Diez claves económicas en el primer año de gestión de Alberto Fernández

La pandemia, la cuarentena y serios problemas de gestión reflejaron resultados negativos en los principales indicadores macro. La reestructuración de la deuda privada en moneda extrajera, uno de los logros de del Gobierno.

Es difícil hacer un balance centrado del año 2020. Cualquier análisis estará atravesado por la incidencia de la pandemia en cada una de las variables de la economía. El gobierno pretendía comenzar a resolver este año parte de los desequilibrios heredados. Sin embargo, la puesta en marcha de la cuarentena sumado a los graves problemas de gestión que mostró en estos doce meses el Ejecutivo, reflejan resultados económicos verdaderamente decepcionantes.

Todo indica que, cuando se cumple un año de la llegada de Alberto Fernández al poder, el panorama luce todavía más complicado que aquel que recibiera hace solo doce meses.

Así lo confirma un breve recorrido por las diez principales variables del tablero macroeconómico, con caída en el nivel de actividad, pobreza en alza e incertidumbre cambiaria.


Dólar: una variable descontrolada


Luego del fuerte saltó que registró la divisa en agosto del año pasado, el entonces candidato a presidente Alberto Fernández aseguraba, tras su triunfo en las PASO, que el tipo de cambio había llegado a un valor razonable y que el Gobierno debería implementar medidas para que no continúe subiendo. En aquel momento, el dólar tocaba los 60 pesos. Llegó al traspaso de mando, el 10 de diciembre de 2019, y la divisa se mantenía estable -en torno a los 62 pesos- pero a costa de la pérdida importante de reservas del Banco Central.

El dólar paralelo se ubicaba en ese momento en los 69 pesos. La brecha: del 11%, algo manejable para la nueva administración que se hacía cargo de las finanzas del país.

Pasó un año y la situación se desmadró. El dólar oficial saltó a 87 pesos mostrando un crecimiento del 40% en estos doce meses (en línea con la tasa de inflación); el blue se ubicó en 151 pesos -tocando los 195 pesos semanas atrás- reflejando un crecimiento cercano al 120% en términos interanuales.

La brecha entre estas dos divisas termina alrededor del 75% habiendo superado el 100% en momento de alta volatilidad cambiaria. Escenario inviable para poder desarrollar cualquier tipo de actividad económica. ¿Cómo se llegó a este complejo escenario? Una combinación entre la pandemia y una errática gestión de la política económica.

La enorme emisión de pesos que colocó el Gobierno en el mercado sumado a una cuarentena interminable terminó por afectar a toda la economía. Y el dólar es una variable más de ella.

Podemos escuchar miles de excusas para explicar el contexto, pero claramente la gestión sobre el dólar ejecutada por la administración Fernández no fue positiva.


Inflación: un tema todavía pendiente


Sin dudas, la inflación parece haber sido la gran preocupación económica de los argentinos en los últimos años. Muchos de los problemas del país están ligados a ella de manera más o menos directa: deterioro de la calidad de vida, aumento de la pobreza y pérdida de la capacidad de consumo.

En diciembre del año pasado la inflación se ubicó en 3,7%. Para este mes se espera un valor muy parecido. Tomando el anualizado, 2019 terminó con un salto del 53,8% una cifra récord. Para el cierre de todo este año se proyecta por encima del 32%. Una baja significativa, pero en un marco de tarifas congeladas, precios máximos en alimentos, derrumbe del consumo, super cepo sobre el mercado cambiario y una economía cayendo a ritmos históricos.  

En los primeros meses del año, el Gobierno mantuvo la inflación con cierta tendencia a la baja, tocando un piso de 1,5% mensual en mayo. Pero es a partir de junio que comienza a crecer -en línea con las aperturas económicas- para acelerarse hasta el 3,8% en octubre (último dato oficial dado por el INDEC).


Saldo comercial: una fuente de dólares


Durante el último año de la gestión Macri, las exportaciones totales argentinas alcanzaron los 65.100 millones de dólares mientras que las importaciones llegaron a los 49.100 millones, reflejando un superávit comercial de 16.000 millones de dólares. Para este año, se proyecta una cifra similar en el resultado del comercio exterior.

Si bien las estadísticas oficiales muestran una preocupante caída en las exportaciones e importaciones, el dato del superávit durante este año genera cierto alivio para el Gobierno ya que es hoy una de las pocas fuentes genuinas de dólares con las que cuenta para intervenir el mercado cambiario y buscar reforzar así las reservas del Banco Central, aunque hasta la fecha esto último no se está concretando. La expectativa del ministro de Economía, Martín Guzmán, es que este saldo comercial positivo se mantenga hasta la llegada de los dólares de la soja, a partir de marzo, para mantener la pax cambiaria necesaria e intentar bajar los actuales niveles de la brecha.

En los diez primeros meses del año (octubre es el último dato oficial) el superávit alcanzó este año los 12.100 millones de dólares contra 11.200 millones consolidados durante el mismo período de 2019. Durante el bimestre septiembre-octubre 2020 cayeron sensiblemente las exportaciones, no así las importaciones disminuyendo en forma importante el superávit. Desde el Gobierno aseguran que esto se debió a que muchos importadores adelantaron sus compras ante la inestabilidad cambiaria de ese período.


Riesgo país: sigue muy alto


La empresa de servicios financieros JP Morgan calcula desde principios de la década del ´90 el riesgo país de la gran mayoría de los países del mundo. Este indicador se utiliza como referencia para determinar el riesgo de que no se paguen las deudas que hay en las distintas economías del mundo. Cuando uno habla de 1.000 puntos quiere decir que ese país tiene una tasa de interés adicional de 10% sobre la que presenta el bono del Tesoro norteamericano.

Cuando se analiza la evolución del riesgo país de la Argentina claramente se observa que las PASO del año pasado marcaron un punto de inflexión. En los primeros días de agosto de 2019 este indicador se ubicaba en torno los 800 puntos, tras las elecciones se dispararon arriba de los 1.400 puntos. En abril de este año llegó a tocar los 4.000 puntos (esto quiere decir que para tomar un crédito en el exterior el Estado o privados argentinos debían pagar una tasa de más del 40% anual en dólares) para luego volver a los niveles de 1.400 puntos tras el acuerdo de reestructuración de deuda cerrado por el Gobierno con los acreedores.


Pobreza: sumó dos millones de personas


Hay un dato del cual no caben dudas: el mayor impacto de la pandemia recayó sobre los sectores más desprotegidos. Los últimos datos oficiales publicados por el Indec, refieren al primer semestre del año e indican que la pobreza que al final de 2019 afectaba al 35,5% de la población se elevó hasta el 40,9% en los primeros seis meses del año.

No obstante, los especialistas se animan a decir que la incidencia de la pobreza es aún mayor a lo que refleja la estadística oficial.

De hecho, la medición elaborada por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA) que fuera publicada la semana pasada, revela que la pobreza por ingresos alcanza al 44,2%. Implica que casi 5 de cada 10 argentinos son pobres promediando 2020. Las estadísticas de los joveves son peores: 6 de cada 10 están sumergidos en la pobreza.

Se trata de un problema estructural que Argentina arrastra hace tiempo, y que la pandemia llevó al extremo. El informe de la UCA detalla que la pobreza se incrementó un 12,6% entre 2018 y 2019 cuando aún el virus no había llegado. El nuevo aumento registrado en 2020 implica que, en el primer año de gestión de Fernández, al menos 1,5 millones de personas cayeron en la pobreza.

Las proyecciones que maneja la UCA aseguran que este año se sumaran 2 millones de nuevos pobres al mapa social del país. Un dato realmente alarmante.


Impuestos: más presión sobre el sector privado


La necesidad de financiar cada vez más gasto público lleva a que la presión impositiva en la Argentina se ubique entre las más elevada del mundo occidental, y se estima que la misma podría alcanzar en 2021 un nivel récord del 25% sobre el Producto Bruto Interno (PBI).

Desde el inicio de la gestión Fernández hubo incremento de alícuotas impositivas y nuevos gravámenes y aranceles, tendencia que se profundizará en 2021.

Según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), la presión tributaria este año se situó en el 23,8% y para 2021 se ubicará en 24,8% del PBI.

De acuerdo a la última evaluación realizada por el Banco Mundial en cuanto a la presión impositiva sobre las empresas privadas, Argentina se ubica en el puesto 21 entre los que implementan mayor costo impositivo.

Esto, sin dudas, va en contra de cualquier potencial inversión que quiera aterrizar en el país.

En los últimos doce meses, aumentaron impuestos como Bienes Personales, y se crearon otros como el impuesto PAIS, que se aplica sobre la compra de moneda extranjera, o el aporte solidario de las grandes fortunas. En este momento, en Argentina, existen unos 170 impuestos que gravan la actividad económica ya sea industrial, comercial o de servicios. Se trata de 170 gravámenes a nivel nacional, provincial y municipal.

Según los organismos multilaterales, en América Latina Argentina aparece primera en presión fiscal respecto de las ganancias netas de las empresas con el 106,3%, seguida por Bolivia con el 83,7%, Venezuela 73,3%, Colombia 71,3%, Brasil 65,1%, México con el 55,1%, Uruguay 41,8%, y Perú 36,9%.


Deuda: el dato positivo de la gestión


Resolver el severo desbarajuste en relación a la deuda externa que el país ostentaba a fines de 2019, era el objetivo de máxima del nuevo gobierno cuando hace apenas un año Alberto Fernández se calzó la banda presidencial. En los cuatro años comprendidos entre 2016 y 2019, el gobierno saliente emitió deuda por más de u$s 100.000 millones, incluyendo la inverosímil colocación de un bono a 100 años, y elevó el peso de la deuda respecto al Producto Bruto Interno (PBI), del 45% al 99%.

El enorme desafío que enfrentaba la gestión Fernández era por lo tanto postergar los vencimientos por u$s 66.000 entre 2021 y 2023, e intentar reducir el peso de los intereses, para lo cual necesitaba a priori de un acuerdo mayoritario y contundente. Luego de arduas y agitadas negociaciones, el aval de los bonistas fue récord. La adhesión al canje llegó al 93,5% y vía las Cláusulas de Acción Colectiva (CAC), se elevó hasta el 99%. De esa forma, Argentina logró un ahorro fiscal de u$s 37.700 millones en los próximos 10 años, y redujo la tasa de interés promedio del monto renegociado, desde el 7% hasta el 3,07%.


Nivel de actividad: es su peor momento histórico


La pandemia del coronavirus catapultó a la economía argentina a la depresión más fuerte de las últimas décadas. El año 2020 culminará con una caída del Producto Bruto Interno (PBI) del 11% aproximadamente, mientras que el nivel de recuperación para 2021 es considerablemente incierto.

El cuadro recesivo con que inició la gestión Alberto Fernández se profundizó en el primer trimestre, previo a la pandemia, ya que el ritmo de actividad entre enero y marzo había caído en un 4,8%, lo que se profundizó con la llegada del covid en marzo y con una extensa cuarentena que llevó al colapso de muchos sectores.

Con una caída histórica en abril superior al 20%, el efecto sobre las distintas actividades fue drástico, y comenzó a recuperarse en parte, con la paulatina reapertura de la actividad a partir de junio. Los analistas coinciden en que la recuperación más importante se registró entre junio y agosto, y que luego ralentizó el nivel de recuperación.

“Se sigue creyendo que con el traslado de vencimientos de deuda y con medidas que promuevan determinados sectores se va a afianzar la recuperación, pero sin reformas profundas, la mejora en la actividad puede durar un año, no más, y luego seguirá cayendo”, recalcó el economista Aldo Abram.

En la misma sintonía, los consultores estiman que no será sencillo lograr en 2021 el crecimiento del 5,5% previsto en el Presupuesto. El propio FMI confirma el pronóstico, y estima una mejora de solo el 3,9%.


Gasto público: en niveles récords


Se sabía de antemano: el plan con el que Fernández aterrizó en la Casa Rosada era resolver la negociación con los acreedores y el FMI, y obtener así margen financiero para fomentar la demanda agregada vía expansión del gasto público.

Un año después hay que decir que el gasto público se aceleró hasta niveles récord, pero no con el direccionamiento esperado por el gobierno, sino a los fines de contener el daño causado en el entramado económico por la irrupción de la pandemia.

En efecto, el año pasado finalizó con un gasto consolidado ubicado en torno al 18% del Producto Bruto Interno (PBI), mientras que, al cierre de 2020, las estimaciones indican que el gasto rozará el 29% del PBI.

Los programas de asistencia por la pandemia implicaron un costo fiscal de $1,83 billones, de los cuales $484.000 millones se destinaron a los créditos a tasa del 24% para pymes, $265.712 millones al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), y $204.000 millones al Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP) mediante el cual el estado abonó el 50% de los salarios de las empresas privadas.


Mercado laboral: la gestión sumó 240.000 desocupados


El fuerte impacto que tuvo la crisis económica sobre el normal desarrollo del mercado laboral en la Argentina se vio reflejado en la tasa de desempleo al cierre del segundo trimestre de este año cuando se ubicó en 13,1%, siendo el registro más alto desde la temporada 2004 según datos del Indec.

Significa que sobre una Población Económicamente Activa (PEA) de 11 millones de personas, hay en nuestro país 1,4 millones de personas que están sin empleo y no logran insertarse en el mercado, aunque buscan activamente un puesto laboral.

Apenas seis meses después de comenzar la gestión Fernández, el indicador avanzó 4,2 % -estaba en 8,9% al cierre de diciembre- mientras que en la comparación interanual el avance fue de 2,5%. Más allá de los fríos números, lo cierto es que el mercado laboral expulsó del sistema desde diciembre de 2019 a junio de 2020 a 241.000 trabajadores.

Los datos relevados por Indec en 31 aglomerados urbanos a lo largo y ancho del país muestran otra realidad preocupante: las personas menores de 29 años en condiciones de trabajar son las que más incrementaron la tasa de desocupación, es decir, son la franja etaria más relegada por el mercado de trabajo desde que comenzó este año.

La Patagonia exhibe un desempleo del 10% (40.000 desocupados sobre una PEA de 395.000 personas), mientras que en el aglomerado Neuquén-Plottier se ubica en 13,5%, traducidos en 16.000 desempleados sobre una PEA de 120.000 personas.


Nota: Este trabajo fue realizado por los periodístas: Diego Pennizzoto, Fernando Nole, Miguel Vergara y Javier Lojo



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