“Argentina, la linda”

No sé si escribo para salvar a la Argentina o para que la Argentina me salve a mí. Es verdad que ansío que se cumplan algunos de mis sueños y que para ello me vendría bien una porción de mis compatriotas pero, a la vez, agregaría que no creo que este escrito obedezca al mero ocio creativo de una lluviosa tarde de 1º de mayo. ¿Cuántos queremos una linda Argentina y qué estamos dispuestos a hacer y a sacrificar para lograrlo? ¿Y si más allá de los dirigentes, que sin duda deberían ser cabales, el protagonismo, en última instancia, lo tuviese el pueblo? ¿No habríamos de empezar ya? ¿Por qué demorar? ¿A quién esperamos y en quién esperamos? Y, ¿cómo sería la lindura que queremos alumbrar en nuestra patria? ¿Algo como el “100 millones de argentinos delante del trono de Dios” de la generación del 80? Tal vez demasiado etéreo aunque suculento… ¿Una nación desarrollada, equitativa, justa y soberana en el Cono Sur? Digamos, ¡algo para todos los gustos! Algunos ingredientes básicos para esta linda receta: una división de poderes que aliente el buen funcionamiento de cada uno y la colaboración de los tres para el desarrollo democrático del país; una moneda estable que funcione como medio de intercambio y depósito de valor; una Justicia sana y efectiva; una auditoría permanente y efectiva dentro del Estado en todos sus órganos y niveles; una planta estatal profesionalizada y contratada por concurso; salarios de los funcionarios políticos atados a las jubilaciones mínimas y al aumento y distribución del ingreso per cápita; índices estadísticos representativos y verdaderos, entre ellos, uno que combine el ingreso per cápita, la distribución equitativa y la percepción de la ciudadanía de su representación democrática; un plan de desarrollo de infraestructura y explotación de los recursos naturales del país; incentivos para el desarrollo industrial aún insuficiente; extinción de la pobreza endémica, no vía asistencialismo, sino por inclusión paulatina en los circuitos productivos; pluralidad y diversidad de medios de comunicación que brinden acceso a información fiable; policía y ejército bien pertrechados y dirigidos a salvaguardar la seguridad de los ciudadanos pacíficos; descentralización de la provincia de Buenos Aires y desarrollo de asentamientos alternativos para un mayor equilibrio demográfico en el territorio; planes de desarrollo para las provincias de escasos recursos; promoción de una educación gratuita, laica, moderna y bien equipada para el desarrollo de ciudadanos críticos y autónomos; y sigan ustedes… Por lo demás el protagonismo popular y cotidiano de millones de argentinos con sus saberes, motivaciones y experiencias le darían cuerpo, carácter y energía a la idea. Esta carta tiene un tono y, por qué no, una finalidad convocante. Espero que sea recibida con agrado y de la mejor manera porque de ese modo usted está siendo invitado a un protagonismo valioso y transformador. Alberto Félix Suertegaray DNI 14.169.481 Roca

Alberto Félix Suertegaray DNI 14.169.481 Roca


No sé si escribo para salvar a la Argentina o para que la Argentina me salve a mí. Es verdad que ansío que se cumplan algunos de mis sueños y que para ello me vendría bien una porción de mis compatriotas pero, a la vez, agregaría que no creo que este escrito obedezca al mero ocio creativo de una lluviosa tarde de 1º de mayo. ¿Cuántos queremos una linda Argentina y qué estamos dispuestos a hacer y a sacrificar para lograrlo? ¿Y si más allá de los dirigentes, que sin duda deberían ser cabales, el protagonismo, en última instancia, lo tuviese el pueblo? ¿No habríamos de empezar ya? ¿Por qué demorar? ¿A quién esperamos y en quién esperamos? Y, ¿cómo sería la lindura que queremos alumbrar en nuestra patria? ¿Algo como el “100 millones de argentinos delante del trono de Dios” de la generación del 80? Tal vez demasiado etéreo aunque suculento... ¿Una nación desarrollada, equitativa, justa y soberana en el Cono Sur? Digamos, ¡algo para todos los gustos! Algunos ingredientes básicos para esta linda receta: una división de poderes que aliente el buen funcionamiento de cada uno y la colaboración de los tres para el desarrollo democrático del país; una moneda estable que funcione como medio de intercambio y depósito de valor; una Justicia sana y efectiva; una auditoría permanente y efectiva dentro del Estado en todos sus órganos y niveles; una planta estatal profesionalizada y contratada por concurso; salarios de los funcionarios políticos atados a las jubilaciones mínimas y al aumento y distribución del ingreso per cápita; índices estadísticos representativos y verdaderos, entre ellos, uno que combine el ingreso per cápita, la distribución equitativa y la percepción de la ciudadanía de su representación democrática; un plan de desarrollo de infraestructura y explotación de los recursos naturales del país; incentivos para el desarrollo industrial aún insuficiente; extinción de la pobreza endémica, no vía asistencialismo, sino por inclusión paulatina en los circuitos productivos; pluralidad y diversidad de medios de comunicación que brinden acceso a información fiable; policía y ejército bien pertrechados y dirigidos a salvaguardar la seguridad de los ciudadanos pacíficos; descentralización de la provincia de Buenos Aires y desarrollo de asentamientos alternativos para un mayor equilibrio demográfico en el territorio; planes de desarrollo para las provincias de escasos recursos; promoción de una educación gratuita, laica, moderna y bien equipada para el desarrollo de ciudadanos críticos y autónomos; y sigan ustedes... Por lo demás el protagonismo popular y cotidiano de millones de argentinos con sus saberes, motivaciones y experiencias le darían cuerpo, carácter y energía a la idea. Esta carta tiene un tono y, por qué no, una finalidad convocante. Espero que sea recibida con agrado y de la mejor manera porque de ese modo usted está siendo invitado a un protagonismo valioso y transformador. Alberto Félix Suertegaray DNI 14.169.481 Roca

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