Los capitales se demoran

El esfuerzo por mostrar un escenario atractivo para los inversores aún no se traduce en llegada de divisas. Al mismo tiempo, cae el producto y crece la deuda.

Distintas culturas a lo largo de la milenaria historia de la humanidad, practicaron rituales destinados a buscar el favor de los dioses, que garantizaran la temporada de lluvias y el producto de la tierra. La danza de la lluvia, como se conoce en general, no era más que un espectáculo dantesco que difícilmente guardara relación con el caudal de precipitaciones en determinado lapso. Quienes lo practicaban sin embargo, creían desde sus entrañas, que sin el paso previo del rito, la llegada de la lluvia sería imposible.

Paradójicamente, el gobierno eligió como parte de su estrategia de comunicación, la alegoría de la lluvia para referirse a la llegada de las inversiones productivas desde el exterior. Una lluvia que se demora, que aun no moja. En línea con la metáfora oficial, el esfuerzo del gobierno en su conjunto por mostrar la inminente precipitación de inversiones desde el exterior, se asemeja a la danza ritual que se ofrece a la deidad del capital extranjero para obtener su favor, y garantizar el flujo de divisas necesario para reactivar la economía. Forma parte de ese ritual, el Foro de Inversiones y Negocios de Argentina, realizado la semana pasada en el CCK donde se agasajó a un nutrido grupo de CEO de empresas extranjeras, quienes escucharon de boca de los funcionarios del gobierno, que Argentina ofrece oportunidades de negocio por u$s 130.000 millones. El apesadumbrado pedido de disculpas del Ministro Alfonso Prat Gay a los empresarios españoles, es otro ejemplo. También lo es la insistencia del gobierno respecto al potencial de la inversión en el país. “Anuncios de inversión del sector privado desde el 10 de diciembre de 2015 a la fecha: u$s 32.635.800.000”, indica un banner de pantalla completa al ingresar al sitio web del Ministerio de Hacienda de la Nación, sin detalle alguno de cuáles son las empresas inversoras, ni cuáles son los plazos de ejecución o llegada de las inversiones.

Pese a ello, el esfuerzo religioso por atraer el ingreso de capitales, no se traduce aun en la copiosa lluvia que anuncian los chamanes oficiales. Un reciente informe del Centro de Economía Política Argentina (Cepa), indica que los compromisos reales de inversión, aquellos que tienen nombre y apellido y a los que se puede asignar una fecha de concreción, ascienden a u$s 18.000 millones, poco más de la mitad de lo anunciado en la web del Ministerio de Hacienda. Pero si se analizan los datos que brinda el Banco Central (BCRA), se observa que el ingreso de Inversión Extranjera Directa (IED) en el país durante el primer semestre del año, asciende apenas a u$s 1.293 millones. La cifra es muy similar al promedio registrado en cada primera mitad de año entre 2007 y 2015, periodo en el cual la relación con los capitales extranjeros, fue mucho menos “amigable”. La tendencia fue confirmada por el Indec esta semana. El organismo de estadísticas oficiales, estimó que la caída de la inversión en el segundo trimestre del año, fue del 4,9% interanual.

Cuello de botella

El consumo y el gasto público eran hasta fines de 2015, los elementos que movilizaban la demanda agregada, y el nivel de actividad económica. Con la intención de provocar un cambio en el eje de la dinámica económica, el plan oficial tenía dos partes: sinceramiento de tarifas, tipo de cambio y precios relativos por un lado, y revisión del gasto del Estado por el otro, a fin de reducir el déficit fiscal.

La primera parte tuvo relativo éxito, y derivó en la esperada baja del consumo. El descalce entre la caída del consumo y la llegada de capitales desde el exterior, podría considerarse una inconsistencia temporal a subsanarse en el mediano plazo, si las promesas de inversión finalmente se concretan. Un verdadero cuello de botella. A la espera de las demoradas inversiones, la desaceleración en el nivel de actividad, es inocultable. El mismo Indec reconoce una baja del 1,7% en el Producto Bruto Interno (PBI) durante el primer semestre.

En cuanto al gasto, el resultado es magro. En el primer semestre de este año, el rojo en las cuentas del Tesoro Nacional asciende a $186.000 millones, un 43% más que en igual periodo de 2015. Es decir que tomando en cuenta una pauta de inflación anual acumulada del 40%, el gobierno no ha logrado reducir el déficit. Difícilmente lo logre el año que viene, teniendo en cuenta que 2017 es un año electoral. De hecho, el proyecto de presupuesto presentado al Congreso de la Nación la semana pasada, estipula para 2017 un déficit fiscal de $480.000 millones. Si como especulan los especialistas, el déficit de este año cierra en torno a los $350.000 millones, y si tal como dio a conocer el gobierno la inflación en 2017 es del 17% anual, el proyecto enviado al Congreso ya anticipa un incremento del déficit fiscal del orden del 17%.

Mas deuda, más fuga

La pregunta del millón, es de dónde saldrán los recursos para financiar un déficit cada vez más grande. No es muy difícil responder. Si hay una decisión que el gobierno ha sostenido en forma tenaz, es la de no financiar al fisco con emisión monetaria. Es la piedra basal para lograr la meta de reducir drásticamente la inflación. Tampoco está en los planes incrementar la presión tributaria, más bien todo lo contrario. La única salida entonces, es acudir al endeudamiento. En efecto, la emisión de deuda conjunta entre Nación y provincias ya alcanza los u$s 30.000 millones en lo que va del año. Se estima que en 2017 solo el estado nacional necesitará al menos otros u$s 30.000 millones. En este sentido, la “danza de la lluvia” oficial incluye también el ruego para que los argentinos que poseen fondos en el exterior, los exterioricen adhiriendo al blanqueo, el cual sigue sin mostrar resultados alentadores.

Al observar los datos del Ministerio de Hacienda, resulta que la deuda pública total (interna y externa) alcanza hoy los u$s 245.505 millones. Como una parte importante se encuentra nominada en pesos, el salto del tipo de cambio en diciembre último, terminó licuando una gran porción de la misma. Es la razón por la que pese a la fuerte emisión de deuda en el primer semestre, la deuda pública total creció solo u$s 5.000 millones en lo que va del año.

Más interesante aún, es la evolución de la deuda en relación al PBI. Argentina ostentaba en 2004 un ratio Deuda/PBI del 118%. Es decir que debía casi un 20% más, que el producto total que generaba a lo largo de un año. Los años subsiguientes significaron una fuerte reducción de ese ratio. A fines de 2015, la Argentina debía un 40% de su PBI. En solo seis meses, la relación pasó a ser del 47%.

Pero como si ello fuera poco, resulta que mientras el gobierno se esfuerza por lograr la llegada de los capitales extranjeros y la repatriación de fondos de residentes argentinos en el exterior, se verifica exactamente lo contrario. Según informa el BCRA, la formación de activos extranjeros del sector privado no financiero, alcanzó los u$s 5.996 millones en el primer semestre, una suba del 96% interanual. Se trata de argentinos que llevan sus fondos al exterior mediante distinto tipo de inversiones, y de la remisión de utilidades de las filiales locales a las casas matrices de las empresas multinacionales. Llamativamente (o no), la fuga de capitales registrada en el primer semestre, es muy similar (incluso superior) al monto en que creció la deuda pública en idéntico periodo.

Los datos lo reflejan con claridad. Al tiempo que el gobierno es impotente para reducir el rojo en las cuentas del fisco y se aplica un fuerte reacomodamiento de precios internos y tarifas, el estado nacional inició un sinuoso regreso al endeudamiento, que financia no solo el incremento del déficit, sino la fuga de capitales de los grandes actores económicos que operan en el país.

Pulso Económico

ECONOMÍA NACIONAL

Páginas 2 y 3

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es la caída de la Formación Bruta de Capital Fijo (Inversión) según el Indec, en el segundo trimestre del año 2016.
4,9%

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