantes, los bocinazos y el impredecible tráfico que casi me hace perder el barco que ahora avanza sobre las aguas del Río de la Plata. Allá, más adelante, “del otro lado del charco”, a una hora y media, está Colonia de Sacramento.

El barco está repleto. Unas 300 personas. La mayoría son extranjeros a ambas orillas del río más ancho del mundo: es decir, no son ni argentinos ni uruguayos. En el aire se mezclan los idiomas y los acentos de portugueses, brasileños, chilenos, italianos, estadounidenses, mexicanos, australianos, japoneses y chinos, entre otros. Unos hablan entre ellos, otros se paran para desayunar un café y galletitas, y otros hacen compras en el free shop a bordo.

Algunos turistas que están en Buenos Aires van a Colonia como un paseo más en su recorrida, casi como si fuera un barrio vecino, aunque a 50 km. “Es fácil, queda cerca y, al final, siempre es simpático ir hasta allí”, le dice un español a un amigo argentino que lo acompaña. Puede que sea uno de los tantos extranjeros que encuentran en esta escapada la forma más fácil de permanecer legalmente en la Argentina: van y vuelven en el día, les sellan el pasaporte y renuevan la visa de turista por 90 días. También están los que viajan por negocios, entre otros varios motivos.

Desde el puerto uruguayo, a unos quince minutos a pie se llega hasta el centro histórico de Colonia, donde la circulación de autos es escasa y la mayoría de sus calles son adoquinadas. Allí, casi todo es turístico. Como “La Casa de Jorge Páez Vilaró”, un restaurante-galería de arte atendida por el hijo del fallecido artista, hermano de Carlos, el creador de la famosa Casapueblo. Como los artesanos o músicos callejeros. O como los negocios que venden recuerdos y productos típicos.

Somos cuatro. Caminamos un rato por el recuperado casco histórico, donde se mezcla la arquitectura española, portuguesa y pos colonial. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1995, allí está la muralla y la Puerta de la Ciudadela. En cada cuadra hay varios restaurantes. Cerveza, papas fritas y chivito son las opciones más ofrecidas en las promociones que se muestran en pizarras.

Las mesas al aire libre de “Casa Grande” nos convence de sentarnos a almorzar. Rabas, dos sándwhiches de chivito -que devolvemos porque la carne está cruda- y chipirones al ajillo. Lo que más nos gustó: las tres cervezas. Lo menos agradable, la cuenta: 1.000 pesos argentinos.

La revancha a los pocos metros. Un cartel indica que comienza “La calle de los Suspiros”, cuyo nombre generó diversas historias sobre su origen. Unos dicen que era adonde eran llevados los condenados a muerte para ahogarlos al subir la marea. Otros, que era la zona de los prostíbulos y la diversión, frecuentada por marineros.

Ahí nomas encontramos el “Buen suspiro”, con su pequeño patio antiguo convertido en restaurante. Las puertas son tan bajas que casi nadie puede ingresar sin agacharse. Está lleno. Se venden artesanías, dulces, quesos y vinos, entre otras delicias locales. Todo para llevar o para consumir en el lugar, así que damos lugar al postre: tres cafés, un té, porción de rogel y otra de peras al vino (160 pesos).

Al salir, un rato después, ya hay varios faroles encendidos que iluminan las calles. Caminamos hacia el río. Atardece. El cielo, despejado, está azul. Un azul claro, más bien celeste en comparación con el azul oscuro del agua. En el medio, entre el cielo y el agua, sobresale una ancha franja rojiza, que hipnotiza en el horizonte. La postal señala que el día se termina y que hay que apurar el paso hasta el barco para volver a Buenos Aires.

Datos útiles

• El barco desde Buenos Aires hasta Colonia se demora alrededor de una hora y media. Hay ofertas a cada rato en diferentes sitios Internet (clubcupon.com.ar | groupon.com.ar) en torno a los 400 pesos para ir y volver en el día o, por un precio mayor, para escapadas de más de un día.

• Se pueden comprar los pasajes o paquetes on-line en seacatcolonia.com.ar | buquebus.com | coloniaexpress.com. En las webs hay ofertas desde $ 500 por el día.

• Alojamiento: hostales desde 200 pesos la noche. También hay hoteles boutiques y cinco estrellas.

• Desde el puerto, al centro histórico se puede recorrer a pie o en bicicleta (allá hay lugares que alquilan).

• Fuera del casco histórico se puede ir hasta la Plaza De Toros, a playa Ferrando y a Los Cerros de San Juan (”la bodega más antigua del Uruguay”), entre otros lugares cercanos.

Juan Ignacio Pereyra

pereyrajuanignacio@gmail.com

Juan Ignacio Pereyra


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