San Pablo Miki: Cómo pedirle al jesuíta que llevó el catolicismo a Japón
San Pablo Miki lideró al grupo de misioneros que murió por llevar la palabra de Dios a Japón, en el Siglo XVI. Conocé su historia y por qué es considerado por la religión católica.
La Iglesia Católica celebra cada 6 de febrero al grupo de mártires que fueron ejecutados por haber anunciado a Cristo en Japón, durante el siglo XVI, encabezados por San Pablo Miki. Se trata de 23 franciscanos y 3 jesuitas que fueron a la isla para llevar la palabra de Dios, y fueron ejecutados por el gobierno de ese país.
Pablo Miki era oriundo de Japón y había nacido en una familia aristrocrática. Tras ser bautizado en su infancia, se educó con los jesuitas e ingresó a la Compañía de adulto. Posteriormente, se convirtió en sacerdote y predicador, comprometido con la evangelización de su pueblo de origen.
Hacia finales del siglo XVI, se produjo una persecución contra los cristianos que habían llevado la palabra de Dios a Japón, teniendo en cuenta la tensión cultural y religiosa que provocaba esta prédica. Sin embargo, lejos de huir, muchos misioneros decidieron quedarse para asistir a la gente en sus necesidades espirituales y materiales.
Entonces Toyotomi Hideyoshi, daimio de Kioto, dio la orden para capturar al Padre Pablo Miki SJ y otros 25 cristianos, a quienes consideraba los líderes cristianos en su región. Una vez prisioneros, las autoridades del shogunato los condenaron a muerte sumariamente y la modalidad elegida fue la crucifixión -muerte considerada deshonrosa-, efectiva después de una prolongada tortura.
El 5 de febrero de 1597, antes de partir, los hombres del daimio le cortaron la oreja izquierda a los veintiséis hombres. Se les ató con cuerdas y cadenas en piernas y brazos. Además, a cada uno se le sujetó al cuello, mediante una argolla de hierro, uno de los maderos con el que sería crucificado.
Antes de ser ejecutados, a manera de aleccionamiento y escarnio, los prisioneros liderados por Pablo Miki fueron obligados a caminar más de 800 kilómetros desde Kioto hasta Nagasaki, la ciudad más evangelizada de Japón en ese momento. Rumbo a la muerte, el grupo oraba y entonaba cantos al Señor con toda la fuerza de la que disponían.
La oración para San Pablo Miki
Oh Dios, fuerza de los mártires,
que llamaste a la gloria eterna a San Pablo Miki y a sus compañeros,
a través del martirio de la cruz,
concédenos también a nosotros por su intercesión poder testimoniar en la vida
y en el momento de la muerte la fe de nuestro bautismo.
Por Jesucristo nuestro Señor que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
San Pablo Miki y Compañeros, rueguen por nosotros!!
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