Gastronomía y naturaleza, la dupla que potencia a Villa Pehuenia Moquehue

El Festival del Chef Patagónico atrajo a miles de visitantes a este paraíso de Neuquén. Las razones están a la vista: delicias regionales y paisajes de ensueño que podés disfrutar todo el año.

Unir es el verbo que más se escucha en la cocina.

Unir es mezclar un ingrediente con otro. También es sostener, mantener y apreciar con calma.

Unir es generar un lazo invisible entre un sabor y otro, entre una textura y otra. Es amasar con calma y suavidad.

Esta experiencia es la que garantiza siempre Pehuenia al visitante. Por algo es considerada desde hace años como la capital de la gastronomía neuquina. El reciente Festival del Chef Patagónico así lo ratificó y lo potenció.

El deleite por la cocina en un destino que ofrece toda su belleza natural.

Por un lado vale decir que por estas tierras hay un ejército de cocineros y cocineras que crean verdaderas delicias con los productos que se producen y cultivan en la zona. Va la lista de ellos y ojalá que no se me haya escapado ninguno. Andrés Marino (de Marino Amarrado), Matías Tesoriero (Borravino), Alejandra Bucci (Maddy), Alberto Puel (We Follil), María Sandoval (Ruta 11), Jaime Rivera (Los Radales), María Emilia Rovetto (Mandra), Julio César Cruz (Parador del Lago), Daniela Pringles (Hopprinhil), Alberto González (El Remanso).

Una villa de montaña, entre cerros nevados, pehuenes y un entorno sin igual.

Ezequiel Torres Mamone (El Tori), Leonardo Ezpeleta (Sobrelagua), Roberto Arce (El Humo del Arce), Mariana Plaza (Drumlin), Gustavo Monti (Drumlin), Aylen Martorella (Borravino), Marianella Brailé (Alfonsina), Julieta Brion (La Isla del Aire), Paula Zambianco (Brava), Ignacio Ortega (Independiente), Claudio di Lorenzo (La Moquehuina), Alejandro Vitullo (Terranova)… un pionero y un histórico pese a seguir siendo joven, Sebastián Mazzuchelli, alma mater del Festival del Chef.

“Hay un visitante más solidario y consciente con el territorio, más ávido de la cultura local”, ayuda a entender Mazzuchelli este fenómeno foodie que se da en la villa desde bastante tiempo y que va escalando en cantidad de turistas que tienen a Pehuenia-Moquehue como opción para escapadas o vacaciones.

Algo es más que evidente como tendencia postpandemia: la gente tiende a consumir más naturaleza. ¿Cómo se relaciona esto con la gastronomía? “Atender y aprender a conectarse con el paisaje es ya de por sí una experiencia maravillosa que acentúa nuestros sentidos”, afirma Carlos Urquiza, un comunicador nato cordobés que desde hace décadas eligió a este lugar como “su lugar”. Esta actitud de potenciar y refinar la percepción, agrega nuestro anfitrión de lujo, crea un circuito virtuoso que afecta la gastronomía.

Es así como encontramos aquí una cocina natural. Recetas creativas, refinamiento en las técnicas más la belleza y frescura de los productos (como verduras, frutas, hongos, gírgolas, vinos, cervezas, sidras, masas y carnes) componen la fórmula, una gastronomía de territorio: el paisaje mismo terminado montado en cada plato que llega al comensal.

“Emoción e impacto visual, eso es lo que buscamos todos los cocineros”, comenta Mazzuchelli. “Lo nuestro termina cuando el plato queda vacío. Qué felicidad nos produce eso”, acota. Lo efímero también es una experiencia única, digna de vivir por estos lares.

¿Lugares para ir a comer? Muchísimos. Uno más lindo y rico que otro. We Folil (en La Angostura de Icalma), Isla del aire y Sobrelagua en Moquehue. Y en Pehuenia: Maddy El Lago casa de té, Borravino, El Marino Amarrado, Estación de la Montaña, Hoppringill, Las Garzas restó, El Tori, Alfonsina, Mandra, Parador del Lago by Los Radales, Remanso Bodegón Bar, Drumlin cervecería artesanal, cervecería Brava Fuegos, Los Radales y Posada La Escondida, entre otros.

El fin de semana pasado comimos chivito en Los Radales y pastas en El Tori, imperdibles y recomendados. Otras veces alojamiento más comida en La Escondida y Amarras, un lujo total. Este último incorporó ahora una barra donde se puede vivir el atardecer con el mejor cóctel en la mano.

Nous, Huerquen, Chocolhaa, Estación de la montaña y Finca Araucaria, algunas de las firmas de productos que jerarquizan la cocina regional.

Las araucarias, icónicas y milenarias, custodian el paisaje.

Darse un respiro

Pausar es el otro verbo que más se conjuga aquí.

Pausar es darse un respiro, romper el círculo vicioso de la prisa y el pánico. Es tomar aire puro para cambiar física y mentalmente.

Pausar es una forma de profundizar la vida y de sentir más.

“El silencio siempre algo nos devuelve”, dice un residente que no pierde la costumbre de acompañar y aconsejar lugares para pasear. No por clásico no deja de mencionar el circuito Pehuenia, que transcurre a lo largo de 140 kilómetros por los lagos Moquehue y Ñorquinco, entre bosques de pehuenes.

El río Litrán, ideal para la pesca de truchas con mosca. Cabalgatas. El Batea Mahuida. Trekking a su cráter, o bien subir en vehículo. Una vez que ascendimos nos espera la vista de una grandiosa laguna de altura, y a la izquierda la de los lagos Moquehue y Aluminé, unidos por una angostura. La soberbia cónica de los volcanes Lanín y Villarrica, en Chile, completan el cuadro.

A nuestros pies, pura lava volcánica molida. En la base funciona el Parque de Nieve de la comunidad Puel Calfuqueo, ideal en invierno para las familias amateurs en materia de esquí o que recién empiezan con este deporte.

Por último, estemos donde estemos, las araucarias son siempre las grandes protagonistas de la villa. Árbol sagrado si lo hay, capaz de trascedernos en 80 generaciones. Podremos no saber mucho sobre ellas pero sabremos intuir de inmediato que representan la eternidad. Alcanzan 50 metros de altura y dos metros de diámetro. De copa piramidal con ramas espaciadas y extendidas como brazos dan como frutos piñas capaces de contener hasta 200 semillas de 3,5 a 4,5 cms de largo. Los piñones, de ellos estamos hablando, fueron y son la base de la alimentación de nuestros pueblos originarios.

Precio

$5.600
desde ese valor, se puede conseguir un Hostel para dos muy básico en Google, y en Booking, una cabaña para 4 desde $15.000.

Como verán, naturaleza y gastronomía se cruzan aquí, como unir y pausar, desde el inicio de los tiempos.

El río Aluminé es un protagonista del paisaje.

Cerro Batea Mahuida: Parque de nieve

El Parque de nieve Batea Mahuida de Villa Pehuenia está cubierto de blanco y la gente de la comunidad Mapuche Puel, que administra el cerro, ya publicó las tarifas de esta temporada de invierno.

Ubicado a aproximadamente a 8 km del centro de la villa, el parque tiene pistas ideales para disfrutar en familia, o con amigos.

Para disfrutar de sus pistas, el parque propone pases en temporada alta, de día completo por $3500 y en temporada baja $2.800.

Deberás sumar el alquiler de equipos, el día completo a $2.100 (temporada alta) $1900 (baja) y unos $2.400 a los medios de elevación.

El chef Christophe Krywonis felicitó a los organizadores.

Si querés tomar clases, como mínimo te saldrá $2.000 para una hora (máximo 5 personas).

La temporada alta será dese la apertura hasta el 27 de agosto y baja desde el 27 de agosto hasta el cierre.

Hay descuentos a contingentes (más de 10) Jubilados y menores de 10 años, no abonan pase.

Los valores están sujetos a modificación y hay más información en cerrobateamahuida.com.


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