Copahue: la historia del único habitante de la villa termal tapada por la nieve

Nicolás Canter es de Zapala, en los años 90 descubrió este paraíso neuquino y nunca más de fue. Hace la temporada de verano y después se queda a disfrutar en soledad del invierno. Acá cuenta cómo es vivir rodeado por siete metros de nieve.

Lo rodean siete metros de nieve que ya rozan los cables de electricidad en Copahue y para que entre luz natural al departamento del complejo donde se aloja tiene que palear para despejar las ventanas. Puede pasar cuatro días sin salir por la tormenta blanca con temperaturas de -5°C, pero en estos meses de frío extremo en la villa termal neuquina anda con bermudas y remera adentro porque las fumarolas calientan el piso como la mejor losa radiante natural: debe ponerse zapatillas para no quemarse.

Nicolás en la salida de ayer. Foto: Nicolás Canter.

Tiene wifi, televisión satelital y una vez por semana va a hacer las compras a Caviahue (1600 msnm a 360 km de Neuquén) con su mochila de 60 litros. Como Copahue está más arriba (2.000 msnm) tarda una hora de ida y dos de vuelta en esos 20 km. Utiliza su tabla de splitboard, síntesis entre el esquí y el snowboard: puede ser dividida como hace él para caminar y evitar deslizamientos al sumarle piel de foca.

360

km asfaltados al noroeste hay entre Neuquén y Caviahue. De ahí son otros 20 de tierra, hoy bajo la nieve, hasta Copahue.

Así son las cosas para Nicolás Canter, el único habitante fijo de Copahue en el invierno. Su amigo Mario suele acompañarlo, pero ahora que se puso de novio con una chica de Caviahue puede pasar dos semanas allá, al pie del volcán, antes de regresar a la villa termal que queda sepultada por las nevadas cada invierno.

La recorrida con Cuqui por la villa tapada por la nieve. Foto: Nicolás Canter.

En cambio, Nicolás sí disfruta de la compañía permanente de Cuqui, la perra que dejaron los artesanos chilenos cuando volvieron a Trapa Trapa el último verano y que ahora es su compañera fiel en las recorridas, siempre alerta cuando merodea algún zorro detrás de una liebre.

El viento diseña la forma en que se acumula la nieve.

También hay un puesto de Gendarmería con cuatro efectivos que rotan cada dos semanas. Y personal del Ejército se aloja en un antiguo destacamento en Las Máquinas, antes de la villa, para hacer maniobras en el invierno, como bucear en los lagos helados y pernoctar en iglúes sobre lagunas congeladas para acostumbrar a los militares a las condiciones extremas que les tocarán luego en la Antártida. Ellos trasladan a los gendarmes en un vehículo oruga para los relevos.

“Siempre digo que vivo en un paraíso, espero todo el año este momento”, dice Nicolás y su voz suena clara a través de Whatsapp. Nacido en Zapala, llegó a principios de los 90 (su madre estaba empleada en las termas) y nunca más se fue, deslumbrado por la belleza de esta tierra de araucarias, lagos, arroyos, cascadas y picos nevados.

Acá viv Nicolás, en un departamento del complejo tapado por la nieve (roza el tendido eléctrico) que ves a la izquerda.

Trabaja en la hostería Hualcupen (a 300 metros del complejo termal) donde hace la temporada desde el 1 de diciembre al 1 de mayo, aunque suele llegar un par de meses antes para hacer ajustes de mantenimiento y pintura.

Con un empleo con vivienda y comida sin cargo, ahorra el sueldo casi completo para financiarse en el invierno. “No tengo hijos, soy soltero, no tengo muchos gastos. ¿Novia? No, pero digamos que alguna amiga sí…”, cuenta entre risas.

Nicolás en una de sus excursiones.


Además de observar que todo esté en orden en la villa en sus recorridas con Cuqui, puede salir a hacer snowboard, lo que más le gusta, aunque camine en formato splitboard.

Opciones no le faltan: desde un lugar cercano a unos 15 minutos para tirar saltos y trucos con Mario en una cornisa hasta otro más lejano rumbo a Chile para descensos sobre nieves vírgenes en una larga recta. “Hay que caminar como una hora y media, hay muy lindas bajadas ahí. Siempre miramos bien donde nos metemos para evitar riesgos”, cuenta.

Este jueves cumplirá 44 y tiene medio chivito guardado por si alguien se acerca a saludar. Desde hace tres años, desde que se dejan los cables del tendido eléctrico en vez de levantarlos como antes, todo cambió: puede quedarse sin necesidad de apelar al ruidoso grupo electrógeno y también hay vecinos. Uno de ellos es Nito, que abrió una sucursal termal de su parrilla y sus famosos chivitos. Y si sabe que está por venir y le falta algo, le manda un mensajito y nunca le falla.

Postal de la recorrida de ayer. Foto: Nicolás Canter.

Esta temporada la pandemia no permitió que arribaran turistas, pero el año pasado llegaron snowboardistas y esquiadores extranjeros tentados por esos mismos paisajes nevados y sus pendientes que Nicolás disfruta en soledad.

En el 2019, además, llegaron visitantes que pudieron meterse en la laguna del Chancho y tomar baños de vapor. Había una enfermera y personal de Termas en el vecindario. En el 2020 no pudo ser.

El viento diseña la forma en que se acumula la nieve.


Si hay algo que aun lo sorprende es cómo el viento moldea la nieve. Pueden acumularse siete metros hasta tapar las dos plantas de la hostería donde vive y ahí nomás puede dejar una puerta libre según cómo sople. Con hasta 30 km/h, sale. “Más se hace difícil”, explica. Y enseguida agrega que como sea siempre trata de mirar el paisaje, aunque sea un poco: esa inmensidad nevada es lo que más le gusta en el mundo.

Postal de la recorrida de ayer. Foto: Nicolás Canter.

Otra cosa que suele hacer es sacar fotos para los amigos: si alguno le dice que es un exagerado cuando describe la cantidad de nieve que hay, nada mejor que una imagen. “Eso termina con cualquier duda”, dice Nico y se ríe antes de despedirse para salir a dar una vuelta con Cuqui. No hay viento, no nieva, está soleado: es tiempo de aprovechar.


Los hoteleros de Copahue apuestan a un comienzo normal de temporada el primero de diciembre y a que la pesadilla de la pandemia haya quedado atrás. “Estamos trabajando muy bien con el sector público para poder estar en condiciones de habilitar las termas”, afirma Rody Dómina, del Apart Aldea Termal.

Es la misma postura de Guillermo De Cesco, del complejo de hosterías y cabañas Hualcupen donde trabaja Nicolás. “Afortunadamente no hemos tenido ningún caso. Nuestra expectativa es poder operar con normalidad”, sostiene.
Guillermo se radicó en Caviahue, el lugar donde viven su hija, su hijo y sus cuatro nietas.


Tres días atrás, en el hermoso Cajón Chico que atraviesa la ruta provincial 26, a pocos km de Caviahue cayó una avalancha de nieve sobre el asfalto.

El despeje de la ruta provinciual 26.


Tras 16 horas de trabajo del personal de Vialidad Provincial, Defensa Civil y el Municipio se logró despejar la ruta donde se habían acumulado más de 5 metros de altura. Profesionales del EPEN, con temperaturas bajo cero, liberaron la línea de media tensión que había quedado sepultada.


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