Calidad educativa: ¿cómo se evalúa? ¿sirve repetir?

La pandemia agravó los serios problemas que arrastra la educación argentina en todos sus niveles. Uno de los debates que se abre es cómo recuperar saberes y de qué manera evitar la deserción. La repitencia no parece ser el camino, pero tampoco la continuidad sin evaluaciones de calidad.

Chequeado.com

En los últimos días, se dio a conocer una resolución del Ministerio de Educación de la provincia de Formosa que permite la promoción escolar de los alumnos de secundaria al ciclo lectivo 2022 sin considerar la cantidad de asignaturas pendientes de acreditación del 2020, como excepcionalidad del primer año de pandemia.


A comienzos del año lectivo, en Santa Cruz otra resolución permitió que todos los alumnos de las secundarias públicas y privadas pasen de año sin importar cuántas materias hayan aprobado en 2021. En Santa Fe, se definió la promoción automática de los alumnos de primer año a segundo de la secundaria más allá de las materias que adeuden, mientras que los alumnos de segundo a quinto año de las escuelas técnicas que adeuden hasta 6 asignaturas no deberán recursar el ciclo anterior. En Río Negro, hubo una polémica por un intento de eliminar el boletín de calificaciones, que derivó en escándalo, la marcha atrás de la medida e influyó en la renuncia de la ministra de Educación


Este tipo de medidas, que se dan en un marco de excepcionalidad por la pandemia de covid-19 y que existían en la Argentina solo para algunos grados en particular, pusieron a la repitencia escolar y a las consecuencias en el rendimiento educativo en el centro del debate público. Pero, ¿qué evidencia existe en relación a estos 2 conceptos? Un repaso por lo que señalan los datos y recomiendan especialistas, en esta nota.


“La repetición es un predictor de peores aprendizajes. Si yo tengo una persona estadísticamente equivalente a la otra, en edad y nivel socioeconómico equivalentes, y una repitió y la otra no, te garantiza que en la escuela le va a ir peor a la que repitió. Cuantos más años estás en la escuela menos sabés”, señaló a Chequeado Irene Kit, titular de la Asociación Civil Educación Para Todos y ex coordinadora de Asesores de las comisiones de Educación de la Cámara de Diputados y Senadores, en las gestiones de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner (FpV). “Hay consenso, las estadísticas nacionales e internacionales, todo el mundo está de acuerdo en que la repitencia no sirve para rescatar a un chico, para lograr que salga adelante”, coincidió en diálogo Guillermina Tiramonti, investigadora de Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y ex coordinadora del Consejo de Formación Continua de la Provincia de Buenos Aires entre 2016 y 2018, en la gestión de María Eugenia Vidal (Cambiemos).

Las estadísticas de evaluaciones internacionales y nacionales van en línea con lo dicho por las especialistas. En las pruebas Aprender 2019 -un operativo de evaluación de la calidad educativa que se realiza a nivel nacional-, el porcentaje de estudiantes del último año de la secundaria ubicados por debajo del nivel básico de desempeño fue mayor entre quienes repitieron al menos una vez respecto de quienes no lo hicieron.


Los resultados también muestran que, tanto en Lengua como en Matemática, el porcentaje de estudiantes que no repitieron en escuela primaria y/o secundaria ubicados con un desempeño “avanzado” fue ampliamente mayor a quienes sí repitieron: 19,4% contra 5,4% en Lengua, y 3,4% contra 0,4% en Matemática, respectivamente. Lo mismo ocurrió con los estudiantes con un desempeño “satisfactorio”: el 49,1% de los alumnos que no repitieron tuvo un desempeño “satisfactorio” en Lengua, contra un 39% de quienes sí repitieron alguna vez; en Matemática los números son de un 30,8% contra un 13%.


Las pruebas PISA 2018 -una evaluación creada por la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE)- también refuerzan el argumento. Según la evaluación realizada a estudiantes de 15 años, en Lectura los alumnos que repitieron alguna vez en su escolaridad tuvieron un menor puntaje promedio en relación a quienes nunca repitieron. Un patrón similar ocurrió con las asignaturas de Matemática y Ciencias. En Lectura, si al dato se lo separa por nivel de desempeño por condición de repetición, 30 de cada 100 estudiantes que no han repetido se encuentran en el nivel 3 o superior, mientras que la proporción cae a 5 de cada 100 estudiantes para quienes sí repitieron.


El Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE) de la Unesco -una evaluación de los logros de aprendizaje de estudiantes de los sistemas educativos de América Latina y el Caribe en 2019- reveló resultados similares para los estudiantes de primaria en la Argentina. El estudio arrojó que, tanto en tercer como en sexto grado, entre los alumnos que sí repitieron es mayor el porcentaje de los que no alcanzaron los niveles mínimos de competencia en Lectura, Matemática y Ciencias, que entre los que nunca repitieron.


“La repitencia está pensada como un castigo, y tenemos la idea de que todo depende de que el chico memorice”, sumó Tiramonti, y agregó: “El sistema de repitencia es la puerta de entrada a la deserción. Un chico que no puede aprobar una materia no necesita volver a hacer una materia, necesita una metodología alternativa porque algo pasa. La repitencia no es la alternativa. Además, sabemos que esta escuela secundaria enciclopedista no va más, no representa la concepción del conocimiento actual”.


Entre las consecuencias que puede tener la repitencia en el alumno, los especialistas destacan a la frustración y a la estigmatización como efectos más importantes. “Está demostrado que los alumnos no aprenden por repetición y que la repitencia aumenta las probabilidades de abandono posterior. En gran medida, esto obedece a que permanecer en el mismo año escolar estigmatiza al alumno, lo separa de su grupo de amigos y tiene efectos dramáticos sobre su autoestima”, apunta el trabajo “Nuevos tiempos para la educación primaria” del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) publicado en 2013.


“Los niños que repiten se sienten menos capaces, ya que la situación de fracaso se percibe como una responsabilidad personal. La repitencia refleja una tradición escolar que hoy encuentra sus límites. Una tradición que tendió a enseñar lo mismo, del mismo modo, al mismo grupo de alumnos y a un mismo ritmo, sin otras alternativas que la repitencia para quien no sigue el paso. Las grandes desigualdades sociales, la cultura de la dispersión y los nuevos intereses de la infancia exigen revisar ese molde homogéneo y anquilosado”, agrega el trabajo firmado por Cecilia Veleda, profesora de Política Educativa en la Maestría de Políticas Públicas de la Universidad Austral y exdirectora Ejecutiva del Instituto Nacional de Formación Docente del Ministerio de Educación en la gestión de Mauricio Macri.

El foco en la calidad educativa


El hecho de que el alumno no repita tampoco garantiza por sí solo que se adquieran los aprendizajes necesarios. “Si yo no enriquezco las oportunidades de aprendizaje, tampoco significa que por no repetir aprenda. No estoy diciendo el contrafáctico”, señaló Kit, y agregó que en el sistema actual de aprendizaje no se está logrando identificar qué es lo importante aprender y garantizar en la escuela. “Mucho más importante es la capacidad de entender lo que se lee y poder expresarlo que saber de memoria un contenido aislado”, sumó.


Para Tiramonti, la solución no radica ni en la repitencia de los alumnos ni en dejar que promuevan el año sin fomentar un programa integral. “Lo que falta en el sistema educativo argentino es la capacidad y la voluntad de buscar un modelo alternativo y lograr que los chicos aprendan lo básico que tienen que aprender como Lectura y Matemática y así los chicos de quinto año puedan salir con los conocimientos que se requieren en una secundaria. Pero si vos no hiciste nada de eso, no podés poner el conjunto de contenidos de 3 años en un año”, sumó la especialista.


Según datos del Cippec en base a una simulación de 2021 (asociado a lo que miden las pruebas PISA) del Banco Mundial, en la Argentina y en América Latina -como efecto de la pandemia por coronavirus- 7 de cada 10 jóvenes de 15 años no alcanzarían un nivel mínimo de rendimiento, es decir, comprender un texto de extensión moderada, un indicador que, antes de la pandemia, estaba en un 52%.


Probablemente, esta pérdida de aprendizajes sea mayor en los estudiantes con niveles socioeconómicos más bajos debido a las mayores dificultades para acceder a una educación a distancia de calidad durante los períodos de no presencialidad y a las menores posibilidades de apoyo en el hogar por el menor nivel educativo de padres y/o madres, según diversos especialistas del Cippec en el informe “El impacto de la pandemia en la educación secundaria en Argentina y América Latina”.


(El texto original está en https://chequeado.com/el-explicador/repitencia-escolar-por-que-se-debe-poner-mas-foco-en-la-calidad-educativa/)

Crece la cantidad de jóvenes “ni -ni”

Uno de cada cuatro jóvenes de entre 18 y 24 años no estudia ni trabaja en Argentina y más de la mitad se encuentran excluidos del sistema educativo, reveló un informedel Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA).
El informe detalla también que, sin muchos cambios antes o después de la pandemia del COVID-19, de manera persistente, entre 2017 y 2021, más del 25% (1 de cada 4 jóvenes) no estudia ni trabaja de manera remunerada. El porcentaje de mujeres que no trabajan ni estudian, es 10% mayor que sus pares varones. Esta situación se agrava si incluimos a los desocupados: 3 de cada 10 jóvenes mujeres (22,9%), versus 2 de cada 10 jóvenes varones (30%) no estudian ni trabajan con salario.

(Este informe fue reproducido del sitio Chequeado com)


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