Video: Bodoque, el alumno más flojo y más mimado de Las Lajas

En la Escuela Primaria 332 de Las Lajas hay un alumno muy especial, que enamoró a toda la comunidad educativa.

Hace un par de años, en el 2021, sin mochila ni guardapolvo, llegó a la Escuela Primaria 332 de La Buitrera, en Las Lajas, un alumno muy especial. No sabían dónde venía, pero desde el primer día hizo sentir su presencia. Apareció como de la nada, a los gritos, y salieron todos a ver quién era. A paso firme, caminó lento por la galería mientras su cola negra pasaba de lado a lado en la alto. Le convidaron algo para comer, para beber y Bodoque nunca más se fue.

Sandra Tello es docente de la escuela. Ese, es casi su segundo hogar desde hace muchísimos años y cuando cuenta la historia de este gato amiguero, se le nota en la voz el amor por los animales. «Antes teníamos una perrita que corría a todos los gatos, no dejaba entrar a nadie, entonces nos pareció raro escuchar un maullido. Pero ese día de febrero llegó y no dejó de venir. Le abríamos la puerta y cuando llegaron los chicos, empezó a pasearse por la escuela, porque le encantan los niños», dice.

Bodoque el día que juró a la bandera Argentina miraba fijo a la cámara y seducía con su negra belleza de la buena suerte.

De a poco se fue apropiando del lugar. Llegaba a las aulas, los chicos lo veían y como todavía era chiquito, lo levantaban. Lo llevaban de aquí para allá. Un día estaba en un curso, después en otro, pero siempre volvía. Dormía toda la mañana y a la tarde Sandra tenía un tercer grado chiquitos de 8 años y recorría toda la escuela buscándola.

Compartir con toda la comunidad educativa comenzó a ser la actividad preferida del peludo de cuatro patas. Lo empezaron a esperar y pensaron que había que ponerle un nombre. Hasta ese momento, no sabían nada sobre él.

«Pensamos que lo habían abandonado ahí, o que podía vivir cerca de la escuela. Empezaron a proponer nombres. Por ahí alguien dijo Bodoque, y ese les gustó. Pasó el tiempo y un día, una nena dijo ‘ese es mi gato’ era una niña chiquitita, así que no pudimos obtener mucha información, pero cuando vino la mamá a buscarla le pregunté y me dice, ‘sí, es nuestro, se llama Palta», relata Sandra.

«Es que los gatos son así», concluye. La mamá se lo llevó, pero a los dos minutos estaba de vuelta en la escuela, lo iban a buscar las nenas y al rato el gato estaba otra vez maullaba en la galería. Parecía que quería superar a La Vaca Estudiosa, la protagonista de la histórica canción de María Elena Walsh.

Por eso, su vida se transformó en un ir y venir de la escuela, a la casa de su familia que viven enfrente. Pasaron los años y marcó una rutina que perdura hasta hoy: llega más o menos tipo 6 de la mañana cuando ve a los posteros entrar. Ellos le dan de comer y se pone a jugar afuera. Corretea a los pájaros, a los teros, que lo picotean bastante porque se los quiere comer.

«Ahora está grande. Está gordo, así que yo no dejo que lo alcen tanto los chicos, porque como que le duele. Les digo que lo acaricien porque si no los va a rasguñar, pero jamás les hizo nada, le gusta estar en el aula», cuanta Sandra.

Una de sus actividades preferidas es dormir arriba de las camperas, o de las mochilas ahora. Siempre busca algún niño, merodea entre los bancos, como si estuviera eligiendo. Cuando pasa, todos empiezan a tirar las campera a tirar las mochilas y cuando se decide se acuesta al lado y duerme toda la mañana.

«Por ahí, trabajamos en grupo, y generalmente me falta un nene o tengo número impar, entonces el grupo que me falta, le agrego a Bodoque. La banda que lleva en la foto fue del día de la Promesa de lealtad a la bandera. Lo tienen tan incorporado los chicos, que me pidieron que le hiciera una banda para él, porque tenía que prometer con el grupo. También tiene su camiseta de Messi».

Es un alumno más y lo importante es que les ganó el corazón a todos. A la directora, por ejemplo, no le gustaban los gatos pero Bodoque la conquistó. «Esto sobre todo y lo que nos permite más que nada es valorar y generar amor, respeto hacia los animales. La importancia de cuidarlos, de no dañarlos porque sí, ni molestarlos. Yo les hablo a mis alumnos, porque ellos están enamoradísimos de Bodoque», concluye Sandra, una maestra.


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