Discurso electoral

Redacción

Por Redacción

El gobierno nacional entró en diálogo con los distintos sectores económicos con la mira puesta en las elecciones de medio término que se concretarán este año.

A todos les dejo la puerta abierta para sus demandas. Los principales gremios nucleados en la CGT y CTA recibieron la promesa del Ejecutivo de que las paritarias no tendrán techo. Al campo el presidente Fernández le aseguró que no habrá suba de retenciones sobre las exportaciones. A los empresarios les planteó que no existía proyecto de intervenir el mercado de alimentos. Y el discurso destinado a la clase media se sintetizó días atrás en el anuncio de la baja de Ganancias para los asalariados, impulsado por presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa.

En definitiva, en solo siete días la administración Fernández dejó satisfechos a todos los sectores con los que se entrevistó, entregándoles las promesas de avanzar en los reclamos que cada uno de ellos planteó a lo largo del año pasado.

Pero la palabra en nuestro país está muy degradada y en el plano político esto se observa con mayor intensidad. El problema de la credibilidad es una constante difícil de asimilar. Y esto no solo fronteras adentro de nuestro territorio. En el exterior, Argentina se destaca por ser una de las pocas naciones que, periódicamente, cae en distintos tipos de incumplimientos. Solo con ver la historia de nuestra deuda pública tendremos un claro panorama de lo que estamos mencionando.

Sin ir más lejos, días atrás la empresa YPF anunció en un comunicado oficial el canje exitoso de la deuda que tenía con sus acreedores luego de exponer que no podía cumplir con los pagos acordados en tiempo y forma.

Para los inversores, esta proclama exitista pasó totalmente desapercibida y esto quedó plasmado en el valor de las acciones de la empresa en la plaza de Nueva York que se mantienen en niveles mínimos históricos, en torno a los 4 dólares, valor 85% por debajo del período previo de su expropiación.

Por más discurso que se quiera imponer, los inversores saben cómo financieramente está YPF y hacia dónde va su modelo de negocios.

El Gobierno pierde su horizonte de realidad con este tipo de políticas enunciativas. La crisis que está atravesando el país es enorme y nadie puede llegar a pensar que las mejoras prometidas van a llegar sin realizar ajuste alguno sobre las variables macro.

No puede haber a la vez aumento de salarios sin techo alguno, emisión monetaria descontrolada para suplir el déficit fiscal y continuar con la política de endeudamiento interno que impulsa el Gobierno, sin que esto termine afectando aún más a la economía.

El sector privado, uno de los grandes generadores de riquezas de cualquier país, mira con mucho recelo este tipo de promesas generalizadas en un año electoral. Pareciera que no existe vocación política para atacar los verdaderos males de la Argentina.

Sin esta vocación, encuadrar las principales variables macroeconómicas para poder generar cierto grado de previsibilidad en el mediano y largo plazo es una batalla perdida.

¿Qué efectos genera esto? Los que estamos observando con mucha angustia todos los argentinos hace más de 40 años en el país. Los niveles de pobreza crecen sostenidamente y junto a ellos la migración de capitales buscando refugio en economías más estables y previsibles.

Argentina cerró enero con una inflación mensual del 4%, más del doble de lo que tiene anualmente cualquier país europeo. Las proyecciones oficiales –Banco Central– la colocan por encima del 40% para el 2021. Las consultoras privadas, más cerca del 50%. En el discurso del ministro Guzmán ante el Congreso, el titular de la cartera económica estimó en el presupuesto –hace solo semanas– una inflación del 29%. Si la política no se termina de sincerar con su sociedad, los cambios estructurales necesarios para poder revertir esta crítica situación nunca llegarán. Y esto seguramente se materializará en el tiempo en más pobreza y desempleo.


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