Boca, el campeón que construyó su suerte de la manera que más le gusta
En el nuevo campeonato que acaba de obtener, el Xeneize por sobre todo celebra las formas que lo llevaron a conseguirlo.
Un escenario final con emociones mezcladas, signado por el nerviosismo y la incertidumbre. Un revoltijo de situaciones desacostumbradas, como la imagen de la gente de Boca festejando el penal atajado por Franco Armani a 40 cuadras de distancia. O el hincha de Independiente, que sin poder acercarse a la Bombonera para alentar a su equipo, rogaba no escuchar en el barrio gritos de celebración desde el Cilindro de Avellaneda, que significarían nada menos que la consagración de su archirrival, Racing.
¿Pero cómo hacerlo, si en el sentimiento interno del Rojo estaba el deseo de ganarle a Boca, sin importar lo que sucedía en la otra cancha?
En la previa, el grueso de simpatizantes de River e Independiente, jueces de esta definición inédita, supieron guardar bajo siete llaves su elección sobre las preferencias. ¿Soportaría el hincha del Millo darle una mano a Boca para que sume una nueva estrella? ¿Entendería que los jugadores harían lo imposible para regalarle una despedida acorde a Marcelo Gallardo, el DT más exitoso de la historia del club de Núñez?
¡DELIRIO EN EL VESTUARIO! Así festejó el plantel de Boca la consagración en la #LigaProfesional.
— SportsCenter (@SC_ESPN) October 24, 2022
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Por el lado del Rojo las preguntas podrían repetirse, con el condimento de que Julio César Falcioni, en su último partido dirigiendo a Independiente, quizás no haya olvidado que fue Juan Román Riquelme quien lo echó de Boca hace diez años atrás. Pelusa dirigió al Xeneize entre 2011 y 2012 y ganó dos títulos: el Apertura 2011 y la Copa Argentina 2012, además de ser finalista de la Libertadores 2012.
Sin embargo, pasadas las 19 de ayer, todos esos interrogantes quedaron disipados porque más allá de las especulaciones, hubo grandeza. Tanto los equipos de Independiente como de River jugaron a ganar y el campeón fue Boca y no Racing.
El empate 2-2 entre el Xeneize y el Rojo fue suficiente para que el equipo de Hugo Ibarra, que fue de Sebastián Battaglia hasta la quinta fecha, se consagrara como el mejor. La Academia, que debía ganar y esperar por una mano del Rojo en La Bombonera, perdió sobre el final 2-1 ante River, en un epílogo de campeonato que quedará en la historia del fútbol argentino.
Boca se alzó con un título a imagen y semejanza de Riquelme, mentor de estos nuevos aires que soplan en La Ribera. Lo hizo con el técnico por el que decidió apostar, con mayoría de los juveniles de la cantera en cancha y echando a rodar la mística xeneize en cada oportunidad que se le presentó.
Boca apeló a toda la simbología azul y oro en su misión de sumar una nueva estrella. En las tribunas no sólo flamearon las icónicas banderas con las imágenes de Maradona y Riquelme, sino que también estuvieron las de Palermo, Barros Schelotto, el Toto Lorenzo y Óscar Córdoba, entre otros.
“Boca es grande por su gente”, fue el mosaico que dominó el centro del campo al momento que el equipo daba la vuelta olímpica, la quinta desde que Román está en la dirigencia. La frase es toda una declaración de principios que Riquelme, cada vez que puede, busca desempolvar.
Si alguien tenía dudas de cómo iba a encarar Independiente su partido en La Bombonera, sólo basta resumir lo que pasó en la etapa inicial. El Rojo fue al frente, comenzó ganando el duelo con un penal convertido por Leandro Fernández a los 32’, pero Boca no convivió con la derrota por mucho tiempo porque Pol Fernández desvió de cabeza en el primer palo un tiro libre del paraguayo Romero apenas dos minutos después.
▶️ El gol de Pol Fernández para poner el 1-1 de #Boca frente a Independiente #juegaBoca pic.twitter.com/sOtR9Km1ar
— La Número 12 (@lanumero12comar) October 23, 2022
Antes del pitazo parcial del árbitro neuquino Darío Herrera, Agustín Rossi certificó una vez más que fue pieza clave de este equipo campeón con una doble salvada -primero ante un disparo de Batallini y luego contra Vigo-, para mantener a Boca en partido de cara al complemento.
Cuando volvieron de los vestuarios, Boca era campeón porque en Avellaneda también había empate y el Xeneize mantenía el punto de luz en la tabla. Durante 50 minutos la definición del campeonato coqueteó con mudarse de barrio porque si bien un tiro libre de Sebastián Villa, que ingresó en el ST por Ramírez, sirvió para adelantar a Boca, en Avellaneda Racing también ganaba.
🔥🔥🔥 EL GOLAZO DE SEBASTIAN #VILLA. pic.twitter.com/09wa0JBjr9
— Boca Juniors – La12Tuittera (@la12tuittera) October 23, 2022
Rossi, con una doble tapada a Cazares, salvaba a Boca, hasta que a los 35’ se gritaron dos goles casi en simultáneo. El pibe Vallejo enmudecía a La Bombonera, en el Cilindro Miguel Borja igualaba para River y el minuto a minuto se vivía con la radio pegada a la oreja.
A los 44 pudo haber cambiado la historia pero en un hecho inédito, la Bombonera explotó cuando a la distancia Armani, el héroe involuntario de esta definición, le atajó el penal a Jonathan Galván que pudo haber significado el título para Racing.
Ya no hubo vuelta atrás, porque incluso River pasó a ganarle a la Academia con otro gol de Borja y en el Xeneize todo fue locura.
Boca es el campeón anual (también lo fue en la Copa de la Liga) y lo hizo a su manera. Con convencimiento, cerrando filas cuando hubo fuego interno y afrontando lesiones inoportunas con el aporte de los juveniles, que en definitiva fueron soluciones y no sólo elementos de urgencia.
Cuando fue vulnerable, encontró respuestas en protagonistas silencios que hoy tienen nombres propios como Luca Langoni, el jugador símbolo de la levantada de Boca en aquel partido de la fecha 16 ante Atlético Tucumán, por entonces líder del torneo. Fue 2-1 con un doblete del juvenil de 20 años nacido en Laferrere.
A partir de ahí, Boca se hizo prácticamente imbatible ganando 8 de los últimos 11 partidos, con dos empates y solo una derrota (vs. Newell’s 0-2). Cinco de esos ocho triunfos fueron por la mínima, incluido el Supeclásico, y en tres el resultado fue 2-1 a favor. Todos sufridos, sin sobrarle nada. ¿Importa? Claro que no, si para el Xeneize vencer así está en su esencia. «Ganar a lo Boca» siempre tuvo un sabor especial en La Ribera.
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