Doble jornada laboral: el día a día de las mujeres en la región

El trabajo no remunerado es pieza fundamental de la economía y la mujer termina cubriendo el rol de un Estado ausente. Pero, pocas veces se lo reconoce como “trabajo”. Las claves por las que las mujeres hacen paro el 8 de marzo, en su día. 

El Instituto Nacional de las Mujeres (INAM) publicó en enero de este año los indicadores nacionales de género. Las cifras oficiales cristalizan las asimetrías, especialmente las relativas a la autonomía económica.

La tasa de actividad de las mujeres en Argentina es del 48,5% y la de empleo se ubica en el 43,3%. Los varones en ambos casos superan el 50%. La brecha de ingresos totales entre ambos es del 26,2%. Las que participan del mercado laboral siempre ganan menos.

La tasa de desocupación de las mujeres se ubica en los dos dígitos: 10,8%. Y afecta especialmente a las jóvenes. Según el informe del Indec del tercer trimestre de 2018 en el conglomerado Neuquén-Plottier llegaba al 13,9%, en la franja de hasta 29 años, y en Viedma-Patagones alcanzaba el 9,9%.

Hay muchos factores que profundizan las desigualdades, pero uno de ellos es la distribución inequitativa del trabajo doméstico no remunerado que recae en el cuerpo de las mujeres y es vital para la reproducción de la vida. Desde procurar que esté el desayuno en la mesa hasta lavar el último plato de la cena.

Esta doble jornada laboral también se visualiza en los datos. Mientras que las mujeres sin ingresos propios suman horas al trabajo doméstico no pago, los varones con o sin empleo dedican invariablemente la misma cantidad de tiempo a estos quehaceres: tres horas en promedio.


“Así como hay un “segundo sexo” hay una “segunda economía”. El trabajo que tradicionalmente han hecho los hombres es el que cuenta, el que define el panorama económico mundial. El trabajo de la mujer es el que va en segundo lugar, “lo otro”: todas las labores que él no desempeña pero de las que, al mismo tiempo, depende para poder realizar “sus propias tareas”. Para poder hacer el trabajo que cuenta”, sintetiza Katrine Marcal en el libro “¿Quién le hacía la cena a Adam Smith?”.

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Sara es de Neuquén. Tiene 39 años, cuatro hijos y una máquina de coser (Foto: Florencia Salto)

La historia de Sara

Sara creció en una casa apretada. “Somos catorce hermanos”, señala. Nació en Olavarría. Vive en Neuquén. Aquí hizo la primaria y estudió corte y confección. Tiene 39 años, cuatro hijos y una máquina de coser. A eso de las 10 engancha en una soga, atada del árbol al portón, las pecheras que produce. Su vidriera es la vereda.

Desde la esquina de Elordi y Gregorio Martínez se pueden ver los guardapolvos de colores. “La mayoría pasa, pregunta y se prueba, vienen siempre a última hora”, relata.

Cose hasta cinco delantales por día, todo depende de cómo se organice con su hijo más chico de un año y tres meses. “Cuando él duerme agarro la máquina, la nena más grande me ayuda, sobre todo con el bebé”, afirma. Los modelos más grandes cuestan 250 pesos y los del jardín 150. También hace cartucheras, pone cierres de mochilas y parches de pantalones a pedido.

“Mi cable a tierra, es la costura, es un hobby, desde chica me gustó y siempre anhelaba, hoy día es mi trabajito”, agrega. En la entrevista se cuela una gatita diminuta y aparece “viejita” la perra que rescató de la inundación de abril de 2014.


El “rebusque” de Sara genera un pequeño ingreso a la economía de su hogar. Es un trabajo informal, que le permite conciliar con las tareas de cuidado, porque ella además es ama de casa, el empleo no remunerado que ha sido invisibilizado históricamente.

Son muchas, las que como Sara, logran abrir una hendija, pero hay otras que están en la búsqueda o en la pelea cotidiana de los malabares entre la casa, la crianza y el trabajo.

Es por eso que es el tercer año en que el 8 de marzo, en Argentina, se convoca a un paro de mujeres, lesbianas, travestis y trans. Para denunciar no sólo las violencias machistas que afectan a las identidades feminizadas, sino también para evidenciar ese trabajo económicamente relevante arrinconado en la esfera privada. Sacarlo al sol. Como una hilera de delantales en la puerta de casa.

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Las cifras de la desigualdad

Ingresos laborales

13.353 pesos
Es el promedio de ingresos laborales en las mujeres. En los varones es de 18.096 pesos.

Brecha salarial

26,2%
Es la brecha salarial entre el promedio de ingresos de las mujeres con respecto a los varones

Puestos de dirección

3,8%
de las mujeres ocupadas está en puestos de dirección, frente al 6,3% en varones

Trabajo en el sector cuidados

18,8%
de las mujeres ocupadas trabajan en el sector cuidados, sólo el 0,5% de los varones lo hace.

Jefatura de Hogar

41,6%
del total de jefes de hogar, son mujeres mientras que el 58,4% son varones.
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Créditos

Textos y Producción: Laura Loncopán, Natalia López y Florencia Bark/ Video: Sofía Schmidt/ Fotografía: Florencia Salto y Emiliana Cantera.


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