Adriana Benzadon, una artista sin vueltas

Actriz, cantante, y ahora gastronómica, se siente definida por la frase “antes hecho que perfecto”. Fue parte del elenco municipal cipoleño, hoy integra el trío Bay Swing, y es parte de una ONG que enseña a comer de forma saludable.

P- En 10 palabras (más o menos), quién es Adriana Benzadon

R- Una mujer muy inquieta con intereses diversos que tienen que ver con el arte y la alimentación.

P- ¿Cuándo fue que dijiste “la cosa va por acá”?

R- Siempre voy por muchas cosas, no me quedo con una, ese es mi problema. Hoy leía una frase que me encantó y que me define muy bien: “antes hecho que perfecto”. Pienso una cosa, voy y la hago, no me quedo dando vueltas. Tardo un microsegundo entre el decir y el hacer. Siempre me sentí como una artista, no LA artista, porque me parece que ese título me queda grande, pero es una cosa que siento muy natural. El arte con todas sus manifestaciones, no solo porque canto, bailo o actúo.

P- En esas facetas marcadas: ¿quién gana, la música o la actriz?

R- En estos últimos años estoy permitiendo que la cantante se vea más. Me encanta el escenario y lo disfruto, me subo y me transformo. Cuando canto, como cuando actúo. Sería un 50% y 50%. Además, me ayudan mucho las herramientas teatrales en el canto.

Siempre me sentí una afortunada, y tuve la oportunidad de hacer todo lo que quise, y se me dio por cumplir esos sueños»

Adriana Benzadon

P- ¿Cuál es el espectáculo que más te gustó hacer?

R- Fue una obra en la que nos fue muy bien con el elenco de la municipalidad de Cipolletti. “Infraganti”, era una comedia de enredos, muy divertida, y lo pasábamos muy bien haciéndola. Con compañeros de tablas de hace 15 años, y con Gustavo Azar que para mi es EL maestro, con mayúscula. Nos divertíamos muchísimo y el publico gozaba igual. Hace dos años que la dejamos de hacer, y la gente aún me reconoce por esa obra. Para la zona es un golazo, porque acá las temporadas son medio cortas. El artista está conectado con una pasión y una pulsión creativa que vale cualquier cosa, uno deja de hacer cosas y hace sacrificios, y la verdad es que nadie se llena de plata siendo artista.

P- Seguro tenés miles de anécdotas durante tu carrera.

R- Cuando fui a La Plata a estudiar Diseño en Comunicación Visual, me metí en un taller de teatro. Era un lugar súper precario, un galpón abandonado y muy grande. Hicimos una creación colectiva por el aniversario conquista de América, a 100 años de la conquista. Entonces la invité a mi madre al estreno. Ella viajó desde Cipolletti a La Plata. Para ser sincera, el lugar era una pocilga, adonde no habían sillas, sino bancos de la basura, butacas de auto, almohadones y telas. Mi mamá vino a ver la obra toda emperifollada con un tapado de piel, y cuando ve esa escena del lugar, adonde sólo faltaban las ratas correteando, casi se muere. “Hija cómo podés venir a hacer teatro en esta mugre”, me dijo. Le tuve que explicar que eso era lo que yo amaba hacer, pero no lo podía entender. Fue como si se bajara Susana Giménez a ver un espectáculo del Tercer Mundo. Todavía tengo fama de ser la hippie de la familia.

P- Además de las Bay Swing, ¿a qué te estás dedicando por estos días?

R- Bueno, ahora de vieja estoy con Bay Swing, y a mis hijas les digo que a los 50 años tengo el sueño de la banda propia, que por eso nunca pierdan las esperanza, a los 50 se puede empezar también. Entre todas las facetas de lo que hago está la ONG “Mi comida me sana”. Siempre me sentí una afortunada, y tuve la oportunidad de hacer todo lo que quise, y se me dio por cumplir esos sueños. Siempre tuve esa inquietud, y encontré en la ONG varias cosas que me identificaban. Con un estilo de vida saludable, promuevo mucho eso en mis redes sociales, y damos talleres a la comunidad de forma gratuita. De esa manera siento que devolvemos algo, y también la comunidad nos devuelve, es algo que nos llena mucho.

P- ¿Cómo ves al escenario cultural de la región?

R- Lo veo auspicioso y prometedor. Falta crecer mucho más, y en ese sentido veo que nos falta profesionalizar mucho más. Faltan herramientas de gestión cultural en los propios artistas. Más allá de las políticas culturales que hay de turno, el artista tiene que poder autogestionarse en sus propios proyectos. Entender cómo conectarse, producir, promocionarse. Creo que nos faltan herramientas en general. Hay una escena local en las ramas del arte que tiene mucha actividad. Para el que quiera ir a ver, escuchar, leer… hay mucho. Capaz que no se ve tanto.


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