Construir un negocio a partir del reciclado

Natalia Pildain es licenciada en Turismo. Aprendió el arte de la cartapesta de adolescente. Hoy vende sus productos a través de las redes sociales.A futuro abrirá su atelier para dar clases de producción de artesanías y pintura.

Después de una semana de muchos cuidados, finalmente las páginas de un diario se convierten en una matera, una fuente o un jarrón.

A través de las manos de Natalia Pildain el reciclado es una forma de vida. La cartapesta es el camino que la licenciada en Turismo eligió para iniciar su emprendimiento de artículos de decoración. El proyecto está en su fase inicial, pero con el objetivo de transformarse algún día en una forma de ganarse la vida. “El proyecto está, quiero tener un taller donde trabajar y dar clases de cartapesta y pintura. Con el tiempo se irá concretando”, asegura.

Siendo una adolescente, Natalia aprendió el oficio de una vecina artista. “A partir del cartón, papel de diario poder hacer cosas de decoración me encantó. Primero empecé haciendo regalos para cumpleaños. Después me empezaron a pedir cosas para comprarme y entonces empecé a vender para solventar los gastos del colegio secundario”, contó la mujer de 31 años.

Hace seis años sintió la necesidad de ponerle un nombre y a su emprendimiento lo bautizó Eterno Amor, en homenaje a su mamá. “Tuve la necesidad de darle una identidad a mi emprendimiento”, aseguró, e insistió con el valor de la palabra identidad.

tuve la necesidad de darle una identidad a mi emprendimiento. Quería un nombre que tuviera que ver todo conmigo».

Natalia es la artífice de Amor Eterno.

El próximo paso fue vender sus artesanías. El boca a boca fue el principal canal de comunicación, pero fue necesario ampliar el universo de potenciales “clientes” y llegaron las redes sociales. El proceso fue lento pero no se detuvo. Los encargos se fueron sucediendo constantemente y todo empezó a funcionar como Natalia lo había planeado.

Su emprendimiento, al que siempre había visto principalmente como un hobbie, tomó otro valor en su vida cuando por un problema de salud perdió su trabajo. Su marido la ayudó en su recuperación y en el sostenimiento de la casa. Natalia apostó a su emprendimiento y hoy representa una gran ayuda para la economía familiar.

En ese momento comenzó a estudiar pintura decorativa para agregar a su oferta artística productos nuevos.
Pinta cuadros que luego vende en las redes sociales. Y pinta por encargo, pero cada pieza es única. Cada una tiene la impronta del momento en que Natalia se sienta frente al lienzo en blanco.

“Yo hago réplicas de cuadros míos, pero nunca van a ser iguales porque no soy una máquina. Cada pieza tiene un detalle distinto”, explica Natalia.

La principal dificultad que tiene Natalia a la hora de comercializar sus productos artesanales es el precio.
“Siempre fue cuestionable. Como son cosas de decoración y no de primera necesidad te dicen que es muy caro o te piden descuentos por comprar dos o tres piezas. Así se va perdiendo el valor del trabajo de un artista o un artesano. Lo principal es pensar que al comprar una pieza de estas estás comprando mucho más que algo material. Estás comprando el tiempo de otra persona, parte de su talento, horas de dedicación y parte del corazón del artesano o artista”, concluyó.
Natalia defiende en el valor de cada objeto lo que ella le imprime en la producción, que va mucho más allá de los materiales.


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