Asignación por Hijo: una política social que trascendió barreras ideológicas

Cumplió nueve años el emblema del kirchnerismo que fue validado por la gestión Macri. Datos que muestran el desarrollo de una herramienta clave.

Pocas veces en la historia argentina se registra una política que haya sido emblema de un gobierno y una época, y que más tarde haya sido validada, confirmada y sostenida por el gobierno siguiente, caracterizado por una visión socio económica diametralmente opuesta. Ese es el caso de la Asignación Universal por Hijo (AUH), que esta semana acaba de cumplir nueve años desde su implementación.

Se trata de una herramienta que desde noviembre del año 2009 funcionó como primera barrera de contención contra la desigualdad, permitió desactivar el sin número de planes sociales que existían desde la crisis de 2001, e igualó la condición de todos los niños frente a la protección social, sean estos o no, hijos de asalariados en relación de dependencia. Precisamente ese fue el espíritu original de la política, en tanto las ‘Asignaciones Familiares’ para los hijos de los trabajadores registrados existían desde la década del 50’, pero los hijos de los trabajadores no registrados, carecían de contención.

Desde el principio, la AUH tuvo adherentes y detractores.

Las principales críticas indican que miles de familias subsisten gracias a la asignación, y la misma desincentiva el ingreso al mercado laboral.

Del otro lado, el programa nacido en el kirchnerismo y confirmado durante la gestión Macri, es valorado incluso en el exterior, como caso de estudio en relación a una política social que favorece la inclusión, otorga un ingreso mínimo de subsistencia, y mejora los índices de escolaridad y salud. En este sentido, es determinante la condicionalidad respecto a la obligatoriedad de controles médicos y escolaridad de los niños, un aspecto clave que traza la línea que diferencia la AUH de un ‘subsidio’. Lejos de ser una medida asistencialista, se trata en primer lugar de un derecho, y en segundo lugar de un beneficio condicionado al cumplimiento de la inclusión de los niños en el sitema educativo y de salud. Podrá señalarse la necesidad de estrictos controles, un detalle que no invalida la pertinencia del sistema. Dada la recesión que afecta la economía nacional, y la zozobra que ello genera en los sectores más postergados, la AUH se ha tornado imprescindible para miles de familias reciben un ingreso mínimo.

Números que hablan

Transcurridos nueve años desde su implementación, es valioso observar ciertos números que hablan de la dinámica de una herramienta que ha logrado trascender las barreras ideológicas.

Desde el inicio, una de las claves de la efectividad de la AUH para sostener el consumo de las capas bajas de ingresos, fue la actualización periódica del poder de compra de la asignación. Hasta el año pasado en que se modificó la Ley de Movilidad Jubilatoria, la AUH recibía dos actualizaciones anuales. El infograma adjunto compara las actualizaciones recibidas cada año con la inflación de cada periodo. Con altibajos, entre 2009 y 2015 el poder adquisitivo de la AUH, se mantuvo constante. Sin embargo, los saltos inflacionarios de 2016 y 2018, no fueron acompañados en la misma cuantía por la actualización del monto, lo que genera que hoy la asignación tenga un menor poder adquisitivo que hace tres años. Tal dinámica se revela en el segundo infograma, publicado por el Centro CEPA, donde se estima que según la nueva fórmula de actualización, y dados los aumentos pautados hasta fin de año, la AUH habrá perdido casi un 13% de su poder adquisitivo en relación a 2015.

Por otra parte, vale comparar la dinámica de la AUH, con la variable más relevante de la economía argentina en 2018, el tipo de cambio. A excepción de este año, durante los restantes ocho años de vigencia, la AUN siempre avanzó a una velocidad mayor que el precio de la moneda estadounidense. Ello permite por un lado confirmar el enorme atraso relativo que arrastraba el dólar hasta 2018 en relación a la mayoría de los precios. Revela también la caída del poder adquisitivo en dólares de la AUH, tras la corrida cambiaria y la devaluación del 100% registrada desde el mes de abril.

Un último dato que habla de la evolución de la asignación, y su valor en relación a la desigualdad, es su comparación con la línea de la pobreza y la indigencia.

Para tal ejercicio, y dados los cuestionamientos a la estadística oficial de Indec, producto de la intervención desde 2006, se utiliza la Canasta Básica Alimentaria (CBA) (indigencia) y la Canasta Básica Total (CBT) (pobreza), publicada todos los meses por la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL).

De la comparación surge que en 2009 eran necesarias 4,9 AUH para no caer en la indigencia y 9,9 AUH para no ser pobre.

Hacia el año 2015, la situación había mejorado levemente en relación a la indigencia (se necesitaban 4,8 AUH) y empeorado en términos de pobreza (se requerían 10,6 AUH).

A tono con la pérdida de poder adquisitivo que surge del resto de los datos, la situación empeora en 2018. El rebrote inflacionario y la devaluación impactaron con fuerza en la valorización de la CBA y la CBT, deteriorando la relación con la AUH. Con los últimos datos disponibles (septiembre), en la actualidad se necesitan 5,4 AUH para no ser indigente y 12,4 para no ser pobre.

Macri y Stanley. El gobierno validó y consolidó la herramienta de política social.

Datos

Pulso Económico

Datos

935%
La actualización nominal que recibió el monto de la AUH durante los nueve años de vigencia.
42%
fue la inflación de los últimos 12 meses. En el mismo lapso, la AUH se actualizó 19%.
13%
La baja de poder adquisitivo que sufriría la AUH hasta el mes de enero de 2019, en relación a los valores del 2015.

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