Volver 37 años después de la guerra

En medio del conflicto armado en Malvinas, la solidaridad de una familia viedmense marcó para siempre a un soldado continental de 19 años que esperaba que lo cruzaran a las islas para combatir. Hoy volvió y se reencontró con los que lo ayudaron.

Viedma - 28/03/2019
despues de 37 años el soldado continental, santiago villalba, se reencuentra con la familia ansola que lo albergaba en su casa durante el conflicto armado de las islas malvinas
Foto  : Marcelo Ochoa

Viedma - 28/03/2019 despues de 37 años el soldado continental, santiago villalba, se reencuentra con la familia ansola que lo albergaba en su casa durante el conflicto armado de las islas malvinas Foto : Marcelo Ochoa

Abrazos, lágrimas y emoción surgieron en forma espontánea, luego de 37 años, al revivir los días vividos en comunión durante la guerra de Malvinas.
Los protagonistas de ese acto cariñoso fueron un soldado continental de origen correntino que volvió a Viedma este otoño a visitar a la familia que en 1982 lo apadrinó y le brindó contención mientras esperaba su turno para ir al combate.
Santiago Villalba, oriundo de Ituzaingó, tenía 19 años en 1982. Había terminado el servicio militar y un telegrama le dio malas noticias: debía reincorporarse en forma compulsiva al Grupo de Artillería 3 de Paso de los Libres, días después de que los militares argentinos decidieron tomar por asalto a Puerto Stanley.
En los primeros días de abril del ‘82, una avanzada de sus compañeros con el entonces coronel Martín Balza a la cabeza se encontraba en cercanías de lo que luego fue bautizado como Puerto Argentino. A raíz de la mudez castrense, sus familiares creían que él estaba detrás de un cañón entre la tundra malvinense, pero permanecía en Viedma.
“Nosotros caímos de casualidad en este lugar porque habíamos salido con destino a Malvinas. Al menos eso decía el telegrama que le enviaron a mi familia. Pero cuando llegamos a Bahía Blanca nos informaron que debíamos esperar en una improvisada fortaleza del balneario El Cóndor, porque las Islas estaban saturadas de tropas”, contó el ex soldado que al volver a la vida civil trabajó en una empresa eléctrica, se casó y tuvo dos hijos.
Los jefes les anunciaron que el punto intermedio era una improvisada fortaleza en el balneario El Cóndor. Mientras hacían guardia en distintos puntos de la Comarca Viedma-Patagones; numerosos jóvenes eran cobijados durante los fines de semana en casas de familias. Así, en los francos saboreaban un plato caliente de pastas en un hogar lejos de las bravuconadas de los sargentos.
Santiago hacía 37 años que no veía a los Ansola, la familia que le abrió las puertas de su casa. Días atrás los visitó junto a su esposa Liliana y sus suegros. Recorrió los lugares donde hizo guardia, y compartió gratos momentos con esa familia a cuyos hijos conoció de niños, y hoy son hombres.
Recuerda que por su condición de norteño “sufríamos mucho el frío porque nos equiparon con una ‘ballenera’ (remera calada) y una sola campera. En las noches hacíamos las recorridas envueltos en una frazada y el relevo llegaba cada una hora para evitar una descompostura”, dice.
Carlos, lo interrumpe para rememorar que el encuentro en una plaza céntrica donde los muchachos quedaban a la espera de que una familia solidaria se compadeciera de ellos. “Nos llevamos dos chicos más, también de Corrientes, pero Susana es la que mantuvo el contacto (sólo con Santiago) y recién ahora nos volvimos a encontrar”.
Sobre el reencuentro, Santiago considera que “resultó emocionante ver a Carlitos y Susana, después de tanto tiempo, lloramos juntos, estoy feliz de volver a esta ciudad donde descubrí que está todo cambiado”, dice Villalba. Se abraza a sus amigos y muestra que en medio del poder destructivo provocado por la guerra, el afecto dejó sus huellas.

La historia de Malvinas hecha poesías y cuentos

“La guerra en mi” se llama el libro que escribieron el profesor de historia Diego Suárez, el actor Darío Altomaro, la profesora de literatura Ailín Muchella y el psiquiatra Juan José Servidio, sobre 17 testimonios de ex-combatientes de Malvinas que residen actualmente en la zona. La particularidad es que todas las historias reales están escritas desde la ficción, ya sea en poesías, cuentos, microrrelatos, hasta una obra de teatro.
“Nosotros queríamos hacer un libro de la guerra de Malvinas, pero en realidad el libro terminó siendo una cosas mucho más profunda. No es un libro de la guerra de Malvinas, es un libro de la gente que estuvo en Malvinas, de hombres que estuvieron atravesados por la guerra, de hombres que tuvieron un pasado, que tuvieron ese presente en la guerra y que después tuvieron que volver, de familias que los acompañaron, que estuvieron siempre presentes. Entonces el libro y el nombre ‘La guerra en mi’ tiene que ver más con el ‘mi’ que con la guerra, con estos seres humanos que”, resumió Suárez en conferencia de prensa.
Se trata de una tirada de 1500 libros que fue financiada en un 80% por la municipalidad de Plottier y el 20% restante por el Centro de Veteranos de Guerra de Neuquén.
“La idea es arrancar una malvinización y queremos que Malvinas deje de ser solamente una efeméride y que sea a lo largo y ancho de todo el año”, sostuvo Herving Vásquez, protagonista del libro y actual presidente del Centro de Veteranos.


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