Awada en Moscú
Hace unos días, el avión presidencial argentino arribó a Moscú, y en él el presidente y su esposa. Todo protocolo dicta que el primero en descender de la nave es el presidente del país que visita la tierra en donde el avión desciende, pero en este caso particular fue Juliana Awada, en su carácter de primera dama argentina. Awada desoyó lo que las reglas de buena educación dictan para tal situación: “El acompañante nunca desciende del avión delante de a quien acompaña”. Puede que para la mayoría de los argentinos este detalle resulte insignificante ya que estamos acostumbrados a desoír toda regla social de amabilidad y respeto, pero en Moscú y en las embajadas de todo el mundo, muy lejos de importarles si Awada es “chic” o simpática, hablarán de la mala educación de los argentinos. Un presidente que se presenta al mundo como la sombra de su esposa, a quien no hay forma de atribuirle más logros que el de su imagen, habla de un país muy superficial, inseguro y poco confiable.
Cuidado con atribuirles nuestra idiosincrasia a los otros, puede que sólo dentro de Argentina la mujer sea bien vista como trofeo. Parece ser hora de educar a nuestra “realeza”, y pronto.
Karina Zerillo Cazzaro
DNI 21.653.863
Karina Zerillo Cazzaro
DNI 21.653.863
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