Un verano sin las tradicionales cabalgatas de Aldo Pelletieri en San Martín

Después de tres décadas de ofrecer los paseos, el establecimiento Abuelo Enrique cerró su excursión con críticas a las autoridades por las complicaciones que trajo el asfalto.

Las tradicionales cabalgatas del establecimiento Abuelo Enrique de San Martín de los Andes forman parte del pasado. ¿El motivo? La falta de banquinas de un camino rural que utilizaban para realizar los paseos, les genera un problema de cobertura y permisos.

Las cabalgatas tienen años de historia y miles de turistas vivieron esta experiencia, pero después de 33 años Aldo Pelletieri decidió poner fin a su trabajo a causa de “diferencias burocráticas con distintas entidades gubernamentales”.

Según explicó Corina de Pelletieri, se realizó un camino en una zona rural como ruta alternativa de quienes llegan del callejón de Gingins, lo que deja el espacio sin banquinas y los obliga a utilizar por el área de prioridad peatonal, por lo que los seguros no cubren determinados recorridos ni tampoco cuentan con el permiso de parques nacionales.

Estas dos situaciones que se conjugaron llevaron a cerrar las puertas a las tradicionales cabalgatas.

«No se sabe quién es el responsable de construirla si provincia o Vialidad, pero se solicitó que dejaran una alternativa y nunca respondieron. De hecho, no hay banquina para alguien que necesita parar en la ruta», enfatizó la Pelletieri.

Aldo Pelletieri fue contundente al considerar que además de terminar un ciclo después de más  de tres décadas brindando un servicio a los turistas de diferentes partes del mundo, también considera que «los pueblos crecen y los crecimientos no contemplan a todas las personas y las situaciones. Muchos no tienen idea de la idiosincrasia del lugar, no tienen en cuenta que la Argentina se hizo a caballo”, enfatizó.

La historia de la familia en la región se remonta al 1900 cuando Enrique, un suizo francés que se instaló en San Martín de los Andes, junto a su esposa Luisa Bozón, instalaron el primer aserradero del lugar. Su nieto, Aldo, hijo de Oscar Pelletieri y Enriqueta Gingins, inició las cabalgatas cuando en 1987 buscaba una alternativa laboral a su actividad habitual como instructor en el cerro Chapelco, ante la falta de nieve de aquel invierno.

«Venían los colectivos de las agencias de esa época, con jóvenes y además turistas de todo el mundo» recordó Corina, esposa de Aldo, con quien se conoció años antes en Chapelco. Según señaló fue en ese momento en que el hombre “armó unas cinchas y tomó sus caballos del campo de su abuelo Enrique” y así surgieron las cabalgatas con excursiones que proponían diferentes empresas de turismo.

«Aldo comenzó en una temporada por falta de nieve y surgió buscando alternativas de vida orientado al turismo, ofreciendo recorrido en cabalgatas. Los caminos fueron asfaltados y no dejaron banquinas. Todo el callejón de Gingins se urbanizó y en las zonas peatonales no está permitido pasar con los caballos», señaló Corina.

La cabalgata Pampa de los Radales duraba más de dos horas y se llegaba a un mirador con una vista privilegiada de la cordillera. El trayecto incluía bosques y cerros nevados. Bordeaba el curso del arroyo Culrani, los cerros Los Robles y Curruhuinca atravesando sendas y picadas para luego volver al campo de Pelletieri.


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