Un recorrido virtual a la misteriosa torre medieval de Bariloche
La edificación del arquitecto Alejandro Bustillo era uno de los secretos mejores guardados de la ciudad. Conocela por dentro.
La misteriosa torre medieval que Alejandro Bustillo construyó en la península San Pedro de Bariloche no está abierta al público ni es un museo. Pertenece a los descendientes de la familia que se la compró al genial arquitecto en 1948.
Luego de la publicación de la nota que mostró, por primera vez, el interior de la construcción y contó su historia, no pocos lectores se interesaron por saber dónde está y cómo visitarla. La torre no es parte del circuito turístico ni está abierta al público. Solo se puede observar desde el lago Nahuel Huapi cuando parten las embarcaciones para excursiones lacustres.
Por eso RíO NEGRO -que accedió con un equipo al lugar- hace aquí un recorrido virtual por sus tres plantas y su mirador como una aproximación.
La misteriosa torre medieval de Bariloche
La torre es cuadrada y esbelta. Hecha de piedra, tiene paredes de no menos de 60 centímetros. Fue creada por Bustillo, junto a la casa en la que vivió mientras construía el hotel Llao Llao, como estudio y casa de huéspedes, contó uno de los descendientes de Jorge Pereda, que la compró en 1948.
No tiene las comodidades que existen hoy, tantos años después, y la humedad ha ido ganando espacio en los techos. Bustillo era dueño de buena parte de la península y en la década del 40 decidió lotear y vender lo que él llamó Villa Antumalal.
A la torre se ingresa por la pared oeste. Una puerta de madera que soporta los vientos de la cordillera, con una llave tan antigua como efectiva, dan paso a otro tiempo.
La planta baja era el estudio de Bustillo. Tiene piso de piedra y un enorme hogar a leña, con detalles de azulejos o mayólicas. Tenía una pequeña cocina que fue eliminada.
Los pisos se comunican entre sí a través de una escalera caracol que recuerda construcciones europeas de hace siglos, con algunas pequeñas ventanas que ayudan a no tropezar en el intento.
En el primer piso hay una habitación (los actuales dueños dispusieron allí de dos camas cuchetas porque la torre es habitada aun hoy), con su baño y su placard. El baño fue reformado; era la única manera de poder usar sus ambientes con comodidad.
Los postigos tienen herrajes a prueba del paso del tiempo y tallas realizadas a mano por el propio Bustillo.
Al segundo piso se llega por la misma escalera caracol. Es la suite. Su baño también fue reformado; no así el vestidor. Hay un espacio para la cama que, aun con la que tiene ahora, que es antigua, parece chico. La década de 1930 no sabía de king size.
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