El negocio de lo robado

Las encuestas muestran que la seguridad se mantiene al tope de las preocupaciones de los argentinos, sólo por debajo de la inflación y el desempleo. Y en estos días varios hechos han evidenciado un problema poco abordado por las autoridades de todos los niveles del Estado: los aceitados circuitos de comercialización de los productos robados.

En la zona metropolitana, las noticias reflejaron que la piratería del asfalto, una de las fuentes principales de mercadería ilegal en el país, no sólo se ha mantenido sino que creció un 15% en el 2016. Según cálculos empresarios, en el país desaparece un transporte de mercadería cada cuatro horas.

En esta semana, una policía fue herida de siete balazos al intentar impedir una acción en Lomas de Zamora, mientras que pocos días antes fue desbaratada una superbanda bonaerense especializada en este crimen. Sin embargo, las acciones puntuales hacen poca mella en la situación general.

Para entender la magnitud de este crimen organizado, se estima que genera ganancias de unos 20 millones de pesos mensuales. La Mesa Interempresarial de Piratería de Camiones estima que hoy actúan unos ocho o diez grupos especializados en este delito. Cuentan con recursos y organización para hacer inteligencia sobre envíos, adquirir vehículos, armas de alto poder y tecnología que les permiten inhibir la vigilancia satelital de las unidades de transporte. También logística para transportar lo sustraído, lugares de acopio y asesoría legal: los robos de mercadería, la liberación de los choferes y vigiladores y la aparición de los pocos remolques robados que se recuperan se producen en jurisdicciones diferentes, lo que les permite complicar la investigación al superponer competencias.

Entre las tendencias preocupantes en este año figura el secuestro cada vez más común de camionetas y combis, alternativas al camión. Y el creciente robo de camiones de combustible, que hasta el 2014 casi no tenía peso y hoy se encuentra en octavo lugar, detrás de comestibles, electrónica, medicamentos e indumentaria, entre los más comunes. Aunque el eje del delito se concentra en Capital, el conurbano bonaerense y la ruta hacia Brasil, el robo de combustible puso en la mira a la Ruta 3 que atraviesa la Patagonia.

Este accionar criminal no funcionaría sin aceitados circuitos de venta de mercadería ilegal. Como señaló un asesor legal empresario: “No se roba lo que no se vende (o transforma en efectivo) ni se ataca lo que abunda”. Esta máxima podría extenderse hacia el resto de los delitos, ya que la piratería del asfalto es sólo la máxima expresión de la facilidad con que diversos productos robados son luego vendidos en el mercado negro.

La mayoría de los planes de seguridad enfatiza en la instalación de cámaras y la “saturación” policial de áreas conflictivas, que luego difunden exitosos operativos donde exhiben los productos recuperados. Sin embargo, poco se investiga la trama de comercialización ni a las organizaciones encargadas de “reducir” lo robado, a menudo a través de internet, redes sociales y el comercio informal.

El gobierno nacional lanzó esta semana un plan para registrar a todos los dueños de las líneas de celulares, el producto más robado en asaltos callejeros, para desalentar su uso para fines delictivos y frenar la venta de equipos robados. Sin embargo, siguen sin desarrollarse herramientas digitales de investigación para identificar y frenar la comercialización ilegal de estos elementos por internet, así como en desarmaderos, “saladitas” y ferias.

Y sobre todo, fomentar un cambio de actitud en los consumidores. Una investigación realizada a fines del año pasado en Neuquén reveló que el “código” que comparte la mayoría de los músicos de no comprar instrumentos que sospechan fueron robados a colegas permitió descubrir a una sofisticada banda que los comercializaba en toda la región a través de internet. Sería positivo que la actitud se expandiera en el resto de la población, donde abundan los deseosos de aprovechar sospechosas “gangas” flojas de papeles sin pensar que podrían ser la próxima víctima de uno de estos hechos.


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