Un «strike» de 600 chicos con discapacidades

Un torneo de bowling reunió a ciegos, sordos y Down. Todos pudieron y disfrutaron al máximo de 5 días de juegos.

El bowling y sus secretos se abrieron al entusiasmo de los chicos que palparon, midieron y arrojaron la bola con gran deleite.
NEUQUEN (AN).- En sillas de ruedas, ciegos, sordos y mudos, Down… Todos, todos pudieron jugar, competir y festejar. Durante cinco jornadas, 600 chicos desde Roca hasta Centenario jugaron al bowling en las instalaciones del complejo de entretenimientos ubicado al noroeste de esta ciudad.

La calidad y la calidez del evento dejó sin palabras a los organizadores que ayer no cabían en sus ropas de tanta felicidad. Y más de uno se atragantó y hasta anduvo «moqueando» por la emoción. Muchos de los participantes pudieron derribar los doce pinos, desde la silla, el piso, de pie, arrodillados, mirando o sin ver.

El cierre de la actividad solidaria se hizo ayer durante cuatro horas en las que Javier Morelli de Neuquén cosechó el primer premio, más allá de que todos se merecían el podio.

Los chicos ciegos tiraron sentados en el piso. Antes, recorrieron la línea, contaron los pasos que separan a los pinos de la línea de full e hicieron sus cálculos de peso, distancia y ubicación. Al cabo, había placer tallado en sus caras.

Seiscientos niños

La segunda competencia para chicos con capacidades diferentes fue organizada por Ivana D»atri, responsable de márketing de la firma Dragon Bowling quien no tuvo complejo en golpear puertas para que todo fuera sobre rieles. La mujer consiguió que 600 niños y jóvenes se sumaran al torneo que, sobre todo, fue un juego en el que los participantes demostraron que pueden.

La idea inicial eran tres jornadas clasificatorias y una final para la víspera. No alcanzó y al calendario se sumó un día entero de competencia. Al cabo, se llegó al cierre que se hizo ayer durante cuatro horas en las que niños y adolescentes mostraron que se puede competir y festejar con emoción y mesura. Es que los participantes demostraron mejor que nadie cómo es eso de saber ganar.

Sonaron las Ketchup y las Bandana y los padres y familiares aplaudieron hasta quedar con las manos rojas.

En total, 300 personas colmaron las instalaciones del Bowling que a pesar de la multitud funcionó a pleno gracias al esfuerzo de los chicos que trabajan allí, quienes no tuvieron reparos en hacer más de lo que les correspondería.

De la competencia participaron13 establecimientos de la región, de Roca, Allen, Centenario, Cinco Saltos y Plottier. El año pasado, durante la primera edición que salió casi por casualidad, hubo la mitad de participantes.

El interés quedó demostrado apenas empezó a girar la noticia del evento y varias firmas se sumaron a los organizadores: El Valle, Don Otto, Repsol YPF, Saturno Hogar, Palo Blanco, entre otros varios que aportaron para la movilidad o con premios para los ganadores.

Este tipo de actividades es considerada fundamental para las terapias de integración de chicos con capacidades diferentes y resulta novedoso que haya sido organizada por una empresa privada.

Uno de los chicos que participó de la movida admitió que «se me cayeron las medias cuando un chiquito al que le enseñé cómo tirar la semana pasada me vio y me abrazó» como si fuéramos amigos de toda la vida». El muchacho no pudo ocultar las humedades de sus ojos al describir la escena.

«No hay palabras»

«Nunca imaginé que íbamos a tener semejante respuesta. No hay palabras para explicar lo que se siente, los chicos nos han colmado de regalos que fabricaron con sus manos y nos demostraron un afecto enorme».

Ivana D»atri dice que la idea inicial fue abrirle la puerta a los hogares de chicos los martes y luego a pibes del interior «nunca nos propusimos hacer algo tan grande, pero salió así y no nos podíamos echar atrás». La muchacha explicó que el principal objetivo es la diversión, pero en el medio hay una competencia y los chicos lo tomaron así. Ver a los chicos ciegos compitiendo fue algo impresionante», graficó.

El primer premio lo ganó Javier Morelli de la escuela especial 3 de Neuquén, el segundo fue para Martín Ibáñez de la escuela especial 6 y el tercero quedó en poder de Diego Sepúlveda, de la escuela especial 1, también de esta ciudad.

Ivana contó que en los últimos días los chicos de los hogares le han traído desde panes hasta souvenirs: «son un amor», definió. «Acá hubo un montón de gente que aportó desinteresadamente, desde gasoil hasta el trabajo de choferes; desde el préstamo de colectivos hasta la comprensión de los profesores», cerró la dueña de la idea que hizo feliz a mucho más que 600 chicos. (AN)


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