Un espacio para ayudar, la misión de la Fundación Patagónica del Quemado

En octubre de 2019, el doctor Aldo Zamboni creó la Fundación con la intención de gestionar un espacio de atención y enseñanza para la región. Sin embargo, a más de un año, no hubo avances. La importancia de contar con un banco de piel local.

“El proyecto surgió con una función social, la intención de que cualquier tipo de paciente, tenga o no plata, no deba irse a Buenos Aires ante el tratamiento de una quemadura grave o una cirugía reconstructiva”. Así, con esa premisa, en octubre de 2019 surgió la Fundación Patagónica del Quemado, a cargo del cirujano y flebólogo Aldo Zamboni.


Una de las piedras angulares del proyecto era la intención de contar con un lugar físico, que les diera la posibilidad no solo de atender estos casos, sino también de brindar capacitación. “En aquel momento hablé con un ministro, y presenté una carpeta con el proyecto, donde buscábamos un lugar para la atención del paciente, docencia, investigación y la creación de un banco de piel, que sería algo importante para la zona”, explicó Zamboni. Sin embargo, a más de un año y medio, aún no hay respuestas.

“Esta situación tiene comienzo pero no un fin. Necesitamos el lugar. Termino quedándome solo, y no tengo esa pequeña ayuda política necesaria, de decir ‘les vamos a dar el lugar’. Nada más. Después de otra forma conseguiremos lo que falta”, asegura Zamboni, que sigue intentando gestionar el espacio aún cuando las soluciones no aparecen.

Según explicó el médico, el proyecto surgió a partir de un modelo preexistente. “Yo estuve en Arizona (Estados Unidos), donde tienen un equipo de trabajo muy importante. Tienen estudios, piel artificial, piel cadavérica… y yo quise que nosotros tuviéramos eso acá. Algunos de los equipos que tengo yo no los tiene casi nadie”, afirmó. Y al mismo tiempo, comentó que el hecho de que se haya presentado la Fundación permite que también “se pueden gestionar donaciones”.

Esa no fue la única motivación del proyecto. “Desde 1998 que estoy acá, y aproximadamente desde el 2000 que trato a quemados, pediátricos y adultos, o trabajo con cirugías reconstructivas. Una constante es que siempre me han faltado cosas, y quería que eso no le pase a los demás”, deslizó Zamboni. Al respecto, y aún con una gran carrera a cuestas, aseveró que “es el gran objetivo que tengo: tener un lugar serio, que es necesario para la gente”.

El espacio elegido sería en la parte “de atrás” del López Lima, donde se entregó la solicitud e un terreno en diciembre de 2019.


Una de las patas de esta idea es el trabajo integral entre los profesionales que conforman las distintas áreas de la Fundación pero también con colegas de otros ámbitos (ver aparte).

La -falta de- gestión es la gran problemática para que el proyecto avance. Porque Zamboni se movió, se contactó con distintas autoridades y acercó el proyecto a referentes en posiciones de influencia, pero nada cambió. No pasó de las promesas, de un veremos, de una fecha posible.

“Yo creo que esto no tiene que ser una cuestión partidaria, de hecho a todos los partidos les interesa que esto ocurra. Cuando se presentó el proyecto hasta se definió hacerlo con electricidad de tipo artificial, con paneles solares en el techo. Buscamos conexión con Universidades y otros lugares”, explicó el flebólogo.

Una de las principales demandas para la Fundación es la de poder contar con un banco de piel. Zamboni aseguró que es fundamental, y que entre otras cuestiones ayudaría a una mayor inmediatez en la atención. “Nos permitiría utilizar por ejemplo piel cadavérica, que se está usando mucho porque ha tenido buenos resultados, en casos de quemaduras graves con pérdida de piel o cirugías reconstructivas. Nos permitiría tener a disposición las cosas en el momento adecuado, por ejemplo dentro de las primeras 48 horas o en el ingreso a terapia”, explicó.

Zamboni aseguró que el banco de piel permitiría una atención más inmediata en períodos críticos.


El tema de los tiempos no es una cuestión menor. Muchas veces, los pacientes que se atienden en la sala de quemados del hospital Francisco López Lima deben esperar períodos largos, ya que por la alta demanda se genera un retraso en la concreción de las cirugías y en la obtención de los materiales necesarios. “De tener un banco de piel, acortaríamos incluso los períodos de atención e internación”, aseguró Zamboni.

Otro tema fundamental es que la sala que existe actualmente solo trata atención primaria: cualquier paciente con una quemadura grave es derivado a terapia intensiva y, de ser necesario, a otros centros de quemados. La postura del médico flebólogo es evitar estas situaciones: “La idea es darle a Roca, y a la gente del Alto Valle. la posibilidad de que no tengan que irse a Buenos Aires ante un caso de estos”, comentó.

Queda claro, la intención de llevar adelante el proyecto está. Ahora solo falta la otra parte, la gestión, la concreción. “Hay muchas cosas para hacer, pero la realidad es que estamos atorados. Hay gente interesada en venir a dar charlas, por ejemplo”, explicó Zamboni. La idea se planteó en 2019. Y después de mediados del 2021, siguen esperando.


Un trabajo conjunto con otros profesionales



Dentro de las diversas propuestas que el proyecto contiene, una es la de incorporar un trabajo conjunto con otros profesionales de todo el país. Y allí, Zamboni aprovecha sus contactos, ganados con años de experiencia.

“Esto nos permitiría trabajar con gente de Buenos Aires, como el doctor Prezzavento, jefe de cirugía plástica y reconstructiva del Hospital Alemán; y con el doctor Tuninetti, del hospital de Rosario, ciudadano ilustre por su trabajo en pediatría”, contó el médico. A eso se suma una conexión con otras instituciones, e incluso un planteo interdisciplinario: “En el proyecto también consideramos la docencia, no solo de quemados, sino también de heridas complejas. Cualquier herida traumática con pérdida de piel o músculo, por ejemplo, podría trabajarse en conjunto con los traumatólogos”, aseguró.


Zamboni define el proyecto como “algo privado en un lugar público”. Y, entre otras cuestiones, destaca la faceta educativa, una de las más importantes de la idea.

“Hay muchos enfermeros e instrumentadores que han aprendido mucho en congresos, pero que no tienen un lugar aquí en la ciudad para aprender. Es también abrirles un espacio a ellos, que puedan asistir a este tipo de charlas”, explicó. No se trata solo de atención, también de seguir formando profesionales.


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