Golf, barrio y un viaje inesperado rumbo a México

El roquense Walter Becerra, nacido y criado en La Ribera y jardinero de profesión, será a partir de mañana uno de los tres representantes argentinos en el Campeonato Latinoamericano que se disputará en Playa del Cármen.

“Jugales a media máquina Fifi…” Walter Becerra ríe en un intento de enmascarar su timidez, mientras camina hacia la salida del hoyo 1 en el Golf Club de General Roca para jugar un torneo interno en busca de recursos que lo ayuden a enfrentar un desafío que jamás imaginó.

Es que de un día para el otro este golfista de 35 años, nacido y criado en el populoso barrio La Ribera, se convirtió en una especie de celebridad en el club, no sólo por haber sido el primer roquense en clasificar para un torneo Nacional sino porque también en ese certamen se ganó el derecho para participar de la Copa de Naciones en el Campeonato Latinoamericano Golf Channel, a jugarse desde el 10 al 13 de este mes en el Iberostar Playa Paraíso Golf Club, Playa del Carmen, México.


Walter es hijo de Miguel, quien corta el pasto y acondiciona la cancha del Golf Club de Roca desde sus inicios hace 28 años. “Esto era un arenal…Recién después de casi dos años, cuando comenzó a crecer el césped, se pudo jugar acá. Mi hijo, que tenía unos 11 años, andaba siempre conmigo y casi como diversión empezó a jugar”, le cuenta Miguel a Río Negro, quien también le da a la pelotita y es parte del grupo que acompaña a Walter en la vuelta a 9 hoyos del torneo que los socios organizaron para ayudar con el viaje.

“Esto de clasificar al Latinoamericano fue totalmente inesperado. Si mi hijo antes de ir al Nacional de Luján, lo más lejos que había ido a jugar fue a Neuquén”.

Walter fue caddie de los primeros socios que se acercaban a jugar a la flamante cancha. Su recompensa era tomar algunos palos prestados y jugar. No sólo en el flamante césped del club. “Un día mi viejo nos hizo un palo de hierro y plomo, y jugábamos con los chicos del barrio en una cancha de tierra que habíamos armado en la parte de atrás del autódromo, que está pegado a La Ribera. Sacamos los yuyos, las piedras, la limpiamos bien y ahí jugábamos”.

Walter, en la ceremonia previa del put final. (Foto/Osvaldo Álvarez)

Walter coincide en que esas condiciones poco aptas lo ayudaron a la sensibilidad para golpear la pelotita y que todo fluye diferente porque cuando se es chico, cualquier deporte es sólo un juego, y ahí donde se aprenden la mayoría de los secretos.

“Nosotros vivíamos es esa casita…”, señala Becerra hacia una edificación que está pegada a la confitería del club, como para dejar en claro el nivel de pertenencia con el lugar y con su barrio pegado al río, tanto la Ribera como Mosconi, donde hoy reside.

“La verdad es que estoy muy contento y muy agradecido con todos. En el club, en el barrio… Fueron muchas cosas de golpe. Después de ganar en Luján, me dieron un gran recibimiento sorpresa en la Ribera. Éramos como 20…Toda mi familia, mi mujer y nuestros dos hijos. Hasta me hicieron una torta con forma de cancha de golf”.

-¿Ya estabas hecho con ganar el Regional Clasificatorio e irte a Luján?

– Si, seguro. Ya con conocer esa cancha (Las Praderas Golf Club, sede del Nacional) ya estaba hecho. Es un lugar muy lindo para jugar. Tampoco me imaginé que iba a clasificar para México, si prácticamente fui sin entrenar por mi trabajo. Al club puedo venir solamente los sábados.

– ¿De qué trabajas?

– Soy jardinero.

Walter aprendió el oficio de chico junto a su padre, con quien trabajó un tiempo en el club de golf donde hoy es socio. Después juntos comenzaron a hacer jardinería. “Mantengo parques y jardines en Roca, donde muchos de los clientes que tengo vienen a jugar acá. Todos me felicitaron cuando gané en Luján, y varios están acá ahora jugando este torneo para que yo pueda viajar”.

Por la historia de vida y sus orígenes, Becerra derrumba ciertos prejuicios que hablan de una elite reservada para practicar el deporte. “Es todo falso. Acá en el club somos todos iguales, vienen todo tipo de personas, sin importar su clase social”.

Walter es agradecido y afirma de que fueron generosos con él cuando arrancó con el golf. “Cuando recién empezaba, varios de mis patrones me fueron enseñando muchos de los secretos del juego. En mis tiempos de caddie estudiaba sus movimientos, el swing y esas cosas”.

– Y ahora les enseñas vos…

– (Risas…) Alguno que otro me consulta a veces…

Walter tiene una voz grave, rasposa, casi de cantante de blues. Aunque no siempre fue igual. “Cuando era chico tenía la voz finita, después de grande me fue cambiando. Es por eso es que de pibe me dicen Fifi, que era un dibujito animado. Yo tenía un timbre de voz similar al personaje.

En un par de semanas, la vida de Walter cambió por completo. Hoy es el orgullo del barrio y también de un club que literalmente lo vio nacer. “Creció a la par de los todos los árboles que hay acá en la cancha”, dice su padre. Todo le vino de golpe, incluso tener que subirse a un avión. “Viaje una sola vez, fue para ir a ver a Boca en Buenos Aires. Ahora para México va a ser la segunda”.

A partir de mañana Becerra será uno de los tres jugadores del equipo argentino en el Latinoamericano, que prevalecieron en el Nacional sobre 133 golfistas de siete provincias y 67 clubes de todo el país. En la primera selección, a través 53 torneos clasificatorios, hubo 5.600 jugadores matriculados con intenciones de llegar al torneo jugado en Las Praderas de Luján.

Walter parte hoy rumbo a México, allí hará contacto con sus compañeros de equipo y desde el martes, a casi 8.000 kilómetros de distancia, todo un barrio estará pendiente de cómo le vaya al Fifi, un jardinero al que se le dio por jugar al golf. Y mal no lo hace.


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