Vecino del Confluencia: “Dicen que no tienen nada que perder”

NEUQUÉN

NEUQUÉN (AN).- “Ellos dicen que no tienen nada que perder. Escuchan, juran que quieren cambiar, pero el contexto no los ayuda”. Roberto Rodríguez es una de las pocas personas que tiene llegada a algunos de los jóvenes que infunden miedo en el barrio Confluencia.

Roberto estuvo inmerso en el submundo de la delincuencia “durante 19 años”. Tomó drogas, robó (”siempre afuera del barrio, por cuestión de códigos”, aclara) y “anduvo en la pesada”. Sus días y los de toda su familia cambiaron cuando uno de sus niños enfermó de la noche a la mañana, quedó paralizado en la cama, con la totalidad de los órganos afectados. Entró en terapia “y los médicos dijeron que quedaría en estado vegetativo”. El hombre desesperó y juró a los cielos que dejaría la mala vida si el pequeño vivía.

Hace cinco años de eso. Hoy es pastor evangélico, tiene 37 y su hijo 14. Es empleado estatal y las cosas le han ido bien. “La solución no es irse del barrio, la solución es ayudar”, repite.

Es de las pocas personas a las que escuchan los jóvenes que dicen tener poco para perder. “La solución no es traer más policías, eso es sólo un parche. Hay que buscarle ocupaciones a esos chicos, generarles oportunidades. Hay varios de ellos que quieren salir de la mala vida, pero no encuentran cómo”.

Hace algunos veranos, Roberto era la cabeza de una escuelita de fútbol barrial en la que jugaban casi todos los pibes que hoy cambiaron la pelota por las armas. “Son chicos que se enfrentan para demostrar poder, para ver quién es más fuerte, por el ‘estatus’. Pero sobre todo, porque nadie los contiene”.


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