Daira Marín: la chica que eligió desafiar aguas de ríos y mares

Ya se destaca a nivel nacional en las carreras de más de 20 km. Cultora del yoga, vive y se entrena en Roca. Su promisorio futuro crece cada año.

Daira Marín eligió el agua. Desde muy pequeña, como recuerda su madre, empezó un vínculo inquebrantable. Y hoy pasa horas entrenando cada día para competir en carreras que se extienden por decenas de kilómetros y horas.

Para aquellos que frecuentan el Canal Grande en Roca su figura remontando la fuerte correntada no les es ajena. Tres veces por semana, además de sus entrenamientos en la pileta del Club del Progreso y en un gimnasio, se mete en sus aguas con un objetivo claro: mejorar.

Daira hace carreras en aguas abiertas. Con apenas 22 años está dedicada a una actividad en la que los mejores rendimientos se dan alrededor de los 30 años. Con ese plus de la juventud trabaja cada día para mejorar y poder brillar en el circuito internacional, en el que ya debutó y en el que este año espera competir en tres carreras sobre un total de cinco.

“Siempre me gustó el agua”, recuerda. Su mamá, Nancy Martín, es más terminante: “Ama el agua. Si había algo que la calmaba cuando era chica era el agua. Lloraba cuando la sacaban de la bañera”.

A la natación llegó a los doce años porque quería hacer un deporte en el que pudiera viajar “como lo hacía mi hermano, que jugaba al básquet en el club (Del Progreso)”, recuerda.

Después de una invitación a disputar una competencia provincial, empezó a darse cuenta que le gustaba todo lo que pasaba en aquellos encuentros. “Me gustaba mucho entrenar, siempre quería entrenar un poco más. Siempre quiero mejorar”, afirma en medio del bullicio de una mañana de pileta en el club.

Una anécdota sirve para dimensionar su relación con el agua. Un fin de semana, se hizo una maratón de nado de 24 horas en el club. Cada uno de los participantes nadaba el tiempo que podía. Daira se tiró a la pileta y salió nueve horas después, ante la sorpresa de todos y especialmente de su madre. “Ahí empecé a descubrir una capacidad de resistencia que había en mí”, cuenta.

Más adelante llegó su primera competencia en el Canal Grande y luego, invitada por el guardavidas del club Germán García, integró equipo en los triatlones de al zona. “La invité a competir a los 14 años en el Triatlón de la Vendimia, en Villa Regina. Nunca me olvido de que salió del agua primera en la general. Para mí es un orgullo enorme verla cómo ha crecido”, afirma García.

A los 16, disputó su primera carrera de larga distancia en Córdoba, de 30 kilómetros. Había viajado con sus padres (oriundos de esa provincia). Su madre aún recuerda emocionada que salió del agua feliz después de nadar durante horas. Su relación con las competencias en aguas abiertas había comenzado.

Al terminar el secundario se fue a vivir a Córdoba, para entrenar en forma más profesional. Allí comenzó a estudiar psicología y filosofía, dos materias que también la apasionan. Pero vivir en una ciudad grande y conjugar estudio y horas de entrenamientos se le hacía cada vez más difícil. Entonces, ya con la seguridad de querer dedicarse profesionalmente a las competencias de aguas abiertas, volvió a Roca.

En esta ciudad encontró un nuevo entrenador, Andrés Montalti, especialista en alto rendimiento deportivo,. Aparecieron entonces las pruebas de ultra fondo, la especialidad a la que hoy se dedica. “Me gustar ir venciendo las limitaciones que pone la naturaleza. En las aguas abiertas aparecen factores que en la pileta no estamos acostumbrados”, explica. Y cuando se le pide que analice sus sensaciones en aquella primeras competencias simplemente dice: “Cuando nadaba en aguas abiertas me sentía muy feliz”.

Estar horas y horas nadando en un ambiente a veces hostil como un río, un lago o el mar, exige más que preparación física. Montalti, su entrenador desde hace más de un año, destaca cuál es su punto fuerte: el mental. El yoga, del que es instructora, ha sido una herramienta clave en su capacidad de afrontar los grandes retos. (Ver aparte)

“Lo importantes es a lo que nos animamos”, resume Daira como filosofía de vida y competencia. La frase esconde un aspecto de su personalidad que resalta Nancy, su madre. Desde que era pequeña siempre desafiaba los límites. Siempre le gustó la adrenalina, desde muy chiquita. Siempre que había tirarse de algún lado, lo hacía. Eso es lo que lo divierte y entusiasma. Cuando era chica siempre fue un desafío constante. Y así ha sido su vida desde entonces.

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Minicurrículum

de la deportista

Subcampeona nacional en 10 km en Campeonato Argentino de Aguas Abiertas, el 19 de marzo de 2016.

Gran Fondo del Naviglio
21 km, primer puesto.

Ganadora de la general de las dos últimas ediciones del Desafío al Canal Grande en Roca.

El yoga,

un instrumento clave

En medio del proceso de convertirse en una deportista profesional, Daira se fue a vivir a Córdoba. Los entrenamientos y lo que vivía en el agua le generaron preguntas a las cuales encontró respuesta en el yoga, la disciplina de la que hoy es instructora y practicante contínua. “Lo que aprendo en el yoga lo aplico en la natación y viceversa”, explica. “El yoga me transmitió confianza y me ayudó a pulir mi capacidad para la natación de aguas abiertas”, resume. “Me ha permitido conocer herramientas o recursos internos que los puedo aplicar cuando estoy nadando. Aceptar los límites y expandirlos”, asegura.

Montalti, por su parte, afirma que la disciplina le otorgó a Daira herramientas que la ayudan a enfocarse. El plano mental, para el entrenador, es el fuerte de la roquense. Y allí destaca su capacidad de concentración, de superar el cansancio y el dolor.


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