Una carta y lágrimas

–En septiembre del 90 Felipe Sapag comentó a un periodista de este diario que durante años había llevado en un bolsillo la carta que le había enviado desde la clandestinidad uno de sus hijos luego muertos. En esa carta le decía que en caso de caer y, si era posible, lo velaran en un barrio humilde de Neuquén capital. Felipe reconoció que solía levantarse de noche, tomar esa carta, “irme a la cocina y llorar en silencio”. Usted, en su libro, publica un tramo de una carta de uno de los hijos de Sapag a su padre, una carta de Enrique a Felipe. ¿Conoce la carta que le menciono? –No. Sólo pude acceder a la que publico. Y sin duda para un padre, por más textura dura que se tenga, es revulsiva, conmovedora, porque bueno, uno de los hijos rinde homenaje al hermano que ya cayó y él mismo marcha a la muerte, que sucederá meses después, los dos en el 77. Hablo desde la posición de padre y con independencia de las ideas y convicciones de los protagonistas. Y está la “Petisa” Lila, que vive y militó junto a Ricardo Sapag en los montoneros “silvestres”, salió rumbo a México y volvió a seguir y seguir en esa historia hacia la nada o, en todo caso, hacia la tragedia. (Alejandro Tarruella trabajó como periodista en “La Nación”, “Clarín”, “Panorama” y “Primera Plana”, entre otros medios. Entre sus libros y ensayos sobre historia argentina figuran “Guardia de Hierro”, “Historias secretas del peronismo” y “De Perón a Kirchner”)


–En septiembre del 90 Felipe Sapag comentó a un periodista de este diario que durante años había llevado en un bolsillo la carta que le había enviado desde la clandestinidad uno de sus hijos luego muertos. En esa carta le decía que en caso de caer y, si era posible, lo velaran en un barrio humilde de Neuquén capital. Felipe reconoció que solía levantarse de noche, tomar esa carta, “irme a la cocina y llorar en silencio”. Usted, en su libro, publica un tramo de una carta de uno de los hijos de Sapag a su padre, una carta de Enrique a Felipe. ¿Conoce la carta que le menciono? –No. Sólo pude acceder a la que publico. Y sin duda para un padre, por más textura dura que se tenga, es revulsiva, conmovedora, porque bueno, uno de los hijos rinde homenaje al hermano que ya cayó y él mismo marcha a la muerte, que sucederá meses después, los dos en el 77. Hablo desde la posición de padre y con independencia de las ideas y convicciones de los protagonistas. Y está la “Petisa” Lila, que vive y militó junto a Ricardo Sapag en los montoneros “silvestres”, salió rumbo a México y volvió a seguir y seguir en esa historia hacia la nada o, en todo caso, hacia la tragedia. (Alejandro Tarruella trabajó como periodista en “La Nación”, “Clarín”, “Panorama” y “Primera Plana”, entre otros medios. Entre sus libros y ensayos sobre historia argentina figuran “Guardia de Hierro”, “Historias secretas del peronismo” y “De Perón a Kirchner”)

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