Te invito a que comas unos días sin gluten y verás beneficios

Estefanía Fachinetti, de la ong Mi Comida Me Sana, de Neuquén, anima a que pruebes hábitos más saludables.

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Por Estefanía Fachinetti,

socia fundadora de la ONG Mi Comida Me Sana

Tema recurrente y que nos implica a todos: el gluten. Compete a todos ya que uno de los cuatro cereales que la contienen (además de la cebada, el centeno y la avena) es el trigo, que se encuentra presente por excelencia en prácticamente todas nuestras comidas, alacenas, quioscos y platos de nuestra sociedad y, justamente, es el cereal que mayor cantidad de gluten tiene.

Por esto es que su consumo y consecuencias engloba a cada persona y no solo a un grupo social afectado por el mismo. Pero ¿qué es el gluten? ¿cómo es que a todos nos afecta? y ¿qué alternativas existen?

Primero, hace falta saber de qué estamos hablando cuando decimos “gluten”. Se llama así a un compuesto de proteína responsable de la consistencia elástica y de la masticabilidad de la masa. Dentro de las reacciones posibles, su puede producir: alergia, intolerancia (celiaquía) o sensibilidad.

La primera, ocurre cuando el sistema inmune de la persona acumula una respuesta alérgica a la proteína, lo que puede llevar a problemas como ojos llorosos, nariz moquienta, urticaria, hinchazón de lengua, aceleración del corazón o, más graves, como la anafilaxia. La segunda, celiaquía, es una enfermedad que lleva a la inflamación y daño del intestino delgado, lo que deriva en problemas como dolor estomacal, hinchamiento, gas y diarrea, pérdida de peso, salpullido en la piel, problemas de huesos, deficiencia de hierro, infertilidad, fatiga y depresión. Algunas personas no tienen alergia o intolerancia y aun así experimentan síntomas similares, lo que se conoce como sensibilidad no celíaca y se manifiesta con dolores internos, fatiga, neblina mental, dolor de articulaciones y salpullido de piel, entre otros.

Además de los distintos niveles de consecuencias que genera el gluten al consumirlo, hay otro efecto que es universal en cualquier persona que lo consuma y es que actúa como un mucógeno. O sea, esa misma característica del gluten que aporta elasticidad a la masa y la hace mantenerse pegada, unida entre sí, es la que genera el mismo pegote, pero dentro del cuerpo.

Imagináte esa misma masa pegajosa, chiclosa, como moco, pero en las paredes del intestino. Esto retrasa el movimiento intestinal e impide que el organismo absorba nutrientes muy importantes, lo que desemboca a su vez en una malnutrición del organismo (déficit de minerales y vitaminas) y genera constipación.

¿Y cómo nos puede afectar a todos estos efectos del gluten?

Bueno, como sabemos, todos los días en nuestras comidas (desayuno, colaciones, almuerzo, merienda, cena) algo de trigo hay, algo, o bastante. Incluso alimentos procesados como una simple barrita de cereal, tienen en sus ingredientes harina de trigo (juga a leer los ingredientes de los paquetes de comidas procesadas y tratar de encontrar en cuál no hay trigo).

Pero si al menos el trigo fuera la semilla que alguna vez fue, por naturaleza, no resultaría tan dañina como hoy observamos en crecientes casos. Lejos de esto, el trigo pasó de ser un cereal de unos pocos granos, a ser intervenido por la industrialización y manipulado genéticamente, modificando enormemente las variedades de trigo originales con escaso contenido en gluten, a grandes cosechas de trigo muy enriquecidas en gluten, con el objetivo de facilitar la preparación de las masas y conseguir productos “atractivos” para el consumidor. Los criterios actuales para la selección del trigo no tienen en cuenta su valor nutricional, sino las demandas por la industria alimentaria y el bajo coste económico.

La razón por la que actualmente se observan cada vez más casos de celiaquía, sensibilidad o alergia al gluten, es justamente por este incremento intencional de este conjunto proteico que se ha venido realizando desde el siglo XIX sobre la semilla de trigo. Mientras que previa intervención industrial el trigo contenía menor medida de gluten, hoy, el gluten representa el 80-90% de las proteínas del trigo. ¿Vamos conectando?

Por eso es que no es sólo tema de los celíacos. De hecho, hay estudios que muestran que más del 60% de la población caucásica (blanca) es intolerante al gluten y el 80% de la población negra también. Entonces, es un problema de toda la población, todos tenemos una fragilidad frente a su consumo y podemos experimentar migrañas, colon irritable, dermatitis, tiroides, fatiga crónica, sin saber que era ese el causante.

Y si sos de las personas que tienen que ver para creer, ¡mejor! Te invito a que lo compruebes con tu propio cuerpo. Experimenta solo por unos días alimentarte sin que haya gluten, o al menos, sin harina de trigo. Y sentí por tu cuenta los beneficios y cómo los síntomas negativos que experimentas a diario como la hinchazón, constipación, mucosidad o alergias van desapareciendo. Podes empezar de a poco, retirándolo solo por las mañanas y tardes, hasta que te animes a sacarlo por completo, por unos días, para vivenciar los cambios. Es realmente recomendable.

Y tal vez dirás “¿¡y cómo hago!? ¿qué como?”. Las alternativas nunca estuvieron tan cerca: aunque el gluten se encuentra en los cereales de trigo, cebada o centeno, hay algunos cereales libres de gluten como el arroz, el mijo, maíz, trigo sarraceno, avena, así como cereales andinos, tales como la quinua y el amaranto. Tampoco contienen gluten la soja ni las semillas de girasol. Podés conseguir harina de cualquiera de ellos, así como harina de garbanzos, harina de algarroba, harina de lino, harina de cualquier semilla, ¡jugá!

También podes incorporar estos cereales más digeribles y nutritivos cocinándolos. O incursionar más en la gran variedad de legumbres, también saciadoras ¡y cargadas de nutrientes! Es una buena alternativa incluir frutos secos y frutas en las colaciones, desayunos o meriendas. Y si te da hambre luego de unas horas, tener cocido tu cereal o legumbre, condimentado dulce o salado y también lo consumís como tentempié.

Para más información podes acercarte a nuestra ONG Mi Comida Me Sana, ya sea de manera presencial -a los encuentros quincenales que realizamos en Neuquén Capital- o a través de nuestra página web (www.micomidamesana.org) o Facebook (Mi Comida Me Sana).

En los encuentros cada quince días, podrás asesorarte tanto en las charlas informativas con profesionales de la salud como en los talleres prácticos de diferentes recetas, realizados por invitados idóneos de la temática.

¡No te quedes con la inquietud! Cualquier duda es bienvenida.


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