Arabela llega con “sintonía fina”


La gobernadora electa descansará dos semanas en Estados Unidos, luego de tres trimestres de campaña política propia y en apoyo de sus candidatos. No piensa en reducción del Estado sino en otra lógica de funcionamiento. Hasta noviembre no dará nombre para las segundas líneas de gobierno.


La gobernadora electa viajará la semana que viene a Estados Unidos y perderá por quince días todo contacto con la política. Va a descansar luego de un año intenso y de un pequeño accidente que le fisuró una costilla. No atenderá el teléfono ni responderá correos electrónicos, así que los que están esperando, dentro y fuera del Estado, definiciones sobre las segundas y terceras líneas de conducción del próximo gobierno, tendrán que esperar.

No son pocos los que anhelan repetir después del 10 de diciembre, especialmente en las áreas donde no hay cambios, como en Seguridad (donde seguirá Gastón Pérez Estevan), o hay promociones, como en Energía (Andrea Confini pasará de subsecretaria a secretaria). Pero Arabela Carreras habla de sistemas antes que de nombres y además prefiere que si alguien fuera a quedar en el camino, se entere lo más cerca posible del 10 de diciembre.

De esas cosas se hablará en noviembre, avisó antes de hacer las valijas.

Innovación, previsión, proyección y planificación son palabras que suele mencionar la gobernadora electa cuando le preguntan cómo será su gestión. Está obsesionada con cambiar el funcionamiento del Estado, agilizar trámites, unificar fiscalizaciones que hoy están atomizadas (Rentas, Medio Ambiente, Catastro, Minería) y sobre todo eliminar el papel. A la Justicia Penal no le ha ido mal en este sentido.

Innovación, previsión, proyección y planificación son palabras que suele mencionar la gobernadora electa cuando le preguntan cómo será su gestión.

Conoce la burocracia de Viedma, como legisladora y sobre todo como ministra de Turismo. “Puse sólo dos funcionarios externos, el resto era personal de planta”, cuenta sobre su llegada al gabinete de Alberto Weretilneck.

Como todo gobierno nuevo, piensa congelar los ingresos a la administración pública, pero no está en sus planes un achique. “La reducción de personal no es ninguna hipótesis”, aclara cuando le preguntan.

Reivindica su “corazoncito peronista”. Con los pejotistas dice que tiene relación, pero hasta que no pasen las elecciones nacionales del 27 de octubre, en las que Weretilneck pelea una senaduría por la minoría, se mantendrá bien lejos de ellos.

A diferencia de muchos funcionarios, Carreras no viene del Frente Grande, el último partido político en el que recaló el actual gobernador antes de armar, por segunda vez en su vida, una fuerza provincial (la primera fue el MPP).

Arabela comenzó su actividad política en un partido vecinal, SUR, al lado del exintendente de Bariloche Alberto Icare. Con ese sello se sumó al Frente para la Victoria en 2003.

En su plan, es el Estado el que toma las decisiones y gestiona, pero ahora con innovación, dice. “Se viene la sintonía fina”, le escucharon avisar.

Se va a dar el gusto de inaugurar en su mandato el polo tecnológico que el gobierno construye en Bariloche con fondos de los bonos en dólares emitidos el año pasado con el nombre de Plan Castello. Fue la principal impulsora de este proyecto, cuya columna será la empresa estatal Invap, que sigue buscando la manera de subsistir con los contratos internacionales, como la sociedad con Turquía para desarrollar minisatélites.

En el último balance anual de la empresa tecnológica se registraron ventas por 7.400 millones de pesos, con una tasa de rentabilidad del 3,6%.

Las restricciones al dólar y el comercio internacional que fijó el gobierno de Mauricio Macri les requieren a los directivos de Invap un doble esfuerzo porque deben obligadamente comprar insumos en el exterior que no son de catálogo sino hechos a medida en plazos (de confección y de pagos) que exceden los que fija el Banco Central para este tipo de operaciones.

“No es nada que no hayamos pasado antes, con el gobierno de Alfonsín nos ocurrió algo similar. Hay que conseguir la autorización del Central”, explicó un altísimo ejecutivo de la empresa. Es cierto, pero Invap tenía por entonces poco más de 300 empleados y hoy les paga el sueldo a 1.400 personas.


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