Capilla De los Dolores y la Catedral Neuquina

La foto del lector

En reiteradas oportunidades me he referido al cuidado del patrimonio histórico neuquino: hice referencia puntual a la ordenanza Nº 7972/97 promulgada por el Concejo Deliberante de la ciudad, que trata de la preservación de los espacios urbanos significativos que pudieran ser considerados patrimonio histórico del lugar. Para el dictado de esta norma se consideró que la ciudad de Neuquén posee un escaso patrimonio de valor arquitectónico, simbólico, paisajístico y urbanístico, representativos de su historia, y que los pocos existentes constituyen verdaderos hitos visuales.

Los neuquinos sabemos del dolor que nos causó la demolición de nuestra querida Escuela Nº 2, emplazada en la esquina de la Avenida Argentina y Carlos H. Rodríguez, cuando finalizando la década del 70 fuera desmantelada. Hace pocos días se demolió un antiguo local de un almacén, y luego ferretería, de calle Mitre esquina Corrientes. También puedo sumar los desmanes que a menudo se provocan en el Monumento al General San Martín, entre tantos otros que nos causan la misma tristeza.

Hoy quiero recordar brevemente la historia de la primera capilla que tuvo nuestra ciudad, la capilla De los Dolores, hoy librería San Pablo, que fuera declarada patrimonio histórico neuquino. Esta capilla neuquina se construyó con fondos colectados por la Comisión Prohospital y Templo constituida por la comisión de Beneficencia de Neuquén. Fue inaugurada el 12 de septiembre de 1907, acto del que fueron padrinos el señor Casimiro Gómez y su esposa doña Dolores Palmés de Gómez quienes, a la vez, fueron los donantes de la tierra.

En la década de 1950 el padre Fernández comenzó la construcción de un templo de mayores dimensiones. Junto a la histórica capilla se construyeron paredes de ladrillos a la vista y en un estilo gótico normando, cuyos arquitectos eran de Buenos Aires. Cuando el padre Gregui se hizo cargo como párroco, a fines de los 50, nombró una comisión para que se abocara a la tarea de levantar el nuevo templo. Esta comisión trabajó arduamente para que cuando llegara el obispo de Nevares estuvieran levantadas sus paredes hasta el techo. Don Jaime hizo diseñar sus vitrales de una calidad artística insuperable.

Ésta es la historia.

Ahora quiero solicitarles a las autoridades de mi provincia y de mi ciudad la preservación de estos templos y de todos los edificios que son de todos los que habitamos estas tierras. No me refiero a la legitimidad de los reclamos sociales, sino al daño material que se suele provocar cuando pasamos frente a ellos.

Sabemos que la Iglesia neuquina siempre estuvo presente ante todo conflicto que se produjo: sus puertas abiertas en épocas de la dictadura, la protección que el primer obispo dio a los más desprotegidos, el amparo que se les da –a través del hogar Rayito de Sol– a las mujeres golpeadas, entre tantos otros.

Siempre la Catedral fue un lugar de encuentro para mediar soluciones de conflictos. Entonces me pregunto: ¿por qué en cada marcha algunos manifestantes –es válido no englobar a toda una marcha sino destacar la singularidad de algunos– atacan, pintan sus frentes, sus paredes, sus puertas? ¿Por qué es necesario vallarla para que no se siga injuriando?

Señores gobernador, vicegobernador, intendente, diputados, concejales: debemos encontrar una solución urgente a este grave problema social.

Todos somos libres de expresarnos, de manifestarnos, pero no de atentar contra nuestro patrimonio histórico, que es el único testigo de un Neuquén que se hizo y se hace oír, pero pido que lo hagamos en concordia.

Beatriz Carolina Chávez

DNI 6.251.256

Beatriz Carolina Chávez

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