Bariloche, lejos de ser una ciudad accesible

Desniveles, escalones, baldosas rotas o faltantes y postes, entre otros obstáculos, complican el día a día. ¿Qué planes tiene el Municipio para revertirlo?

Las veredas de Bariloche bien podrían formar parte de uno de los atractivos turísticos de la región cordillerana. El faltante de baldosas, los desniveles del terreno, las interminables seguidillas de escalones y hasta la presencia de postes y cartelería municipal hacen que, llegar de un punto a otro, resulte una experiencia inolvidable.

No se trata de una problemática exclusiva de los barrios alejados del Centro Cívico, donde el asfalto es una expresión de deseo de un puñado de vecinos y los peatones conviven con los vehículos que pasan a su lado.

Los problemas de accesibilidad son palpables con solo hacer unas pocas cuadras céntricas, donde turistas y residentes caminan con cuidado.

La imagen de abandono se multiplica cada 100 metros y deja en evidencia el peligro latente de sufrir un tropiezo y terminar la tarde en una de las atestadas salas de guardia médica.

Luis “Chicho” Suero conoce de cerca la problemática. El director del centro cultural para personas con discapacidad (CreArte) sabe de las dificultades que atraviesan los alumnos. “Es absolutamente inaccesible”, opina sobre la escasa posibilidad de que una persona con movilidad reducida pueda trasladarse por su cuenta.

Los frentistas tienen responsabilidad directa sobre sus veredas. Pero el mismo Ejecutivo Municipal reconoce que debe asegurar que los espacios peatonales tengan una “mínima y razonable conformación”. Así lo establece una normativa aprobada en el 2013 en la que se encomienda el relevamiento y reparación de aceras bajo dominio público.

La preocupación es genuina y compartida. Según datos aportados por la comuna, durante el 2016 se labraron unas 600 actas de infracción por el mal estado de las veredas.

Durante las próximos meses el Concejo Municipal tendrá en sus manos un proyecto del intendente Gustavo Gennuso, quien ideó un concurso que premiará a las “mejores veredas” para estimular a los frentistas a reparar o construir aquellas que faltan.

Barreras

A mediados del 2012, durante el gobierno del exintendente Omar Goye, el Deliberante aprobó la ordenanza 2335 para eliminar las “barreras físicas” que pudieran dificultar el acceso y la circulación de personas con movilidad reducida.

Además estableció criterios técnicos para las sendas peatonales, el acceso a las costas y la instalación de escaleras y rampas.

El texto hace referencia a la necesidad de revisar las condiciones de accesibilidad de la ciudad y definió la creación de un programa para quitar las barreras urbanas y arquitectónicas, que debió ser presentado 90 días después de la sanción de la normativa. Eso finalmente ocurrió el 10 de noviembre del 2013.

El escaso avance en la materia encuentra múltiples argumentos. Hoy el municipio cuenta con un plan de diagnóstico, aunque carece de un relevamiento que le permita conocer los kilómetros de veredas disponibles en uno de los ejidos más extensos del país.

Crecimiento

Consultado por “DeBariloche” el subsecretario de Planeamiento Urbano, Pablo Bullaude, reconoció que Bariloche es una ciudad con “muchos problemas” de accesibilidad. Explicó que la topografía hace que el municipio se encuentre frente a “millones” de situaciones distintas.

El funcionario expresó su deseo de concretar un manual de espacio público que incluya soluciones para los problemas de accesibilidad. Hasta ese entonces, la comuna trabaja en dar los “cuidados necesarios” para cumplir con el objetivo de priorizar al peatón.

En la actualidad el municipio no tiene en su agenda un relevamiento que incluya intimaciones a los privados por las barreras físicas que pudieran tener en sus veredas.

“Ponemos la lupa cuando traen modificaciones”, detalló sobre una metodología que también se aplica a las nuevas edificaciones, donde es más sencillo que se ajusten a la última modificación del Código de Edificación.

“Estamos en el traspaso de pueblo a ciudad”, entendió Bullaude sobre un problema que comenzó hace más de 40 años con el “boom de los loteos” y la posterior aparición de los Códigos de Planeamiento y de Edificación, que datan de 1983.

Tiempo

Por el momento las soluciones para el centro de la ciudad deberán esperar. La mayor apuesta del municipio en materia de accesibilidad es la remodelación de la calle Mitre (ver aparte).

El siguiente paso en su área será acordar con Obras Públicas la construcción de veredas en los barrios, y hasta ya se piensa en el financiamiento de los trabajos con fondos otorgados por la ordenanza de plusvalía urbana o mediante facilidades de pago concedidas a los vecinos.

Bullaude estimó que la ciudad cuenta con aproximadamente 500 kilómetros de calles de ripio donde se buscará priorizar el acceso al transporte público.

Luis Suero también cree que el transporte es la “piedra angular” de la accesibilidad.

Explicó que poder viajar en colectivo es una “complicación” para sus alumnos ya que muchos de ellos no pueden salir de sus casas cuando llueve porque, al mal estado de las calles, se suma que muchos nacieron en lugares donde las veredas seguirán siendo un proyecto.


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