Deudores contra acreedores

La recaída de la Argentina en default ha renovado el interés de los funcionarios de muchos gobiernos y de organismos como el FMI en encontrar una forma de impedir que una pequeña minoría de acreedores logre obstaculizar la “reestructuración” de deudas soberanas impagables. Quienes están a favor de la creación de un tribunal internacional para tales casos quieren que se apliquen reglas parecidas a las que permiten a empresas privadas fundidas declararse en bancarrota sin que sus directivos sufran en carne propia las consecuencias de su fracaso. A primera vista la idea, que fue planteada en el 2001 por la economista norteamericana Anne Krueger cuando encabezaba la relación del FMI con la Argentina, parece muy atractiva, ya que serviría para eliminar el riesgo de que grupos de especuladores profesionales provoquen crisis mayúsculas en países determinados que, además de causar una multitud de tragedias personales, como sucedió al desplomarse la economía luego del colapso de la convertibilidad, podrían tener graves repercusiones mundiales, eventualidad que preocupa más a los que atribuyen nuestros problemas a la mala praxis de una larga serie de gobiernos. Al fin y al cabo, de acuerdo común el tropiezo más reciente de la Argentina no beneficia a nadie, ni siquiera a “los buitres” que ansían cobrar cuanto antes el dinero que les corresponde, según la interpretación de la ley neoyorquina del juez Thomas Griesa. ¿Por qué, pues, no se ha formado ya un tribunal internacional que, como el Ciadi del Banco Mundial, pueda imponer arreglos destinados a hacer menos traumáticas las quiebras soberanas tanto para los países afectados como para el sistema financiero mundial en su conjunto? Una explicación es que a los republicanos norteamericanos, tan duros ellos, no les gusta, pero no se trata sólo de la oposición de políticos que son reacios a ceder más poder a instituciones internacionales. También hay que tomar en cuenta la actitud probable de los tentados a comprar bonos emitidos por los gobiernos de países considerados poco confiables o arriesgarse invirtiendo mucho dinero en aquellos en que el mandamás económico puede decir que en su opinión la seguridad jurídica es “un concepto horrible”, frente a reformas que a su juicio privilegiarían a los deudores a costa de los acreedores. Por motivos comprensibles, exigirían garantías mucho más onerosas que las habituales, lo que con toda seguridad perjudicaría a aquellos gobiernos que, para financiar sus actividades, necesitan recurrir a los mercados de capitales. Mal que nos pese, el que sea tan difícil salir del default ayuda a motivar confianza entre los grandes inversores tanto internacionales como locales. Desde su perspectiva, los “buitres” desempeñan un papel positivo en el ecosistema financiero, puesto que su proximidad sirve para asustar a quienes de otro modo supondrían que la cesación de pagos podría resultar ser una opción indolora. No compartirán dicha opinión gobiernos como el kirchnerista que “heredaron” deudas acumuladas y entonces repudiadas por otros, pero sucede que en su momento Néstor Kirchner no quería que un tribunal internacional solucionara el problema planteado por la deuda argentina por creerse capaz de conseguir un acuerdo más provechoso presionando a los acreedores privados. Para la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y otros miembros de su gobierno, un orden internacional justo sería uno en que los deudores tuvieran mucho más poder y los acreedores mucho menos. En vista de la trayectoria del peronismo cuando de deudas se trata, que piensen así es lógico, pero al país le convendría que en adelante la clase política optara por una postura distinta. Parecería que la propensión de casi todos los gobiernos, tanto nacionales como provinciales, sin excluir a los tildados de “liberales”, a gastar más de lo que recaudan es inherente al código genético del país, de ahí no sólo los defaults esporádicos sino también la adicción a la inflación. Así pues, aunque la irrupción imprevista de los “buitres” y el fallo, para la mayoría insólito, de Griesa han provocado alarma en muchas partes del mundo, es por lo menos factible que termine incidiendo de manera positiva en la cultura política y económica nacional, lo que sería el caso si en el futuro sus gobernantes se resignaran a obrar con mayor realismo que en el pasado.

Fundado el 1º de mayo de 1912 por Fernando Emilio Rajneri Registro de la Propiedad Intelectual Nº 5.124.965 Director: Julio Rajneri Codirectora: Nélida Rajneri de Gamba Vicedirector: Aleardo F. Laría Rajneri Editor responsable: Ítalo Pisani Es una publicación propiedad de Editorial Río Negro SA – Martes 24 de septiembre de 2013


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