¿Y si se viene otra inundación?

Al parecer, no hay demasiadas previsiones en Neuquén. Es necesario recordar que en marzo de 1975 hubo 20 muertos: cayeron 150 milímetros en sólo un día.

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El jueves 13 de marzo de 1975 la doble página central de este diario decía “Neuquén en estado de emergencia a raíz del catastrófico temporal” de dos días antes. El comienzo de la información daba miedo: “proporciones catastróficas asumieron las consecuencias del temporal desatado en esta provincia (de Neuquén) desde la tarde del martes y cuya intensidad se registró en las primeras horas de la madrugada de ayer. La violencia de las aguas desbordó canales y cursos y cambió la fisonomía de la capital neuquina. Inundó casi todos sus barrios y provocó la evacuación de centenares de personas cuyas viviendas se tornaron inhabitables. En el interior de la provincia el panorama es grave. En Cutral Co hay que lamentar la muerte de tres personas y una cantidad no determinada de desaparecidos”. Un título estremecedor daba una cifra provisoria de toda la provincia: “veinte muertos y más de diez desaparecidos”. El título para Picún Leufú era “pueblo arrasado por las aguas”. Si no se mencionara a estas provincias, un lector desprevenido podría pensar que estas líneas se refieren a las recientes inundaciones en Buenos Aires y La Plata.

Estas inundaciones producidas a principio de mes en Buenos Aires y La Plata generaron dudas, en todo el país, acerca de si las ciudades están preparadas para afrontar fuertes lluvias, que tienden a ser cada vez más intensas en menor tiempo con la ayuda indispensable del cambio climático.

La Reducción de Riesgo de Desastres (Unisdr), dependiente de la Organización de Naciones Unidas (ONU), determinó que Argentina es el país con más alto riesgo de sufrir un desastre en América Latina. En el informe anual sobre la “Estrategia Internacional”, que elabora el organismo, señala que uno de los motivos más importantes para que ocurra un desastre son las inundaciones.

En la ciudad de Neuquén, los factores que pueden provocar la inundación son varios. Por un lado, el desborde de alguno de los ríos cuya confluencia da origen al río Negro. En el caso del río Limay, las numerosas represas funcionan como elementos de contención y solo habría complicaciones en caso de que colapsara su capacidad por importantes lluvias en la zona cordillerana. El otro río, el Neuquén, es más temible parque la pendiente es mayor y arrastra un mayor caudal en tiempos de crecidas. Se han construido defensas en algunas riberas, como es el caso del barrio capitalino Rincón de Emilio. Pero los factores más preocupantes no son los ríos, sino sus cuencas, aquel sector que los alimenta de aguas y hoy esta siendo ocupado progresivamente por viviendas. Las incesantes nuevas construcciones y la expansión del asfalto sobre las calles quitan permeabilidad al suelo, con la consiguiente dificultad para el drenaje, y en ciertos lugares podrían ser funcionales a una catástrofe.

La confianza mata al hombre

Hay un exceso de confianza en la bondad de la naturaleza, ya que “todo depende de la cantidad de lluvia que caiga en cortos periodos de tiempo”, dijo Marisa Cogliati, doctora en Ciencias de la Atmósfera. Explicó que si bien la ciudad, como la provincia, tiene bajos niveles anuales de lluvias, no se puede descartar que se reiteren temporales tan catastróficos como el de marzo de 1975, o aún peores.

Tanto a nivel municipal como provincial, son inexistentes los diagnósticos oficiales de evaluación o mapas de riesgo ante posibles inundaciones. Faltan estructuras gubernamentales y equipos de profesionales, falta capacitación de políticos y dirigentes y, principalmente, falta continuidad de las políticas en el tiempo.

¿Un desastre en Neuquén?

Olga Capua, profesora de geomorfología de la Universidad Nacional del Comahue (UNC), aseguró que la ciudad de Neuquén tiene grandes probabilidades de sufrir inundaciones como las desencadenadas por las recientes lluvias en Buenos Aires y La Plata. La capacidad de la ciudad para canalizar hacia el río Limay puede verse desbordada por el agua que bajaría de la barda, a través de “zanjones”. Lo que se vería agravado por la inexistencia de espacios para que el agua se filtre debido a la gran cantidad de construcciones –las más oficiales– que “amurallan” un extenso sector de la barda”.

Una lluvia de las características de la caída el 12 de marzo de 1975, haría un desastre en Neuquén, dijo Capua. Según ella, la catástrofe, que también afectó a la provincia de Río Negro, fue producida por una lluvia equivalente a la que caía en todo el año. Por ese entonces, la permeabilidad del suelo neuquino era mucho mayor, dadas las pocas construcciones, la baja cantidad de calles asfaltadas y a que era una ciudad que todavía no estaba en proceso fuerte de expansión.

Una catástrofe similar a la sucedida hace 38 años, también traería complicaciones en el sector de la alta barda, desde el shopping, en proceso de construcción, hasta la “Ciudad Judicial”, en la misma situación que el paseo de compras, el Concejo Deliberante y la Legislatura. Pueden llegar a producirse deslizamientos de grandes bloques de terreno. Si bien se realizaron los estudios correspondientes para determinar la capacidad de peso que puede soportar la barda, “se desconocieron los procesos geomorfológicos”, señaló Capua. Es cierto que se realizó el relleno de las bases, pero no se contempló que, ante la posibilidad de altos niveles de precipitaciones, el agua caída se filtre por debajo de ese relleno en grandes cantidades, lo que podría provocar un colapso parcial o total de las construcciones.

Existen tres conceptos que explican cuando un lugar determinado de una ciudad puede sufrir una catástrofe, ya sea provocada por una inundación u otro motivo: zonas de peligro, terrenos que se inundarían por ejemplo con el crecimiento de un río; zonas de riesgo, lugares en estado de peligro que son habitados por personas o bienes pero que pueden resistir ante la potencial amenaza y zonas vulnerables donde hay personas o bienes que van a ser afectados, ya sea con daños materiales importantes o la pérdida de la propia vida.

Según confirmaron fuentes de Defensa Civil provincial, en vulnerabilidad se encuentra la zona de las riberas de los ríos Neuquén y Limay y los barrios o tomas ubicados en cuencas y cañadones de la barda, como por ejemplo los asentamientos 7 de Mayo, Cordón Colón o Cuenca XV.

Hacia una solución posible

La fuente dijo que para prevenir estos desastres y buscar una solución, se debería encarar oficialmente un proyecto a largo plazo, con un equipo de trabajo interdisciplinario, integrado por organismos del gobierno (Defensa Civil) y representantes de bomberos y del sector Salud junto a comisiones vecinales, para estudiar cada sector de la ciudad y generar informes sobre la situación de cada área. Tendría el objetivo de detectar en zonas de riesgo y aplicar medidas de prevención. Habría que sumar también la creación de un Centro de Operación de Emergencia (COE), que funcione como receptor de alarmas, base de datos y conductor para dar una respuesta rápida, ordenada y efectiva ante un posible desastre. Todo ello complementado por la concientización desde los primeros niveles educativos.

Todo trabajo a nivel local, dijeron en Defensa Civil, debe contar con la participación activa de la Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC), que es uno de los organismos mejor preparados, con reconocimientos internacionales, para realizar el monitoreo, alarma y aviso a tiempo ante un potencial desastre. A pesar de que investiga e informa continuamente a las autoridades, no ha tenido respuestas para realizar un trabajo en conjunto serio, dicen allí.

Jorge Gadano

jagadano@yahoo.com.ar

Carlos López

carloslopez@rionegro.com.ar

NEUQUÉN


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