Análisis: la dinámica de lo impensado lo hizo otra vez

La frase de Dante Panzeri aparece una y otra vez. Especulaciones, pronósticos, certezas y dudas, pero el fútbol siempre tendrá un componente azaroso o impensado.

Hasta la final, Gabigol había sido presentado como un delantero fenomenal por buena parte del ambiente futbolero. Sin embargo, los primeros 85 minutos de partido lo mostraron deslucido. En parte fue víctima de un equipo que fue superado en varios tramos del encuentro y también venía teniendo una tarde para el olvido.

Sin embargo, todo cambió de repente. Primero le sacó jugo la mejor acción colectiva de sus compañeros para empatar el partido y después se inventó un gol, aprovechando errores rivales, para darle la copa a Flamengo.

River, que había elaborado y ejecutado mucho mejor su plan, comenzó ganando. Tenía campo, pelota y dominaba emocionalmente el partido. Acumulaba una serie de partidos ganados que incluían haber eliminado al clásico rival en semis y haberlo derrotado en la final pasada.

El entrenador, elogiado por el planeta deportivo, tiene muchas más batallas ganadas que perdidas y 10 títulos en la vitrina desde que llegó al club.

Con todo a favor, River no pudo resolver la final. Con todo en contra, Flamengo revirtió una situación adversa. Poco importó la forma de juego o la historia reciente y lejana. La dinámica de lo impensado lo hizo otra vez.


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