Chile: el desafío de la izquierda

Unidad y cambio. Esas dos palabras, presentes en el discurso del candidato oficialista chileno Alejandro Guillier, no parecen inocentes, ante la necesidad de lograr el apoyo del resto de los partidos de centroizquierda para llegar al poder.

“Hoy triunfó el futuro y no el pasado. Pero necesitamos reconstruir una unidad profunda de todos los chilenos y chilenas que estamos por los cambios. Necesitamos ir a la segunda vuelta con propuestas claras que nos agrupen a todos, para que todos se sientan parte de lo que será mi gobierno”, señaló Guillier en la noche del domingo, después de que se supiera que llegó a la segunda vuelta.

El senador independiente tendía así la mano al resto de las formaciones de centroizquierda, un sector que acudió fragmentado a las elecciones, en las que el representante de la alianza de Gobierno de Michelle Bachelet obtuvo el 22,7 por ciento de los votos.

Guillier quedó casi 14 puntos porcentuales debajo del conservador ex presidente Sebastián Piñera (2010-2014), que aspira a un segundo mandato y podría marcar el giro a la derecha en el país, gobernado desde 2014 por la socialista Bachelet.

El gran objetivo del candidato oficialista será lograr el respaldo de Beatriz Sánchez, de la nueva alianza de izquierda Frente Amplio, que fue la gran revelación de los comicios al quedar tercera con poco más del 20 por ciento de los votos.

“Chile quiere un cambio y lo dijo hoy votando. El Frente Amplio llegó, y para quedarse”, aseguró la víspera su exultante candidata, a quien las encuestas le daban alrededor del ocho por ciento de los votos.

La gran incógnita en Chile hoy es si Sánchez apoyará abiertamente a Guillier o repetirá la historia de Marco Enríquez-Ominami, el ex diputado socialista que en 2009 dio la sorpresa al obtener un tercer lugar con el 20 por ciento de los votos.

En ese entonces, Enríquez-Ominami no dio un claro apoyo al oficialista Eduardo Frei y Piñera logró romper con 20 años del Gobierno de la Concertación, de centroizquierda, y llegar a la presidencia.

En su tercera candidatura presidencial, Enríquez-Ominami obtuvo el domingo el 5,7 por ciento de los votos y ante el resultado anunció inmediatamente su respaldo al oficialista. “Es el momento de Guillier”, aseguró el líder del Partido Progresista (PRO), que atacó duramente a Piñera durante la campaña.

Es justamente el temor a que Piñera revierta las medidas progresistas de Bachelet, entre ellas la de la gratuidad de la educación, le ley de aborto en tres causales o la unión civil entre homosexuales, lo que podría unir a los partidos de centroizquierda.

“Creo que este país va a ser menos moderno y menos inclusivo si gana la derecha. Dada la votación, nosotros tenemos una gran responsabilidad para hacer que la Nueva Mayoría avance más en las reformas para hacer un gobierno más inclusivo”, consideró Javiera Parada, miembro de la coalición de Sánchez, en un debate postelectoral en la televisión chilena.

En sus primeras palabras tras la elección, Bachelet insistió en el objetivo de que la centroizquierda siga en el poder. “Chile necesita otro gobierno progresista para seguir avanzando en todo lo que ya hemos hecho”, aseguró.

E insistió: “Por décadas, el progresismo es lo que ha permitido que Chile avance en lo social y es hora de construir nuestra unidad entre todos juntos”.

*dpa


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