El cine y la música bajo la lupa de Tom Waits

BUENOS AIRES(Télam).- Eran las ocho de la noche y el músico norteamericano Tom Wait, con su clásico sombrero, jeans y saco interpretó junto a un piano «Tom Trauberts Blues», la canción con la que cerró la Master Class que ofreció para 900 personas en el teatro Presidente Alvear, en el marco del IX Buenos Aires Festival Internacional de Cine (BAFICI).

El más ilustre de los visitantes de la muestra, debió sortear antes, con elegancia, picardía y mucho humor, la excesiva arrogancia de sus entrevistadores a los que vapuleó con altura en un par de ocasiones y ante los que se las ingenió para dejar algunas perlas de su pensamiento.

Pero más allá de estos percances, el genio, la frescura y la sensibilidad de un Waits desacartonado y rápido de reflejos, permitió al público vislumbrar algo de la creatividad de uno de los músicos más interesante de la canción norteamericana de las últimas décadas.

«Vivir en los Estados Unidos tiene sus ventajas, uno puede subirse al auto, tomar una ruta y manejar cuatro días seguidos sin caerse al mar. Uno sueña mientras está en el camino y la clave es con quién compartís el viaje», aseguró Waits para hablar de su afición a las carreteras, uno de los tópicos de sus canciones, con su oscura escenografía de bares al margen, burdeles y borrachos.

Por otra parte, y respecto de los cambios que hubo en su carrera musical, signada por una búsqueda constante, el creador de discos como «Bon Machine» y «Alice», aseguró: «En determinado momento uno se vuelve complaciente con su trabajo, por eso de tanto en tanto hay que romper con uno mismo y buscar por otro lado».

Acaso en el mismo sentido y en otro momento de la charla de 90 minutos el músico aseguró: «Cuando uno quiere hacer su propio camino no lo piensa como un negocio, sino para ampliar la geografía mental de uno mismo».

Al hablar sobre cine y música (canciones suyas aparecen en más de 50 filmes e hizo la banda de sonido de cintas como «Una noche en la Tierra», de Jim Jarmusch, y «Golpe al corazón», de Francis Ford Coppola), Waits destiló todo su ingenio.

«Lo más común es que cuando el director está cansado, se le acabó la plata y no sabe cómo terminar la película te llame a vos y te pida que lo arregles todo con una canción; aunque a veces es distinto y la canción es como un ingrediente que engarza a la perfección con el filme», remarcó el músico.

Respecto de Jack Nicholson, con quien trabajó en «El amor es un eterno vagabundo», del argentino Héctor Babenco, dijo: «El es muy generoso, da mucho en un rodaje porque quiere que la cosa funcione para todos, es como un padrino, le da una cierta dignidad al set».

Por otra parte se refirió a Coppola y lo calificó como uno de los grandes de la historia del cine, y en el mismo sentido se refirió al poco éxito comercial de un filme como «La ley de la calle» y a la importancia que tomó después.

«Cuando hacés algo innovador es como cuando uno abre una puerta que estaba cerrada para todos, entonces la multitud empieza a pasar y te tira al piso, te deja aplastado, pero después te parás, pensás un poco y decís: 'Yo abrí esa puerta'», ejemplificó Waits.

También habló sobre el es

critor William Burroughs con quien colaboró en la obra teatral «The Black Rider», dirigida por Robert Wilson. Su definición provocó una carcajada general: «A él sólo lo fascinaban tres temas: armas de fuego, insectos y reptiles, si hablabas de eso le caías bien y parecía que le gustabas pero en realidad lo único que le gustaba era hablar de armas de fuego, insectos y reptiles».

Respecto de lo que es estar de gira con una banda, el músico, que aseguró que en la actualidad sólo hace tours pequeños de no más de dos semanas, aseguró que «estar de gira no es como viajar. En un gira no ves mucho más que al chofer, la habitación del hotel y el backstage».

PEDRO FERNANDEZ MOUJAN