Viajeros varados: cuando la solidaridad pone fin a la pesadilla

Luego de varios meses de travesía en el país, no podían cruzar los controles y no tenían opciones de alojamiento. En estos casos, que unen a ingleses, chilenos, uruguayos y argentinos en la Patagonia y Entre Ríos,  la respuesta fue la solidaridad.

¿Que hacer cuando una pandemia te sorprende lejos de casa en medio de un sueño que planificaste durante mucho tiempo y llevás meses en el camino? ¿Qué hacer sino te dejan entrar a los pueblos y ciudades aunque duermas en tu vehículo, no encontrás opciones de hospedaje y las rutas están cortadas si quisieras avanzar o intentar volver a tu hogar? Son miles los viajeros que tuvieron que buscar, a toda velocidad, una respuesta a esas preguntas. Y muchos, aun, siguen tratando de encontrarlas en estos días de vértigo que de a poco van dejando paso a otra certeza: tarde o temprano un alma solidaria aparece para dar una mano.

Gino, Tefi, Filippo y Giuseppe en el volcán Villarica en las rutas chilenas, en el comienzo de viaje en el 2019. Foto: Kombi familia sobre ruedas.

Y sino mirá lo que les pasó a Gino, Tefi y sus hijos Filippo (8) y Giuseppe (dos años y medio), de Kombi Familia sobre ruedas. Son chilenos que habían partido de Tomé (a 26 km de Concepción) y llevaban meses en el país. Iban rumbo a Uruguay cuando la cuarentena les cayó encima en Gualeychú (Entre Ríos), de donde los expulsaron y les rociaron algo que supusieron era desinfectante en una estación de servicio.

La tensa discusión en Gualeguaychú, de donde fueron expulsados. Un mal recuerdo que dio paso a conocer a sus nuevos amigos entrerrianos.

Les negaron el acceso a los pueblos y ciudades siguientes y solo la generosidad de Cynthia y Hernán, que se enteraron por las redes y los invitaron a su campo cercano a la frontera con Uruguay para darles un refugio donde pasar la cuarentena, les dio calma en la tempestad.

«Pasan los días y todo se torna más tranquilo y relajado para nosotros -contaron Gino y Tefi-. Agradecemos mucho todo lo vivido ya que gracias a eso llegamos a este hermoso lugar, somos afortunados de estar en donde estamos y disfrutar de la compañía de gente con un corazón gigante, Hernán y Cynthia nos recibieron con los brazos abiertos y nos han hecho parte de su vida cotidiana (en cuarentena por supuesto) estamos contentos y los niños muy fortachones tomando leche de vaca recién ordeñada todos los días».

Los chicos con Libertad: Hernán y Cynthia la preparan para vivir su propia aventura viajera (En combi por el mundo).

Mientras tanto, divulgan la situación de otros viajeros en problemas y comparten vivencias con sus anfitriones, dos capos con alma de viajeros que no renuncian a su propio sueño (En combi por el mundo): en estos días están dejando a punto a Libertad en su transformación de furgón a motorhome para salir a las rutas con alimentos no perecederos para dejarlos allí donde hagan falta cuando la pesadilla de la pandemia quede atrás.

El inglés Paul Shepherd, de 58 años, también la pasó mal. Y también lo sacaron de un pésimo momento las almas solidarias. Había entrado al país con su moto por Fray Bentos en junio del 2019 y se dedicó a recorrer la Patagonia.

Paul Shepherd en Tres Lagos, Santa Cruz.

Con la cuarentena, se fue con su carpa al camping municipal de Dolavon (Chubut) y estuvo ahí cuatro días hasta que lo denunciaron los vecinos y la policía lo depositó en el Hotel Deportivo de Rawson, le sacó la moto y le dijo que debía pasar 15 días ahí. Pero a la mañana siguiente se la devolvieron y le indicaron que debía seguir su viaje hacia Río Negro. «No entendí: en mi carpa estaba en cuarentena y después ya no», reflexionó.

Así durmió Shepherd en una estación de servicio de Puerto Madryn, hasta que le consiguieron una casa en las afueras de Trelew.

No pudo pasar el control de Puerto Madryn y durmió esa noche en una estación de servicio en una bolsa de dormir, de cara al cielo a pesar de la llovizna. Al día siguiente, sus nuevos amigos argentinos le consiguieron una casa deshabitada en las afueras de Trelew para que haga la cuarentena. Desde allí pasa los días conectado con ellos y con los amigos británicos de siempre, que celebran la buena onda de esos gauchos lejanos y lo invitan a pasar las horas comentando las bandas musicales que más lo influenciaron. «El pueblo argentino es increíble» dijo al agradecer lo que hicieron por él.

Mati y Naty (La gran Pocha) iban rumbo a Ushuaia cuando la cuarentena los tomó en El Bolsón. Les costó encontrar un lugar donde los dejaran estacionar la Trafic y cuando lo hallaron pasaron unos días casi sin salir junto a Tincho y Gabi (La cucha de Frodo, en otra Trafic ) hasta que ambas parejas decidieron volver juntas a Buenos Aires. “No teníamos un lugar seguro para pasar el aislamiento y tampoco contamos con el dinero suficiente en el caso de que esta situación se extienda”, explicaron.

La Gran Pocha y La cucha de Frodo se hicieron el aguante en El Bolsón hasta que volvieron a Buenos Aires.

Para eso gestionaron un permiso para atravesar los controles y se los dieron por 12 horas: hicieron unos 2000 km pasando por casi 20 retenes, discutieron para que los dejen circular en la mayoría y tardaron tres días. Ya están en casa y nunca dejaron de compartir en las redes la angustia de otros viajeros que todavía no pudieron volver o no hallaron hospedaje.

Uno de esos casos era el de Carla y Leo (Vamos bien) una pareja uruguaya que se quedó varada con su kombi 81 en Ushuaia con la caja de cambios rota, el frío que empezaba a apretar y las fronteras cerradas: por eso buscaban un lugar donde alojarse.

Su pedido de ayuda encontró eco, ya tienen donde quedarse y en la última historia agradecieron a toda la gente que se movió para ayudarlos. «Fuy muy emocionante y conmovedor recibir tanta buena energía por parte de gente que nunca conocimos».

En cada uno de estos posteos, entre los comentarios aparecen otros casos y en las redes se multiplican los pedidos de ayuda y los ofrecimiento de asistencia, por ejemplo en Motor Home Argentina, que en su página en Facebook en estos días se dedica solo a dar una mano a los viajeros.

Entre quienes aun necesitan volver a casa está Roy (Viaje al interior). Estaba con Anto en Ecuador rumbo a Alaska cuando ella debió volar a Puerto Madryn: su hermana debía ser operada.

Anto y Roy en pleno viaje. Ella debió volar desde Ecuador a Puerto Madryn por una emergencia familiar y él volvió manejando. Se quedó varado en Santa Rosa y un mecánico se ofreció a arreglar los problemas de la camioneta. También le consiguieron casa y alimentos.

Así describió Anto lo que siguió: «Hace exactamente 1 mes y 1 día que mi hermana ya no está con nosotros. Roy emprendió la vuelta en camioneta hacia Argentina para acompañar en este momento. Y fue en ese viaje de regreso que la camioneta se rompió en Santa Rosa, La Pampa, a tan sólo 750 kilómetros de distancia.

«Dos días después se declaró la cuarentena y Roy quedó varado en dicha ciudad. Estuvo una semana en una estación de servicio y gracias a muchísima gente que compartió la situación, Roy fue alojado en una casa y un mecánico va a ir a ver la camioneta. Además en estos dos días de publicar la situación por las redes recibió muchos alimentos de personas generosas hasta el infinito».

En el caso de Laura y Mariano (Soltar y viajar), que salieron de Centenario (Neuquén) en una kombi 88 rumbo a Alaska, la cuarentena los agarró en El Calafate (Santa Cruz). Después de dos días en una estación de servicio, sin chances de hacer 2.000 km para volver con las rutas cortadas, pudieron instalarse en un camping junto a los colombianos Isa y Ricardo (Isa por ahí).

Isabel y Ricardo, de Colombia. Junto a Mariano y Laura, de Centenario, Neuquén. Estuvieron juntos en una estación de servicio de El Calafate y luego pasaron a un camping, donde comparten la cuarentena ahora.

Allí, donde en los últimos días se sumaron nuevos vecinos (un cicloviajero catamarqueño, un mochilero alemán, una familia belga y una pareja checa) están los cuatro, cerca pero hasta ahí por la cuarentena que todos deben respetar: comparten comidas y charlas, si el clima lo permite juegan al fútbol, hacen gimnasia con la rutinas de Mariano (profe de educación física), se turnan para la limpieza de los baños con lavandina (se sumaron los nuevos vecinos a la tarea) y se hacen el aguante hasta que la pesadilla quede atrás. Porque de eso se trata también, de estar juntos pese a todo y de cuidarse con la esperanza de poder salir pronto otra vez a las rutas.


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