Una trinchera con menos anotados

La segunda ola de contagios de coronavirus está presente en Roca y en el Alto Valle. Lo dicen las estadísticas, lo palpan los trabajadores del sistema de salud y también se refleja en el tablero político de la ciudad y de la región.

Hay cambios notorios en las conductas de autoridades y dirigentes partidarios, con respecto a las acciones de un año atrás.

El ímpetu por ponerse al frente de la batalla, la lucha -a veces silenciosa y otras no tanto- para demostrar quién es el mejor defensor de los intereses de cada vecino y el protagonismo permanente para la toma de decisiones no tiene esta vez el mismo número de anotados.

La primera ola dejó muchas lecciones. Y entre ellas, quienes viven por y para la política aprendieron que los altos niveles de exposición pública ofrecieron al principio una imagen positiva, pero a finales del 2020 dejaron un sabor amargo: todas las encuestas confirmaron que cayó la popularidad de los gobernantes.

¿Quiénes salieron indemnes del 2020? Los que pasaron en puntas de pie debajo de esa primera tormenta. La vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, por ejemplo, que arrastraba altos niveles de rechazo pero no profundizó esa desaprobación.

Más cercano para nosotros, el senador y exgobernador, Alberto Weretilneck, que capitalizó su promesa de no entrometerse en el día a día de la gestión de Arabela Carreras y tuvo doble rédito: nadie de “adentro” puede cuestionarle que haya cumplido con su palabra de mantenerse al margen. Y nadie de afuera lo ubicó como responsable de las penurias del año pasado.

Algo de esas enseñanzas parece verse en estos días en Roca, después de la primera necesidad de dictar normas con restricciones.

El municipio adhirió al decreto provincial sin modificar nada de lo escrito por el equipo de Carreras.

Podría pensarse en un acuerdo pleno con las medidas, pero hay datos para creer que antes que eso, hay una decisión de exponerse lo menos posible en esta etapa de la pandemia.

Una de ellas, la frialdad para comunicar la resolución municipal. Se emitió la normativa, se difundió un parte escrito, pero se rechazaron todas las invitaciones periodísticas a explicar en entrevistas el alcance las pautas. “Preferimos que hable la provincia, para evitar malos entendidos”, fue la amable respuesta ante los pedidos para detallar y contribuir a la difusión pública de las medidas.

Segundo dato: la resistencia municipal a modificar el límite en el aforo permitido a locales gastronómicos y otros espacios privados.

“Nosotros teníamos que fijar ese límite del 30% para ir en línea con el gobierno nacional y evitar que crezca el malestar porque las provincias no acompañan a los decretos del presidente. Pero los municipios podían correrlo. Cipolletti lo hizo y dejó todo en el 50%. En Roca sabían que iba a reaccionar la CAIC y los gastronómicos, pero se ataron al decreto para esquivar los reproches”, analizó el viernes un funcionario provincial.

Como sea, está claro que la segunda ola impone precauciones.

Es un año electoral y es poco aconsejable darse cuenta a mitad de camino que el traje de héroe no está hecho a medida.


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