De Peter Fletcher a Abigail, la libertad en la zona de nadie

¿Qué sucede en la mente de aquellas personas que cumplen con órdenes que atentan contra los derechos humanos fundamentales de toda una sociedad?

Carta de Lector

Por Carta de lector

Por Pablo Benitez Jaccod *

El 16 de noviembre de 2020, Diego Jiménez regresaba junto con su pequeña hija Abigail desde Tucumán a su casa en Santiago del Estero. A pesar de que Abigail se encontraba en tratamiento oncológico, fueron retenidos por dos horas bajo los rayos del sol e impedidos de ingresar a su provincia. Ante tamaña crueldad, su padre decidió cargar a su hija en brazos e ingresar caminando a su provincia de residencia, ante la total indiferencia policial.

La imagen impacta, y es muy similar a lo sucedido con Peter Fletcher (foto), quien fuera levantado en brazos por la policía de Berlín luego de agonizar en lo que se conoció como la “zona de nadie”.

Fletcher fue herido de muerte cuando trataba de escapar de Berlín Oriental rumbo a la libertad. Las tristes similitudes abundan, los guardias comunistas del Muro de Berlín y los efectivos del puesto de control que obligaron a caminar 5 km a un padre con su hija con un tumor no se conocen, pero en ellos vive algo en común: su cruel inhumanidad.

También vive en todos los responsables de haber varado a 7.500 formoseños en la frontera impidiéndoles ingresar a su hogar, en el envío a centros de aislamiento de familias enteras por semanas -a pesar de que los tests dieran negativos- y las detenciones a opositores a Insfrán por protestar.

Recordemos el caso del padre de Solange Musse, al cual le impidieron ingresar a Córdoba cuando viajó desde Neuquén para visitar a su hija por última vez, ya que ella se encontraba en estado terminal.

Los casos como los descriptos no se agotan. Todo ellos en cierta forma, al igual que Fletcher, fueron desterrados a la “Zona de nadie” del Muro de Berlín, donde el derecho a la vida, a la propiedad y a la libertad fueron totalmente anulados.

Ahora, ¿qué sucede en la mente de las personas que cumplen con órdenes que atentan contra los derechos humanos fundamentales, aplauden la decisión de sus gobernantes y no sienten ningún tipo de remordimiento y cuestionamiento? Cuando esto sucede, los individuos tienen lo que se denomina ‘’daño antropológico’’, que es el quebranto de la esencia del ser humano. La persona ha sido moldeada, el líder piensa y dirige por ellos.

Los sistemas socialistas como Cuba y Venezuela son un ejemplo claro, donde las libertades individuales y la propiedad privada son sacrificadas en resguardo del colectivo. Una sociedad donde prevalece el servilismo, el miedo a la represión, el miedo al cambio; la falta de voluntad política y de responsabilidad cívica; el desarraigo y exilio dentro del país o región, lo que conoce como (insilio) poseen las características típicas de daño antropológico.

Ahora, en los feudos provinciales de la Argentina también vemos estas características. El culto a la personalidad, el desprecio a la meritocracia, a la vida cívica republicana; la confusión entre partido y gobierno y un sistema económico donde el Estado es el único generador de empleos provoca la muerte del individuo por agotamiento y su consecuente daño antropológico.

Entonces, si el individuo está moral, jurídica y esencialmente anulado, acontece también lo que el Dr. Alberto Benegas Lynch (h) ha llamado “Falacia antropomórfica”. Esta idea propia de los totalitarismos pretende trasladar características del individuo a la Nación o Provincias.

Expresiones típicas como “la Nación demanda o la Nación piensa tal cosa’’ o, como expresó el comunicado del PJ en defensa del gobernador de Formosa Gildo Insfrán, que estamos ante “una feroz campaña contra Formosa” abundan. Los antropomorfismos sirven al aparato estatal a los efectos de asignar los deseos a colectivos inexistentes, para ocultar el hecho de que las metas propuestas son deseadas por los mandones instalados en la órbita gubernamental. Se destrozan las características del individuo y sus derechos para convertirlas en una especie de narcisismo de megalómanos.

Volviendo a los justificativos del discurso oficial, como es el caso del senador por Formosa, José Mayans, quien expresó abiertamente que: “El derecho vos lo tenés, pero no en pandemia”, lo que se nos quiere decir es que resulta necesario suspender el derecho y comprometer las libertades individuales ante una situación como la actual. Aunque se intente justificar como un estado transitorio y excepcional, en el momento de la suspensión del derecho, en el momento en que las personas están privadas de su libertad, de todas o algunas; en ese segmento no hay diferencias entre un régimen donde las libertades han sido definitivamente eliminadas y el otro “transitorio”.

Como advierte Friedrich Von Hayek en su libro “Camino de servidumbre”: “Que una vez se admita que el individuo es solo un medio para servir a los fines de una entidad más alta, llamada sociedad o nación, síguense por necesidad la mayoría de aquellos rasgos de los regímenes totalitarios que nos espantan”.

Violar los derechos individuales en nombre de la seguridad habitualmente termina con la desaparición de la libertad y la seguridad.

* Magister en Economía Política. Fundación Progreso y Libertad


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