¿El clima puede considerarse para construir y gastar menos gas y luz?

A partir de un análisis del clima del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, científicas del CONICET y la UNRN dieron pautas sobre edificaciones en “armonía” con el ambiente.

Dos investigadoras de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) y la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) analizaron las condiciones climáticas del Alto Valle de Río Negro y Neuquén. El estudio no solo pretendió corroborar similitudes entre las ciudades de la Patagonia Norte sino también establecer algunas estrategias de diseño con el fin de que se consiga una mejor eficiencia energética en las construcciones. Una meta que lleva a que se gaste menos gas y electricidad mientras se vive o se trabaja en los edificios.

La investigación se basó en los principios de la llamada “arquitectura bioclimática”. Desde esa perspectiva se pretende repensar las viviendas o edificios a partir del aprovechamiento de las condiciones naturales del entorno, mientras se aporta comodidad para sus habitantes y se crea un compromiso ambiental. El trabajo fue publicado en la revista especializada Estudios del Hábitat, que edita la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNLP.

“Quisimos indagar sobre cómo se pueden conseguir condiciones de confort en las casas sin depender tanto de la energía, como el gas o la electricidad. En este contexto de cambio climático, donde todos los combustibles fósiles incrementan sus efectos, y además que cada vez vienen más caras las boletas, abordamos una solución a esos dos grandes problemas personales y globales”, comentó la investigadora asistente del CONICET y miembro del Laboratorio de Experimentación Proyectual y Estudios Urbano-Territoriales (LEPEUT-UNRN), María de la Paz Diulio, en diálogo con Diario RÍO NEGRO.

El concepto del “bioclimatismo” puede resultar novedoso para el entorno académico, Sin embargo, sus principios son tan antiguos como la humanidad. De hecho, muchas de estas estrategias son tomadas en cuenta por la arquitectura “originaria” o vernácula ligada a los pueblos indígenas.

María de la Paz Diulio es investigadora del Conicet y el Laboratorio de Experimentación Proyectual y Estudios Urbano-Territoriales (LEPEUT-UNRN) en arquitectura sustentable.

“Pero en los últimos años la arquitectura comercial que se ha impulsado en Occidente se ha olvidado de cómo se hacían esas cosas. Porque otras variables se empiezan a incorporar, como la necesidad de que haya muchas viviendas y baratas, las aspiraciones personales, entre otras. El primer paso para pensar una construcción es saber cómo es el clima donde se va a construir”, agregó Diulio.


¿Existen similitudes en el clima de las ciudades del Alto Valle?


Para esta investigación, catalogada como pionera en la región, se relevaron datos de 15 localidades dispuestas en un área de 88 kilómetros de extensión.

Se utilizaron informes existentes de la zona del Aeropuerto Juan Domingo Perón de Neuquén capital y la estación meteorológica del INTA en Cipolletti. Ante la escasez de datos de otros sectores, las investigadoras recurrieron a datos satelitales de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) de los Estados Unidos.

“En un comienzo queríamos saber si la información satelital nos servía. Entonces empezamos a comparar esas muestras con las que teníamos, para ver si había afinidad. Y efectivamente fue así”, señaló Diulio.

Según lo analizado, el clima del Alto Valle es definido como seco y marcado por una amplitud térmica diaria de 11 a 16 grados. Pero estos son valores medios que no representan ajustadamente la rigurosidad del clima, tanto las temperaturas máximas de 40 grados en verano como las temperaturas mínimas menores a 10 grados bajo cero en el invierno.

Se hizo un estudio que aporta estrategias para usar en la arquitectura del Alto Valle en el futuro.

En el estudio también se realizó un entrecruzamiento y comparativa entre las diferentes ciudades. Las variables entre un extremo y otro del Alto Valle no presentaron grandes cambios.

Por lo tanto, se llegó a la conclusión de que existen condiciones “homogéneas” para establecer estrategias de diseño bioclimático. “Las diferencia más fuerte es la cantidad de precipitación entre Neuquén y Regina. Pero se trata de un desfase de unos milímetros. Esto contradice a la percepción general, que plantea que el clima no tiene nada que ver entre una ciudad y otra. Pero con este estudio vemos que podemos tomar las mismas decisiones para construir”, aseveró la arquitecta.


Qué estrategias a implementar en la arquitectura del Alto Valle


A partir de las conclusiones, la publicación estableció tres grandes estrategias que sugieren para implementar en los diseños de construcción en el Alto Valle:

– La ganancia solar directa en invierno: consiste en la utilización de ventanas, claraboyas y persianas para controlar la cantidad de radiación solar directa que llega al interior.

– El aprovechamiento de las ganancias internas: implica no dejar que se escape el calor que se genera dentro de una casa. Esto se puede lograr con un buen aislamiento térmico.

– La ventilación selectiva: hace referencia al uso de la ventilación para el refrescamiento nocturno en el verano, a partir de la utilización de la amplitud térmica que hay entre el día y la noche.

Estas pautas se definieron por medio de los modelos gráficos o climogramas. “Estos climogramas tienen en cuenta distintos parámetros: lluvia, humedad, radiación, entre otros. Al volcar esos datos se comenzaron a marcar las tácticas, tanto para lograr confort en el interior como en el exterior”, señaló la científica de la UNLP, Analía Gómez, en diálogo con Diario RÍO NEGRO.


Qué sucede con el cambio climático


El estudio se basó en las medias mensuales de las principales variables del clima. Sin embargo, no contempló el análisis de los efectos, existentes o futuros, de la crisis climática en la Patagonia Norte.

“Muchas veces los efectos del cambio climático son muy puntuales y siempre las bases climáticas trabajan con promedios. El problema principal es que muchas veces esos cambios bruscos suelen concentrarse en períodos muy pequeños. Por ejemplo, la lluvia que caía en un mes, ahora lo hace en dos días. Entonces cuando se toma la media mensual, no se notan las variaciones”, aclaró Gómez.

La investigadora detalló que “no es posible diseñar para eventos muy puntuales”, pero sí es necesario tenerlos en cuenta a la hora avanzar en un proceso creativo. “Hay lugares muy secos que no estaban acostumbrados a las posibles inundaciones que ahora padecen, y no contaban con desagües pluviales -por ejemplo-. Ese tipo de cosas tenemos que empezar a contemplarlas en un proyecto”, señaló.

La finalidad de la arquitectura bioclimática radica en centrar sus mayores esfuerzos en lograr una reducción del consumo energético y su impacto en el ambiente global. Por lo tanto, para los investigadores este tipo de edificaciones pueden significar una onerosa inversión inicial. Pero vale la pena tener en cuenta que esa inversión será amortizada en el futuro porque se pagarán facturas de electricidad y gas con menores importes.

Analía Gómez es investigadora de la Universidad Nacional de La Plata y se especializa en hábitat sustentable.

El mensaje es más profundo: con la arquitectura bioclimática se promueven cambios de hábitos para promover una conciencia más amigable con el entorno. “Hay gente que dirá: ‘yo puedo pagar esa factura de gas o luz que me llega, y no me importa’.

Pero también hay que pensar que la generación de esa energía tiene un costo y hay gente que no la puede pagar. Hay que generar empatía con las cuestiones ambientales”, precisó Gómez.


Cuáles son las reglas básicas para construir en el Alto Valle


El clima de la Patagonia Norte se caracteriza por marcadas diferencias de temperaturas entre estaciones, e incluso entre el día y la noche. Por eso, la investigadores del CONICET y la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), María de la Paz Diulio, detalló ciertas consideraciones a la hora construir en la región.

“Como regla de oro, los ambientes principales (los dormitorios, lugares de estar), que van a tener ventanas al exterior, deben estar orientados al norte. Porque allí se tendrá mejor luz. En verano, cuando hace mucho calor y no se quiere que entre la luz del sol, se lo tendrá bien arriba. Entonces con un simple alero, se puede evitar que los rayos entren. En invierno, cuando el sol está más bajo, se puede aprovechar la radiación para calentar el ambiente”, precisó.

Asimismo, recomendó tomar en consideración la utilización de cerramientos con “mucha masa” para evitar las temperaturas de más de 40°C que suelen alcanzarse en la temporada estival. “Necesitamos paredes gruesas y con mucho peso. Impiden que el calor no ingrese al interior. Es la sensación que uno tiene cuando uno entra a una iglesia y siempre pareciera que está más fresco”, explicó.

Por último, aseguró que los diseños deberían evitar la utilización de grandes ventanales orientados al oeste y el sur. “En el verano, el sol hace su recorrido más largo por el sur y va a generar temperaturas poco agradables. Y en el invierno no va a entrar porque su recorrido es más corto. Por lo cual seguramente se tenga un ambiente muy frío. En tanto, el oeste es una cara muy calurosa y como el sol está de frente es muy difícil de protegerse”, concluyó.


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