Vivir intensamente

Uno de los mitos más dañinos para la juventud es el de «vivir intensamente». Por «vivir intensamente» suele entenderse pasar mucho tiempo en la calle e ir de un lado a otro bebiendo cosas que dan ardor de estómago. En mi juventud también fuimos víctimas de la necesidad de vivir intensamente. «Vive deprisa, muere joven y haz un cadáver bonito», rezaba un eslogan de la época. El problema es que vivir deprisa no garantiza morirse antes. La mayoría de la gente que vivía deprisa continúa viva, pero con úlcera de estómago o piedras en el riñón. Además no quieren ni oír hablar de la muerte. Vivir intensamente no significa nada. En todo caso no significa, como creen algunos, tomar muchos aviones.

Durante una época me bajaba de un avión y me subía en otro y era la vida menos intensa que cabía imaginar. La intensidad llegaba cuando menos la esperaba y en los lugares más sorprendentes. Un día, bajando las escaleras de un ministerio, me crucé con un individuo cuya mirada no he logrado olvidar. Se detuvo delante de mí y estuvo unos segundos observándome. Aquello fue muy intenso, aunque no sé por qué.

Los sucesos más importantes de la vida son absurdos. El sentido es un adminículo digno de un «todo a cien». Las personas que presumiblemente han vivido de forma intensa te cuentan sus correrías a modo de historia. Quiere decirse que han necesitado hacer una reconstrucción que dota de coherencia a lo incoherente. Las mejores conquistas sexuales, por citar un campo que todo el mundo suele considerar excitante, son siempre casuales. Es el recuerdo lo que las convierte en una novela.

Los profesores aseguran que los jóvenes no comprenden los procesos históricos, pero quién los comprende. La historia de la humanidad no tiene ni pies ni cabeza, de modo que lo raro es comprenderlos.

Escribimos y leemos novelas porque nos vuelve locos aquello de lo que carecemos: el sentido. La vida es lo contrario de una novela: le sobran casi todas las páginas y, si hay alguna imprescindible, no sabemos cuál es. Aceptar la falta de sentido: eso es vivir intensamente.

JUAN JOSE MILLAS

El País Internacional


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