De Bariloche, a explorar la Luna

El joven barilochense Santiago Rodríguez formó parte del equipo SpaceBee, que llegó a la final de un concurso internacional y enviará un vehículo de exploración a la Luna en 2024. Es egresado de la UNRN y cuenta para qué servirá este rover.

Un joven barilochense integró un equipo llamado SpaceBee que resultó finalista en un concurso mundial, con el diseño de un rover, un vehículo de exploración espacial, que será enviado a la Luna en tres años.


Santiago Rodríguez tiene 25 años, egresó de la carrera Ingeniería Electrónica de la Universidad Nacional de Río Negro y trabaja en Invap. “Cuando entré a trabajar a Invap, conocí a Sol Maldonado, una de las lideres del equipo que me habló del concurso de Open Space ya que convocaba a una serie de desafíos”, explicó Rodríguez.

Open Space se promociona como un programa espacial para jóvenes menores de 25 años y tiene como partners a empresas como Invap, Skyloom, Satellogic y varias instituciones educativas, entre otros. “Inspiramos a la juventud a pensar en grande y cultivar la imaginación. Organizamos desafíos para prepararlos para la nueva Era Espacial”, proponen en su página web.

El concurso formulaba tres posibles desafíos: el desarrollo de una aplicación para teléfonos celulares, el diseño de un satélite o, de un rover con una misión particular en la Luna. Este último, el “moon rover”, fue el proyecto elegido por el equipo de Rodríguez.

“El rover es un vehículo de exploración no tripulado que tiene una serie de herramientas que permiten adquirir información. La condición, en este caso, era que no superara los dos kilos”, detalló el barilochense.


Respecto a la misión del rover no había requisitos. La búsqueda podía estar orientada al estudio de minerales en la Luna, la incidencia del Sol o cualquier otra propuesta.

“A lo largo del proceso, tuvimos varias sesiones de mentoreo con distintos expertos que nos sugerían qué podía ir bien y qué no. En un principio, por ejemplo, queríamos estudiar los sismos en la luna para determinar si un área era adecuada para una edificación o no. Como ya existen los tubos de lava en la Luna, nos sugirieron descartar ese análisis”, comentó Rodríguez.

Finalmente, se definió que el georadar del rover tendría como misión detectar reservorios de agua “de utilidad para futuros asentamientos humanos” y determinar la ubicación geográfica y dimensiones de los tubos de lava en el polo sur de la Luna. “Los tubos de lava -según explicó Rodríguez- son como edificaciones que podrían usarse como asentamientos. No son tan helados como la superficie de la Luna y es un ambiente que está protegido del sol; de modo que no se requeriría estar con traje espacial todo el tiempo”.

A lo largo de todo el proceso, se requirió la intervención de diversas áreas. “En un entorno espacial en el que no hay una capa protectora como en la Tierra y donde los rayos solares pegan directamente, los componentes se deterioran más rápido”, puso como ejemplo Rodríguez, que se abocó a la parte electrónica del rover.


Mencionó que, desde el área mecánica, “los chicos encontraron que el polvo lunar podría tapar los paneles del rover. Entonces, no tenés forma de generar energía con la luz. Por otro lado, las patas -donde están los motores- se podrían llenar de polvo, trabarse e incluso, romperse”.

El equipo arrancó el certamen con 6 integrantes y terminó con 25 (estudiantes y profesionales) distribuidos en todo el país. Por eso, otro desafío, según Rodríguez, fue coordinar el trabajo “al estar dispersados por todo el país, con distintos horarios y actividades para poder converger en un mismo resultado”.

Después de un año de trabajo, fueron tres los equipos que pasaron a la semifinal del concurso de Open Space y finalmente SpaceBee resultó ganador.


“Nuestro rover viajará a la Luna en 2024. La organización proveerá los fondos para construirlo. Hay que probar que funcione y una vez que esté validado, se adosaría a un lander que lo llevará desde la Tierra a la Luna y que aportará otra empresa. En la Luna se lo soltará y lo controlaremos desde acá”, señaló con marcado entusiasmo.

Rodríguez aclaró que la producción será “de bajo costo”, ya que uno de los requisitos es que el rover sea pequeño y liviano. “No puede competir con los de la Nasa que pesan 600 kilogramos. Construir un rover que supera los 100 kilos cuesta más de un millón de dólares (y llevarlo a la Luna, mucho más). En nuestro caso, pusimos un presupuesto de 60 mil dólares para su construcción”, expresó.


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