De albañil a casi jugar en el Real Madrid: la increíble vida del Pulga Rodríguez, figura de Colón

Este sábado jugará la final de la Copa Sudamericana ante Independiente del Valle de Ecuador. "Será el partido de mi vida", admitió el nacido en Simoca, Tucumán.


A Luis Miguel Rodríguez le dicen «El Pulga». Paradójicamente estuvo a punto enfrentar a Lionel Messi en España si lo contrataba el Real Madrid. Pero ahora es ídolo de Colón, finalista de la Copa Sudamericana 2019, y este sábado enfrentará al equipo ecuatoriano Independiente del Valle.

«Este será el partido de mi vida», admitió Rodríguez, adorado por los hinchas del Sabalero de la provincia de Santa Fe.

A los 34 años, el delantero que lleva la camiseta 10 como el astro de Barcelona, puede contar una vida de película. A los 14 años lo vio en un torneo internacional en Islas Canarias un representante del equipo Merengue, pero el pase fracasó.

Sólo tenía 13 años cuando se lo había llevado a Europa una intermediaria y un empresario que deseaban sumarlo al Inter de Italia. Rechazaron ficharlo en la Casa Blanca, pero tampoco le encontraron club europeo.

Lo habían ido a buscar, junto con otras cuatro promesas, hasta los potreros de la ciudad de Simoca, en Tucumán, su provincia natal.

En aquella prematura aventura europea los empresarios mandaron al grupo de pequeños tucumanos en tren hasta Bucarest. Les habían dicho que jugarían en un club rumano. Pero nadie los esperaba en la estación y se quedaron sin dinero, vivienda ni destino. Tuvieron que volver.

«Tenía miedo del viaje, del avión, pero quería jugar al fútbol en primera», reconoció el futbolista tan chiquito de tamaño como grande cuando ilumina la canchas con su talento.

Así lo demostró en semifinales de la Copa. Marcó con sutileza dos tiros penales decisivos ante Atlético Mineiro de Brasil para llevar a Colón a la final.

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El primero fue casi sobre la hora y descontó a 2-1 la ventaja de los brasileños. Colón había ganado 2-1 la ida. Fueron a la tanda de penales. Rodríguez anotó con toque suave, sin esfuerzo, como si pateara la pelota en el patio de su casa y no en una semifinal copera. Colón ganó el desempate 4-3.

«Debe ser desesperante para el arquero ver cómo la pelota va despacito para el otro lado», narró sin ironía, sólo como descripción de un momento nada feliz para el adversario.


Zapatillas de mujer

Los avatares de Rodríguez parecen de ficción. Fue albañil y pintor para ayudar a su numerosa familia de nueve hermanos. Simoca en quechua significa «lugar de paz y silencio». Lo que abunda, en cambio, es pobreza.

El Pulga jugaba descalzo porque no había dinero para botines. Usaba zapatillas de mujer que le prestaban porque eran de su medida 39, un pie pequeño para un hombre. Un día pudo usar auténticos zapatos de fútbol.

A los 16 años, de vuelta en Simoca, no lo tenía en cuenta ningún club fuerte hasta que metió 12 goles en un partido barrial. Fue la clave para que lo contratara Atlético, el Decano albiceleste.

«En San Martín de Tucumán (rival de Atlético) dijeron que era muy chiquito», recordó. Y se lo llevó a Atlético el DT Jorge ‘Indio’ Solari, crack legendario de la selección argentina.

Jugó un tiempo para Racing de Córdoba y Newell’s Old Boys. Con Atlético Tucumán ganó tres torneos en categorías de ascenso. Y siempre fue goleador y asistidor exquisito.

Su última broma fue aparecer en una foto de redes sociales disfrazado con la máscara de Dalí, de la serie española de Netflix La casa de Papel. Se lo ve con su mujer Paula, y sus hijos Bautista (4) y Milo (2).

Está afiliado al peronismo, que volverá a gobernar el país desde el 10 de diciembre. Quiere ser alguna vez candidato a diputado. Y también profesa el hinduismo. «Es mi otra pasión junto con el fútbol», señaló.

El Pulga no jugará en la liga española pero a ser excéntrico no le gana nadie.


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