Un «hogar abierto» de Allen está a punto de cerrar

Allí concurren medio centenar de chicos de la localidad con diferentes problemáticas. Funciona desde hace siete años y la situación económica lo puso al borde de su cierre definitivo.

ALLEN (AA).- Un «hogar abierto» para niños de la calle y adolescentes que atraviesan graves problemas sociales, creado hace más de siete años en esta ciudad, se encuentra a punto de cerrar sus puertas a raíz de la grave crisis financiera que atraviesa y las deudas que el gobierno provincial mantiene con ellos, según afirman. La próxima semana, en una reunión a la cual convocaron a participar a distintos sectores de la comunidad, definirán su futuro.

El Panaced, un programa de enseñanza no formal de ayuda a «niños en circunstancias especialmente difíciles» brinda contención, asistencia alimentaria y apoyo educacional, a casi medio centenar de chicos de distintos barrios y zonas marginales de Allen.

Actualmente reclaman el pago del subsidio provincial, que no perciben desde noviembre del año pasado, para la atención de estos chicos.

«El gobierno nos mezquina dos mil pesos por mes para más de 40 chicos, pero no tiene en cuenta todos los chicos que desde aquí salvamos de que no entren al Maruchito. Y ahí tiene que pagar 2.500 pesos por mes, pero por cada chico», protestó Enrique Bösenberg, uno de los integrantes de la institución.

«Entonces en este momento hay que pensar en el apoyo a las instituciones de contención de la niñez, que es mucho más barato que después los sistemas reclusivos».

Sin dudar ponen énfasis en destacar que éste no es un comedor comunitario más, sino un centro de enseñanza de «cambio de hábitos sociales y culturales», donde el canje con los niños se realiza a cambio de «cariño y contención».

Las tareas son llevadas adelante por cuatro colaboradores, que reciben capacitación sobre las problemáticas a las que diariamente deben enfrentarse, ante la ausencia de profesionales, si bien estaba contemplada su inserción en el programa original. «No hay presupuesto para especialistas, y por eso tampoco tenemos un director», se indicó.

Incluso la jornada laboral de quienes se desempeñan allí fue reducida a la mitad. Y los salarios son costeados mediante la realización de eventos y distintas actividades barriales, señaló Irene Corihuala, presidenta de la institución.

La prioridad de este centro, lo cual además sentó sus bases esenciales, es el cuidado y «recuperación» de aquellos niños que no están contenidos en las escuelas ni en sus hogares. Aquellos que frecuentemente, a pesar de que la mayoría posee un núcleo familiar, deambulan por las calles hasta altas horas de la noche. Estos «en general han vivido frustraciones con sus mayores de referencia naturales, el padre que es golpeador o que se fue, o con la madre. Entonces acá se produce un nuevo vínculo afectivo con ellos y se trabaja sobre eso», explicó Bösenberg. «Acá vienen y se van cuando quieren, y tratamos de que tengan contención, atención de la higiene, de la salud y además aprenda. Pero los padres siguen siendo los responsables», agregó.

Canjean cariño por hábitos del callejeo

Decenas de caritas brillan contentas cada mediodía frente al plato de comida caliente que a diario reciben en la capilla San Maximiliano Kolbe de esta ciudad, donde funciona el Panaced. Sin embargo éste no es un comedor barrial como tantos otros que están distribuidos en toda la región. También se ofrece educación y espacios de recreación.

Pero además aquí nada es gratis para los cerca de medio centenar de chicos en escolaridad primaria y secundaria, de entre 6 y 16 años aproximadamente, que concurren por su «propia voluntad». Tampoco lo fue para aquellos centenares de «jovencitos» que han pasado por este hogar en algún momento de sus vidas.

El «canje» es el método elegido para obtener la ayuda.

«Acá es simple, no obligamos a nadie a nada, ellos vienen y van cuando quieren y porque quieren. Se trabaja sobre el vínculo afectivo que se produce entre el personal y el niño, `vos querés que te mime, bueno entonces vos tenés que hacer lo que hacen todos los chicos de tu edad, ir a la escuela, aprender…», explicó Bösenberg. «Se canjea el vínculo afectivo por cambio de hábitos y conducta», sintetiza.

De este modo surgió allá por el año 1 994, como un centro de educación no formal destinado a modificar los hábitos del «callejeo» al que muchos chiquitos estaban acostumbrados, por «conductas sociales más positivas».

Desde hace casi cinco años persiguen el viejo anhelo de lograr un espacio propio, una casa donde poder brindar un refugio cierto. Si bien este año han logrado conseguir un lugar donde «mudarse», aún deben cancelar importantes deudas para convertirse en sus propietarios. (AA)


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