Una multitud despidió en Plottier a los chicos que murieron trágicamente en Batán

Desconsuelo entre los familiares de Héctor, Fernando, Carlos y Sandro.

PLOTTIER (AN).- Con desconsuelo, impotencia, llanto y dolor inconmensurable el pueblo de Plottier despidió los restos de los cuatro jóvenes fallecidos trágicamente el miércoles en un accidente automovilístico cuando regresaban de Mar del Plata.

Una caravana de cientos de vehículos escoltó los féretros de Fernando Gil (33), Héctor Heraldo Bronzetti (25), Carlos Andrés Lagos (24) y Sandro Méndez (24) hasta el cementerio local. La despedida final a las víctimas arrancó momentos desgarra

dores.

El llanto de los familiares y de los amigos fue lo único que rompió el silencio durante el entierro. Los padres no podían contener sus expresiones de dolor por el hijo muerto ni comprender por qué la fatalidad tocó a sus puertas. Los amigos acongojados se abrazaban conteniéndose unos a otros, pero no alcanzó y se les hizo difícil dejar el cementerio y volver hacia sus hogares.

La tensión venció a una chica que se desplomó en el suelo, desvanecida. No fue la única. Durante el velatorio en el Gimnasio Municipal, no menos de 15 personas recibieron los primeros auxilios de enfermeros del hospital.

La caravana partió del gimnasio hacia la calle Roca hasta llegar a la necrópolis, donde unas 200 personas aguardaban a las víctimas que fueron enterradas una al lado de la otra, como los amigos entrañables que siempre fueron. En cada esquina del trayecto se apostó un inspector para garantizar la circulación de la fila india de varios kilómetros de vehículos. Al entierro concurrió tanta gente que es imposible dar una cifra aproximada.

En una jornada en la que la ciudad quedó paralizada, con las oficinas públicas y los comercios cerrados en adhesión al duelo resuelto por las autoridades municipales, desde las primeras horas de la mañana, se pudo observar un incesante movimiento de gente que iba a dar el último adiós a los jóvenes y participar de la misa realizada en memoria de ellos. Las coronas y ofrendas florales eran innumerables, y todavía poco antes del entierro seguían llegando al lugar. Las autoridades del gobierno municipal también estuvieron presentes.

En el transcurso del día, las calles de la ciudad permanecieron desiertas. El escaso movimiento de autos y personas que se advirtió fue en dirección al gimnasio municipal.

Minutos después de las 18.30, y en medio de escenas de fuerte dolor y desconsuelo, los ataúdes fueron cerrados y comenzó su traslado hacia el cementerio ubicado al pie de la barda. Una larga columna

de autos fue detrás. Entre los vehículos había dos colectivos dispuestos por la municipalidad para trasladar gratuitamente a la gente que no disponía de movilidad propia.

«Esto fue un shock muy fuerte para toda la comunidad», afirmó la intendente Pilar Gómez. «Todos eran personas muy conocidas y queridas por los vecinos», agregó.

Los jóvenes fallecieron en la mañana del miércoles prácticamente de forma instantánea. El Ford Escort en el que regresaban desde Mar del Plata, lugar que eligieron para pasar sus vacaciones durante una semana, impactó de frente con un Volkswagen Pointer que circulaba por el carril contrario. El trágico accidente se produjo en la localidad de Batán, sobre la ruta 88, a unos 15 kilómetros de la ciudad atlántica.

El conductor del Pointer, identificado como Rufino Barbadillo (75), también falleció. Sus dos hijos, de 32 y 34 años que lo acompañaban, sufrieron serias lesiones y permanecen internados en estado delicadoen un nosocomio de la localidad turística.

Los cuerpos de las víctimas oriundas de Plottier arribaron a esta capital en la madrugada del jueves, tras las autopsias realizadas por los médicos forenses y en un vuelo contra

tado por el gobierno provincial.

Cuatro padres viajaron hacia Mar del Plata el miércoles por la tarde para realizar el reconocimiento y los trámites de traslado. «Fue una tarea terrible, pero todos permanecieron muy unidos y con mucha entereza», afirmó Teresita Narváez, la directora de Acción Social de Plottier que los acompañó.

Las vacaciones en Mar del Plata había sido programas por el grupo de amigos en diciembre pasado.

Allegados y familiares manifestaron que se conocía desde mucho tiempo atrás e incluso eran compañeros de trabajo. «Siempre viajaban juntos a lugares cercanos, pero este era el primer viaje largo que habían planificado», relató Laura, la hermana de Fernando.

Antes de emprender el viaje, algunos tomaron contactos con sus familias para anunciarles el regreso. Sin embargo, horas después, éstas se enteraron a través de los medios del trágico hecho.

Las causas del accidente aún no fueron establecidas por los investigadores. Las primeras especulaciones revelaron que el Pointer se habría cruzado al carril por el cual circulaba el Escort, aunque no está claro si para superar un automóvil o por otro motivo.

La directora de Acción Social de Plottier, señaló que en la comisaría de Batán «nos dijeron que los chicos iban por su carril y al advertir que el Pointer también circulaba por el mismo lugar intentaron irse hacia la banquina, pero el conductor del otro auto hizo lo mismo y se produjo el impacto».

Un vínculo desde la infancia

Los cuatro jóvenes que fallecieron anteayer tenían un vínculo afectivo que los unía desde hace tiempo, por compartir el mismo barrio y haber cursado sus estudios. Fernando Gil, el mayor del grupo, tenía 33 años y una hija de seis llamada Lucía. Nació en Plottier, aunque pasó parte de su infancia en Corrientes donde su padre trabajaba en la construcción de grandes obras. A los trece años regresó a su ciudad natal y cursó estudios secundarios en el CPEM 27. Integraba una familia numerosa y era el hijo más cercano a su madre y vivía con ella, su padre, una hermana y su sobrino. Trabajaba en una empresa de seguridad. «Era una persona alegre, bromista y trabajadora. Estaba muy contento porque meses atrás había conseguido quedar en la planta permanente de la empresa», contó su hermana Laura. «Era el bromista del grupo y el alma de cada asado», agregaron sus amigos.

Carlos Lagos era el mayor de tres hermanos y vivía junto a ellos y a sus padres a sólo una cuadra de la casa de Fernando. Desde hace algunos años estudiaba inglés y trabajaba en una firma petrolera. Realizó la primaria en la escuela 92 y el secundario en la EPET 9. Sus amigos destacaron la dulzura y alegría que transmitía. «Era una persona alegre, muy buena y por sobre todo compañero», señalaron.

A metros de las casas de ambos vivía Sandro Méndez, de 24 años, quien compartió la primaria con Carlos. Creció en Plottier junto a sus hermanos y padres. Desde hace un tiempo era el sustento económico de su familia, ya que su padre reside en el noroeste del país. Sus allegados aseguraron que era una persona «alegre, educada y algo tímida». El secundario lo realizó en la EPEA 2, la ex EMETA. Estaba estudiando Saneamiento Ambiental en la UNC y estaba próximo a recibirse. Trabajaba en Easy y ayer muchos compañeros de trabajo estuvieron presentes en el velatorio y la sepultura. «Era muy atento y trabajador», deslizaron sus amigos.

Heraldo Bronzetti, de 25 años, fue compañero de secundaria de Carlos. El día del accidente era su cumpleaños. Vivía en Plottier en el barrio CGT 1 desde que su familia se mudó proveniente de San Martín de los Andes. Trabajaba en la misma compañía Carlos y, como Sandro, era el sustento económico de su familia ya que su padre se encuentra en Estados Unidos.

Notas asociadas: El traslado de los féretros demandó doce horas

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