Así está hoy el caso de la niña abusada en el interior de un auto en Neuquén

Cómo está la niña víctima, qué pudo contar su madre y que hizo el imputado en estos casi ocho meses. Hubo avances en la investigación.

Casi ocho meses le llevaron a la madre de la víctima poder ordenar en su cabeza lo que sucedió esa noche y traducirlo en palabras que queden registradas en un documento judicial. Su hija, de 5 años, todavía no está preparada: el trauma sufrido la bloqueó y el cuidadoso trabajo de una psicóloga y una fonoaudióloga dará sus frutos recién dentro de un tiempo. Si la pandemia permite que el tratamiento mantenga continuidad, podrá declarar en cámara Gesell y ampliar lo que ya viene insinuando.

El caso trepó en la escala del interés público allá por noviembre del 2019 y su fulgor quedó eclipsado con igual rapidez detrás de otras agendas. Vale la pena repasar lo que sucedió desde entonces.


Los hechos


Vignaroli, Robeda y Dal Bianco, en una de las primeras audiencias. (Archivo)

El miércoles 13 de noviembre de 2019, a las 3:05 de la madrugada, un control policial de rutina en la zona de las calles Casimiro Gómez y Eslovaquia, zona de meseta que rodea la capital neuquina, detuvo a un Fiat Duna que circulaba sin patente en medio de la oscuridad.

En el interior estaban un hombre de 27 años y una niña de 5 sentada al lado.

El hombre dijo que era la hija de su pareja, dio un nombre y un domicilio. Mientras otra patrulla verificaba los datos, lo hicieron descender del automóvil y confirmaron que vestía sólo remera y zapatillas; sus pantalones y ropa interior estaban en el asiento trasero.

La niña estaba sólo cubierta por una toalla. No podía hablar, ni pudo hacerlo con claridad hasta ahora. Más tarde ese día dibujó, acompañada por una médica pediatra, una escena. Está agregado como prueba.

En ese momento comenzó la investigación, que sigue abierta y ha tenido muchas novedades de las últimas semanas. Río Negro pudo reconstruirlas en base a informes de la fiscalía a cargo de Rómulo Patti y Juan Manuel Narváez, y la defensora de los Derechos del Niño, Niña y Adolescente, Marcela Robeda. El abogado particular del imputado no respondió el llamado.


Prisión preventiva


Marcela Robeda, defensora de los Derechos del Niño, Niña y Adolescente, es querellante en la causa. (Foto: Archivo)

Al sospechoso le dictaron prisión preventiva por cuatro meses, que fue renovada por cuatro más. En los próximos días la fiscalía pedirá la última renovación, por otros cuatro meses, hasta completar el año. No está decidido si usará la ley preventiva plus, que le permite solicitar hasta nueve meses más.

Mientras tanto las víctimas la pasaron muy mal. Desconocidos incendiaron la casa en la que vivían con el imputado, lo que provocó que se quedaran con lo puesto y en la calle. El fuego destruyó muchas pruebas potencialmente útiles para la investigación.

La niña quedó a cargo de su abuela. En ese ambiente de contención comenzó un tratamiento psicológico y con una fonoaudióloga hasta que la pandemia lo interrumpió. Sin medios tecnológicos para continuarlo a distancia, pudo retomarlo hace poco.

También la madre y sus hermanitos de 4 y 2 años están mejor que en noviembre, saliendo del pozo en el que los había sumergido una relación de violencia y abuso.


Primera declaración


La semana pasada, la madre de la niña pudo declarar por primera vez de manera completa y recordar lo que pasó aquella noche de noviembre. Hubo una comida con vecinos, después su pareja la invitó a salir, ella no quiso y se acostó con la niña y los dos hermanitos. El hombre salió igual.

Regresó a la madrugada cuando todos dormían, al parecer intentó llevarse a uno de los niños -la mujer recuerda que lo acostó vestido y amaneció desnudo- y finalmente se llevó a la niña.


La madre


La madre despertó cuando aquella patrulla de la comisaría 18 mencionada antes fue a verificar si ese era el domicilio real, aportado por el sujeto que habían sorprendido semidesnudo en un Fiat Duna con una nena de 5 años tapada con una toalla, en plena madrugada en la meseta neuquina.

La madre es una mujer de 32 años, sin trabajo ni vivienda propia, cuyos dos hijos varones también podrían haber sido víctimas de abuso. La niña de 5 no está escolarizada.

Son delitos contra la integridad sexual, con víctimas mujeres, en un contexto de sociedad patriarcal. No sería extraño entonces que más de uno, o de una, piense que la que tiene que dar explicaciones es la madre, y no el sujeto que sustrajo a una niña del hogar, en plena madrugada, y se la llevó a escondidas de la mujer.


La carga de la prueba


En esta clase de delitos la carga de la prueba queda en el cuerpo de las mujeres. Cuando sobreviven, se les exige el enorme esfuerzo de vencer cualquier obstáculo, incluido el escepticismo y la ignorancia ajenas, para entregarlo como indicio válido.

La madre tardó estos largos siete meses y 23 días en poder explicar qué pasó esa noche; la niña aún no lo logra. Y no es responsable por ello.

¿Qué hizo el imputado mientras tanto? Nada. No tiene que hacer nada, porque el Estado es el que debe destruir su presunción de inocencia. Así que se limitó a pedir siete veces que lo dejen en libertad.

Apeló la prisión preventiva ante revisión e impugnación dos veces (cuando se la dictaron y cuando la extendieron); y tres veces más pidió salir por la pandemia de covid-19.

En todas las instancias le dijeron que no, porque jueces y juezas consideran que con el imputado en libertad, la niña corre peligro.


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