El frenesí de los jugadores rotos

Van 27 minutos de Estudiantes- Boca por la onceava fecha de la Liga Profesional. Un jugador cae tendido cerca del mediocampo, mientras los que están cerca de él se toman la cabeza, el resto sigue el juego y agitan, para no detenerlo , no sea cosa ’de dar ni un solo milímetro de ventaja.


Se suscita una gran discusión y ante una escena tan dramática, como la de ver convulsionar a Javier Altamirano caído sobre el verde césped, finalmente impera la cordura y el partido es suspendido.
Van 26 minutos de un Boca -Racing y Lucas Blondel despabila a todo un estadio con un golazo de 25 metros que lo convierte en una de las principales revelaciones del fútbol local.


A las pocas fechas el mismo jugador frente a San Lorenzo y a tan solo 16 minutos de juego, sale al cruce de Cristian Ferreira clavando su pie derecho y rotando la rodilla bruscamente, causándole dicha acción involuntaria, un esguince y la rotura de del ligamento cruzado anterior. Blondel se suma así a la larga lista de 22 jugadores lesionados del Ligamento cruzado anterior (LCA) durante la presente Liga Profesional de Futbol.


La inusitada cantidad de partidos a los que se ve expuesto un jugador hoy en día, al disputarse al unísono la Liga Profesional, la Copa Argentina, la Sudamericana y la Libertadores, merced a un calendario signado por la disputa de la Copa América, representa un verdadero estropicio para la salud de cualquier deportista.


El jugar dos o tres partidos en diez días, sumado a los viajes -muchas veces fuera del país y en condiciones complejas-, sumado a las exacerbadas presiones que existen por el triunfo a como dé a lugar, convierten al ser humano deportista en una máquina, cuya única misión es ganar.


La lesión de LCA es particularmente delicada para un futbolista y para los especialistas se debe a la alta intensidad del juego, los calendarios apretados y el tipo de botines que utilizan
En la mayoría de las veces se trata de un jugador que reacciona en posición defensiva frente a una situación inesperada por parte del atacante. Ante el freno brusco se da una rotación para alcanzar al adversario, el pie queda fijo por una respuesta mecánica del botín clavado en el piso, el resto del cuerpo genera una rotación de la rodilla y se produce la rotura.


Hoy solo se diagnostica con precisión por resonancia magnética y requiere un proceso de rehabilitación de alrededor de seis meses, donde no siempre el atleta se recupera plenamente tanto física como mentalmente.


Si bien es muy difícil de prevenir hoy se habla en Europa de entrenamientos específicos que se deben hacer para fomentar el control automático de la rodilla por parte del cerebro, para favorecer la propiocepción, el control en todo momento de forma automática cuando se cae de un salto o se da un mal paso.


La Copa de la Liga tiene un fixture que condensa partidos obligando a jugar cada tres o cuatro días. Además, como de los 14 equipos de cada uno de los dos grupos se clasifican cuatro para la etapa siguiente, la competencia es intensa hasta el final de la primera rueda. Y luego vienen los play off donde la consigna es “matar o morir”, en campos de juego que lejos están de ser los ideales, y a los que se han agregado algunos que se asemejan a verdaderos potreros.


Javier Lacki médico de Defensa y Justicia sostiene que la relación ideal “es de entre 5 y 8 sesiones de entrenamiento luego de una competencia” , algo impensable en el fútbol actual. “La velocidad y la intensidad con las que se juega hoy son la principal causa de este tipo de lesiones, pero, lógicamente, es imposible pretender que se retroceda en la preparación. Por lo cual es probable que esto continúe, y hasta se agrave”, estima el cirujano.


Son pocos los jugadores que vuelven a ser los de antes. Entre esas perlas, recordemos la enorme dificultad y lentitud de Martín Palermo para posicionarse y hacer un gol frente a Roberto Bonano la recordada noche del 3-0, en su regreso del 24-5-00 ante River.


A pesar de la invalorable pérdida que significa para un club perder a un jugador por tantos meses y a veces no poder recuperarlo más a su nivel anterior, a las dirigencias parece importarle poco, mientras la ecuación final cierre.


Desde el punto de vista legal el jugador seguramente contará con la asistencia de una aseguradora de riesgos de trabajo y un contrato que lo resguardará en esas condiciones.
Aun así, es muy poco factible que el valor de reventa se mantenga luego de haber sufrido esta lesión- otro factor hoy soslayado- . existiendo casos como el de Alfredo Berti con Boca que terminaron en largos litigios por la falta de prestaciones legales que correspondían al ex jugador.


Por otra parte, si bien muchas de estas lesiones no son provocadas por otro competidor, sino que ocurren “solas”, hay algunas donde la intencionalidad se encuentra al límite, tal la fractura de tobillo provocada por Milton Leyendeker al Changuito Zeballos, sacándolo de carrera, cuando este último se insinuaba como una figura de proyección internacional.
Recién ante una situación donde se pudiera verificar la intención (dolo) y una grosera transgresión del reglamento de juego, sería susceptible la acción de daños contra el jugador rival y su club. Algo con muy escasos antecedentes en nuestro país, tal el caso de “Pizzo Roberto c. Camoranesi Mauro”.


En la medida que no se establezcan paréntesis entre partidos, con entrenamientos rehabilitadores y fortalecedores, buenos descansos y no se bajen los decibeles de una competencia demencial, donde el ganar y la facturación sea lo único que importe, estas situaciones se seguirán repitiendo.

El frenesí del fútbol actual no parece tener pausa. Algo que rememora, aunque con muy poco arte, a los recordados All that Jazz o al gran Freddie Mercury y sus icónicos: “El show debe continuar”.

Marcelo Antonio Angriman
Abogado. Profesor Nacional De Educación Física. Docente Universitario.

angrimanmarcelo@gmail.com


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