Desesperado pedido de ayuda de una vecina de Sierra Grande

Solicita colaboración para la atención de su esposo, internado en un geriátrico. Reclama mayor cobertura del Ipross.

“La única rueda de auxilio que tengo es mi hijo que vive conmigo”, dice desesperada Gabriela Salvatierra, una anciana que reclama al Ipross que cubra elementos mínimos como algodones y gasas para que alivien a su marido que está en un geriátrico.

Alfonso José Mayer está desde hace 18 meses en un geriátrico en San Antonio Oeste, dedicó toda su vida al trabajo en la tierra y fue muy conocido en Sierra Grande por su dedicada tarea de cultivos, sus huertas y venta de verduras y rosales.

Hoy la vejez lo encontró con una demencia crónica y la familia como salida lo llevó a un geriátrico porque necesita cuidados intensivos, las 24 horas, en un hospital o en una casa debería estar un familiar todo el tiempo y no podían cubrir esa necesidad.

Al principio fue un calvario porque el Ipross ni siquiera cubría los pañales, Gabriela recorría las radios pidiendo colaboración para su esposo y la gente respondía.

Esa necesidad ahora sí está cubierta y es un alivio para la familia.

Pero, “se me pone cada vez mas difícil la situación necesito suero, algodón grande, gasas comunes, gasas con suero y el Ipross me dice que no lo cubren” señaló Gabriela.

Agregó que su marido está al límite por la gran cantidad de escaras que tiene en su cuerpo, y lo que requiere es para higienizarlo. “No le queda mucho de vida y ya no lo voy a tener en mi casa pero necesito que esté mejor, que tenga una mejor calidad de vida”, acotó.

Todos los meses es la misma historia, debe empezar a juntar las cosas porque cada 30 del mes debe reponer los insumos.

En el geriátrico en el que está Mayer pagan mensualmente 18.000 pesos, se va la jubilación de él y parte de la de Gabriela.

“Yo no lo puedo cuidar, mi hijo vive de changas y tenemos que tener dos o tres personas para cuidarlo”, dijo entre llantos.

La mujer quiere viajar a Viedma a pedir personalmente al Ipross pero no le alcanza ni para el pasaje.

“Me corre sangre por las venas y la plata ya no me alcanza, menos ahora que los impuestos subieron, hace 46 años vivo en Sierra Grande, la rueda de auxilio que tengo es mi hijo”, añadió.


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