De caserío a la gran ciudad de la Confluencia

Aquel paraje que surgió rodeando las vías del ferrocarril, experimentó a lo largo de sus 117 años varias transformaciones, en lo social, económico y urbano. Un recorrido a lo largo del siglo.

Redacción

Por Redacción

El Neuquén de 1900 era apenas un pequeño caserío, con construcciones de adobe y uno que otro edificio, como el Palomar o los depósitos del Regimiento III de Cabellería. Todos se ubicaban de manera dispersa entre la orilla del río Limay y la margen derecha del Neuquén, a lo largo de cuatro kilómetros hacia las vías.

“La presencia del ferrocarril y de las tierras pertenecientes a la empresa Ferrocarril del Sud, destinadas a las oficinas, galpones y talleres marcó la división de Neuquén en dos espacios. Esta organización se reforzó con el trazado del canal de riego que corría a lo largo de calle San Martín y su continuación, Independencia”, escribieron en su libro “Neuquén: Ciudad imaginada, ciudad real”, historiadores de la Universidad Nacional del Comahue.

La zona del Bajo era la más compacta y surgió a partir de la actividad mercantil relacionada con el ferrocarril. En el Alto, los asentamientos estaban más dispersos y era el lugar de residencia de los centros políticos y administrativos. Estaba demarcado por las vías del tren al sur y la actual calle Belgrano al norte.

La construcción del puente ferroviario dio fuerza al flujo comercial entre Neuquén y Río Negro y permitió un crecimiento poblacional importante en la Confluencia. En 1904, con el traslado de la capital desde Chos Malal, el paraje contaba con 800 vecinos, cifra que duplicaba a los 432 habitantes registrados en 1902-1903. Los primeros pobladores provenían en su mayoría de la provincia de Buenos Aires-Carmen de Patagones, de la región cuyana, de Chile, España e Italia.

Paralelo a lo urbano se comenzó a desarrollar una zona de quintas y algunas viviendas precarias. Estas tierras que tenían caracaterísticas adversas para la producción por el exceso de salitre, fueron cambiando a partir de las obras de riego que se iniciaron en 1908 y que beneficiaron a unas 3.000 hectáreas, ubicadas en la zona de Bouquet Roldán y Valentina. Allí se radicaron inmigrantes españoles e italianos que accedieron a las tierras cuando sus propietarios fraccionaron los lotes y los pusieron a la venta. Los terrenos tenían entre 2 y 15 hectáreas, que permitieron la producción de 70 familias y así se completó la economía del pueblo.

Ya en la década del 30 la población de la capital llegaba a poco más de 6.000 habitantes, pero también crecían los problemas. Por la crisis, la ciudad debió reducir sus gastos, afectando a casi todas las actividades económicas. Esto derivó en el surgimiento de la primera cooperativa, la que hoy se conoce como CALF, que se encargó del suministro eléctrico y de agua potable. En esa época además, se dispuso la organización de las comisiones vecinales, la primera fue la del barrio Bouquet Roldán.

En cuanto a la trama urbana, las transformaciones no fueron demasiadas. El corredor de las avenidas Argentina-Olascoaga fue la columna vertebral de la ciudad, junto con el área lineal ferroviaria.

Hasta 1950 la ciudad mostraba un paisaje urbano con grandes baldíos en las manzanas que se fueron poblando de construcciones recién en los años 60. Sin embargo, el Alto y el Bajo continuaron diferenciándose en su arquitectura. De las vías hacia el sur había más espacios ocupados que libres, con las construcciones que invadían la línea municipal con el objeto de acercar al peatón a los comercios. En el Alto los chalets eran los más recurrentes y se hallaban retirados de la línea municipal.

Ese paisaje se fue modificando en la década siguiente, cuando por la inauguración de la ruta 22 se estimuló la construcción de viviendas en las zonas inundables, en las chacras. Esto significó un verdadero problema al que el municipio debió aportar una solución urgente. Fue así que el director de Planeamiento, Aníbal T. Müller, propuso expandir la ciudad hacia las bardas.

Los nuevos barrios fueron construidos por el Estado provincial y en algunos casos por cooperativas a través del Fonavi. En 1973 se creó el Parque Industrial, donde se asentaron pequeñas empresas que ampliaron la oferta laboral. Además se construyeron barrios para los trabajadores de las industrias.

La ciudad comenzó a transitar un ciclo agroindustrial, dejando de lado el trabajo de la tierra. La impronta estuvo dada por el desarrollo petrolífero e hidroeléctrico. Estas actividades generaron una demanda de servicios comerciales, administrativos y políticos. La población antes ocupada en lo agrícola fue desviándose hacia los servicios, lo cual a su vez constituyó un polo de atracción para profesionales y técnicos llegados de otras provincias.

Entre 1970 y 1985 el sector más dinámico fue el comercio al por mayor y Neuquén fue el centro comercial más importante de la región.

Esto repercutió en la distribución del empleo. Hacia 1991 del total de la población ocupada, el 37,2 por ciento se insertaba en actividades de servicios, comunitarios, sociales y personales, el 19,3 por ciento en el comercio, el 12,1 por ciento en la construcción y el 8,9 por ciento en industrias manufactureras.

En sus inicios la capital era apenas un puñado de viviendas de adobe diseminadas. Foto: Gentileza Archivo Histórico Municipal

La década del crecimiento poblacional


Entre 1960 y 1970 fue la década de la expansión demográfica en la capital de Neuquén.

La ciudad pasó de tener 16,738 habitantes en 1960 a 43,070 diez años después. Según los datos recopilados por los historiadores de la Universidad de Comahue, en el libro “Neuquén. Cien años de historia”, la mayor parte de los migrantes eran varones jóvenes de entre 20 y 24 años. Esto se manifestó en el alto índice de masculinidad que tuvo la provincia en comparación con el resto del país”.

Esto se debió principalmente al impulso del complejo El Chocón-Cerros Colorados, que generó un efecto similar sobre otras actividades relacionadas con el sector de servicios y de la construcción. “Esta última llegó casi a triplicar en 1970 la cantidad de trabajadores ocupados con respecto a la década anterior”, explicaron los profesionales de la UNC.

En el libro se da cuenta además, que el lugar de procedencia de los migrantes a la capital también fue modificándose entre los años 60 y 80. “En las décadas de 1960 y 1970 la procedencia de quienes llegaban a la capital correspondía a las provincias de Río Negro, La Pampa y Mendoza. Sin embargo, hacia la década de 1980 y la siguiente, Neuquén se convirtió en punto de llegada de habitantes provenientes, en su mayoría, de la provincia de Buenos Aires y Capital Federal. En 1980, alrededor del 60% de la población de la capital estaba constituida por migantes antiguos y recientes”.

Hacia 1990 el 60% de los habitantes de la provincia estaba radicado en el departamento Confluencia, mientras que unas 167.000 personas estaban asentadas en al ciudad capital.

En números

800
vecinos tenía el poblado el año en que se resolvió el traslado de la capital, desde Chos Malal. En 1902-1903 eran 432.
167.000
personas estaban asentadas en la ciudad de Neuquén en 1990.
Todo el pueblo se reunía en torno al monolito fundacional en las fechas comemorativas. Gentileza Archivo Histórico Municipal

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