Mutisia: agreste y hermosa, así es la flor del Neuquén ideal para los jardines de la cordillera
Declarada el 24 de agosto del 2004, hace 21 años, como la Flor Provincial neuquina, despliega el encanto de sus pétalos naranjas en el Bosque Andino Patagónico. Cuál es su mejor uso en jardinería: los consejos de una ingeniera agrónoma. Llamada Quiñilhue por el pueblo mapuche, una historia ancestral narra su origen.
Agreste y hermosa: así es la Flor del Neuquén
Mutisia: la belleza agreste y la leyenda de la flor del Neuquén
agreste y hermosa
Hace 21 años, el 24 de agosto del 2004, se convirtió en la “Flor Provincial del Neuquén” a través de la Ley 2465. Denominada Quiñilhue por el pueblo mapuche, su nombre científico es Mutisia decurens. De color naranja intenso, su presencia suele atraer la mirada de quienes caminan por zonas cordilleranas y la detectan en medio de otras plantas autóctonas en tantos lugares turísticos de la geografía neuquina.
Aquel botánico español que la describió asombrado
De acuerdo con la información que brinda el Sistema de Información de Biodiversidad (SIB) de la Administración de Parque Nacionales su nombre es en honor al español Celestino Mutis, el médico, botánico y geógrafo que la describió asombrado hacia el fin del siglo XVIII. Decurrens significa decurrente, por la hoja que acompaña en un tramo al tallo.
Al menos desde aquellos tiempos hay registros sobre su desarrollo en ambientes más o menos húmedos, donde trepa sobre árboles y arbustos en bosques y estepas lindantes del sur de Neuquén y al oeste de Chubut. También en Chile.
Ideal para los jardines de la cordillera
Así la describe la ingeniera agrónoma y técnica universitaria en Espacios Verdes Josefina Gemma, quien se recibió en la Facultad de Agronomía de Cinco Saltos. “Es una planta nativa, trepadora, eso quiere decir que tiene estructuras, llamadas zarcillos, que le sirven de ‘ayuda’ para ganar altura usando como soporte la estructura de otra planta, como arbustos o árboles bajos. Tiene una flor naranja muy llamativa que atrae polinizadores, tanto insectos como algunas aves como colibríes. Esto la hace muy interesante», dice.
«Es una planta que crece en el Bosque Andino Patagónico, por lo que se desarrolla bien en climas templado fríos y húmedos, con temperaturas que van desde las bajo cero y hasta aproximadamente los 25 grados, por arriba de eso puede sufrir», continúa.
«En las zonas cordilleranas se puede utilizar en jardinería en rejas, cercos o columnas. Muy linda opción si queremos hacer un jardín de nativas, ya que tiene bajo mantenimiento y una clara adaptación al clima y suelo. Se desarrolla mejor en las regiones de bosque cordillerano como San Martín, Villa La Angostura, Bariloche, El Bolsón. En el Alto Valle con un clima tan seco y caluroso, será difícil su desarrollo«, agrega.
Diferencias con la Mutisia Spinosa
También podemos ver en el Bosque Andino Patagónico a la Mutisia spinosa (reina mora, mutisia rosa o clavel del campo). Sus diferencias más notorias son sus hojas, que terminan en un zarcillo simple, es decir no se encuentra dividido y sus flores son de color rosa a rosa pálido y amarillo oscuro en el centro.
La Mutisia decurrens trepa sobre arbustos y árboles bajos, para ello utiliza sus potentes zarcillos, pudiendo elevarse hasta unos 4 o 5 mts del suelo. En el verano podemos ver sus flores de color naranja intenso sobresaliendo en el bosque. Esta especie tiene un fruto seco, que al igual que las semillas del panadero se dispersan por el viento, como describe los técnicos del Parque Nacional Lanín, que la alberga en el Bosque Andino Patagónico.
Así se reproduce, por semillas. Una historia ancestral narra el origen.
La leyenda de la Mutisia
Como narra el escritor y docente Marcelino Castro García en el sitio del Ministerio de Turismo del Neuquén, había hace mucho tiempo en la zona del volcán Lanín dos tribus enemigas irreconciliables, que guerreaban a menudo y no terminaba nunca el rencor entre ellos. Sucedió que el joven hijo del cacique de una de las tribus y la hija del cacique de la otra se enamoraron locamente, pero no podían tratarse a menudo y verse abiertamente por el odio que existía entre sus padres.
Una oscura noche, la machi (hechicera) vigilaba junto el rehue (altar) durante el nguillatún. De repente rompe el silencio el graznido del pun triunque (chimango de la noche). La machi se estremece, pues sabe que es un grito de mal presagio.
Mira a su alrededor y escucha un ruido sospechoso. Observa atentamente y ve a la querida hija del cacique, que escapa sigilosamente con el hijo del cacique enemigo: ese era el peligroso suceso anunciado por el pájaro agorero.
La machi cree que esta acción merece ser castigada. Pero antes de comunicar al padre la fuga de su hija, consulta con el pillán o deidad de su devoción:
-¿Debo o no dar parte del rapto al padre de la niña?
-Sí -contestó el pillán. La machi corre entonces al toldo del cacique y delata la fuga. Enseguida se escuchó por segunda vez el alarmante grito del pun triuque.
Muy enojado, el padre ordena la persecución y captura de los enamorados. Pronto son apresados, y ante la presencia de toda la tribu son juzgados y condenados a muerte. El no participar del odio que tienen al enemigo es para ellos un gran delito. Ante tal sentencia del pun triuque gritó afligido y doliente por tercera vez, pero nadie lo escuchó.
Ambos jóvenes fueron atados a un poste y con lanzas y machetes entre gritos e insultos todo se lanzan contra ellos dándoles la más cruel de las muertes. A la mañana siguiente los ejecutores de este bárbaro crimen quedaron asombrados al ver que en el lugar del suplicio de los jóvenes enamorados habían nacido unas flores nunca vistas hasta entonces: hermosas flores de pétalos anaranjados. ¡Quiñilhue! gritaron los primeros que las vieron.
Y con ese nombre: Quiñilhue, se conoce desde entonces a la flor que produce una enredadera que se abraza y trepa por los árboles como se abrazaba la pareja de enamorados.
Avergonzados y arrepentidos, los mapuches empezaron a venerar esa flor, llamada Mutisia por los blancos. Las almas de los jóvenes, amparadas por el Futa Chao en el país del cielo se amarán por siempre, mientras los recuerda esa delicada flor de pétalos naranjas.
Fuente de la leyenda: Pehuén Lecturas. Marcelino Castro García.
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