“La estafa educativa no es culpa de docentes ni alumnos”

La investigadora Mónica Marquina realiza un crudo diagnóstico sobre problemas que una "mala gestión" en la pandemia agravó, asegura. Propone transiciones para "recuperar saberes perdidos", pero de ninguna manera el "siga siga" de algunos distritos.

La doctora en educación Mónica Marquina señala que tras dos años de mala gestión educativa durante la pandemia se deben fijar caminos razonables para recuperar saberes, dejar la resignación de que el chico debe estar en la escuela «como sea» y que la escuela debe recuperar la «prioridad de enseñar y aprender», ya que en estos años se le han añadido muchas funciones, como la contención social, que han desdibujado su rol central. Asegura que es necesario evaluar para «poner blanco sobre negro» donde está parado hoy el sistema educativo y que promocionar sin condiciones, como en el caso de Formosa, se transforma en una «estafa educativa» realizada por la política, porque tarde o temprano los chicos «se estrellan contra la realidad» laboral o universitaria que les demuestran que no están preparados.

Pregunta: Uno de los temas de la pospandemia ha sido calidad educativa. Varias provincias están discutiendo cómo se evalúa y promociona a los chicos, el sistema de notas y si la repitencia es adecuada o no. Acá en Río Negro la propuesta de eliminar boletines generó reacciones en la comunidad educativa, porque se ven como intentos de ocultar el fracaso escolar o promover al facilismo…


Respuesta: Lo que se está viendo en todas las provincias es cómo están reaccionando Nación y las provincias ante los efectos del mal manejo educativo en la pandemia. Algunos gobiernos parecen preocupados sólo en cómo quedar bien parados, porque los dos años corresponden a su gestión. Muchos son reticentes dar datos que indiquen fracasos o retrocesos. Pero en realidad sabemos que tras dos años de mala gestión educativa en pandemia, con escuelas cerradas y una educación virtual muy deficiente, pobre y desigual, obviamente los resultados van a ser de retroceso de aprendizajes. Lo deseable sería que las provincias asuman la responsabilidad y muestren claramente cuál es su plan para salir en un tiempo razonable de esa situación. Ahí se ve la capacidad de gestión de situaciones complejas. Tenemos el caso de Formosa, donde prefieren barrera la basura debajo de la alfombra y dejar que los chicos pasen con 19 materias previas y cuando los chicos vayan a la universidad o al mercado de trabajo se den cuenta que no saben nada. Otras provincias tratan de establecer plazos. Está claro que uno no puede decir simplemente “bueno, el que no aprueba repite”. Hay que armar etapas de transición, el tema es cuán inteligentes son estos planes para recuperar lo perdido, ahí se ve la habilidad de cada gestión provincias. Y con marchas y contramarchas como el caso de Río Negro.

P: Ud dijo que en Formosa hay un plan sistemático de no educar.


R: Allí no hubo educación virtual en la pandemia, se encerró a todos, y ahora está claro que no está dentro de la prioridad de la gestión educar a su población. Es el ejemplo extremo de que no hay voluntad de salir de la crisis, se sigue pateando el problema como si nada hubiera pasado, diciendo “todos pasan”. Hay otros casos donde se buscan alternativas entre mantener el camino tradicional de cómo se evalúa, pero estableciendo apoyos, andamios para ir apuntalando saberes. Si repite es porque es necesario asumir que hay un problema y ver de qué forma el chico puede aprender lo que no aprendió. Hay caminos distintos, muchas variantes y dependerá de cada provincia ver cómo hace, ante un problema común.

P: Para algunos la repitencia es la antesala del abandono y no sirve como método educativo, porque los malos desempeños se mantienen. Otros dicen que es necesario hacer ese año de nuevo para reforzar saberes ¿Cuál es su postura?


R: El tema es dónde poner los límites. Si después de dos años sin clases o con clases muy deficientes se llega a la escuela y se toma una prueba sin más y el que no llega a los estándares repite, obviamente se promueve el abandono escolar. El tema es hasta dónde flexibilizamos ese acompañamiento para retomar el camino del conocimiento. Un extremo sería hacer repetir a casi todos. Otro es flexibilizar al extremo y por miedo a que se vaya los dejamos pasar niveles sin evaluar, pero eso linda con una estafa al chico.

P: ¿Por qué?


R: Porque no se le dice cuál es el problema y cómo salir de él. Yo soy contraria a decir que los chicos deben estar en la escuela “como sea” porque si no la educación termina siendo un “como si”, hacemos como que educamos pero en realidad estamos haciendo otra cosa. Pero tampoco podemos ser tan inflexibles y decir “el que no pasa una prueba repite”, hay que encontrar soluciones, cada jurisdicción, antes de la pandemia ya había situaciones muy desiguales entre las provincias: recordemos que en el informe de «Argentinos por la educación» donde se dice que sólo 16 de cada 100 chicos egresa con del secundario con saberes mínimos necesarios en lengua y matemática, hay provincias donde se reduce a sólo 5 estudiantes de cada 100. Dependerá de la habilidad de cada gobierno para encontrar soluciones específicas de acuerdo a sus realidades locales. Pero aclaro la estafa de la educación no es culpa de estudiantes, docentes ni de directivos, ellos hacen lo que pueden con lo que tienen y se dan cuenta que están en una real problema. Para cualquier docente dejar pasar a un alumno sabiendo que no tiene las herramientas y va a fracasar en el futuro no es grato. El problema son las malas decisiones políticas: en Río Negro terminó con la renuncia de una ministra. Muchas veces no hay capacidad técnica y de gestión para buscar salidas, que además deben ser concertadas. No las puede tomar un ministro en soledad, las situaciones excepcionales requieren mayor legitimidad.

P: ¿Qué líneas generales debieran tener esta salida de la pandemia?

R: La que adoptó el Consejo Federal parece correcta. Fijar saberes prioritarios y que la promoción sea para aquellos que cumplan con esos saberes prioritarios en un 70%, ese fue un acuerdo federal. Luego cada provincia es autónoma, pero es un parámetro, lo que hay que hacer es cumplirlo y no buscar atajos o simulaciones.

P; ¿Hay deficiencias de parámetros fijados por Nación?

R: Si. Cuando el ministro nacional dijo de un día para otro que se agrega una hora a la jornada escolar, yo señalé que mi me sonaba más bien a anuncio vacío que a otra cosa y no me equivoqué. Hoy se sigue discutiendo y en la práctica está en suspenso. Es difícil tomar decisiones después de dos años de crisis, pero veo que se están tomando viendo cuál es el impacto menos perjudicial para la imagen de los gobiernos y acá lo importante son los chicos, no si un ministro sigue o no sigue, o si la ciudadanía protesta o no .

P: Hay una resistencia a medir en la educación?

R: Si hay un temor a la evidencia, en algún momento los datos van a estar y muestran en blanco y negro qué se sabe y qué no se sabe. El año pasado el gobierno nacional fue muy reticente a las pruebas Aprender y por la presión pública se tomaron, pero sólo en primaria. Dentro de poco estarán estos datos, en cada provincia. Pero lo importante del dato no es definir culpas ni señalar quien es mejor o peor sino conocer la realidad para definir cómo logro mejorar en el corto plazo y no buscar el camino fácil.

P: ¿Es un tema de recursos, o hay que modificar otras cosas?

R: La mala educación no viene de la pandemia, es de décadas. No es sólo recursos, hay que pensar en grande: la formación docentes, cómo están las escuelas, la tecnología… todo eso implica recursos pero también cambiar paradigmas educativos, que estén más centrados en el interés de los estudiantes, en sus ritmos. Si tengo que resumirlo es que la escuela debe volver a enseñar y aprender, hoy la escuela cumple muchas funciones y está bueno que sea así, pero se desdibujado o perdido esa especificidad o esa prioridad de aprender. Obviamente que para aprender hay que comer, pero la escuela no puede quedarse en dar de comer, no se le puede pedir a la escuela que cumpla el rol de áreas sociales de los gobiernos, se debe recuperar la prioridad de aprender y enseñar. Hay que salir de esa idea de que los chicos deben estar adentro de la escuela a cualquier precio, no importa si aprenden o no, porque peor es que abandonen. Hay que salir de esa situación de resignación y volver a decir que la escuela debe enseñar y aprender, y en todo caso aseguremos las otras condiciones básicas por otro lado.

P: Es especialista en Educación superior. Lo que pasa en primario y secundarios ¿cómo afecta?

R: En algún momento se termina la farsa, los chicos creen que van pasando porque van aprendiendo y las familias creen que van sorteando obstáculos, pero en algún momento se golpean contra la pared, sea porque en el mercado laboral no los eligen porque no tienen competencias básicas (lectoescritura, comprensión de texto, operaciones matemáticas básicas). En la universidad se hacen muchas cosas para intentar cubrir estos baches pero en general son cada vez más profundos y difíciles de superar. Entonces ese abandono que no se quiere en la secundaria sucede en el primer trimestre de las universidades. Se juega con las expectativas de los chicos, que creen que están en condiciones y resulta que no; encima luego creen que ellos son los culpables, pero en realidad fue responsabilidad de todo un sistema educativo que falló y lo engañó, dejándolo pasar sin los saberes y herramientas suficientes.


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